Capítulo Once.

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Ámenme.

Jen está en el hospital.

Lleva al menos unos cinco días internada y la he visitado todos los días. Hoy no es la excepción.

Me preocupa, su condición no es la mejor y los doctores hacen lo que pueden para mantenerla estable junto al bebé.

No puedo imaginar la vida sin esa chica. Es luz al igual que sus hermanos. Sus padres son simplemente los mejores.

Holly es afortunada por pertenecer a esa familia.

Suspiro y vuelvo tiempo atrás cuando estuve a punto de casarme. No entiendo como mi padre fue capaz de hacer eso.

Miro la gente pasar mientras espero a que cambie la luz. Sonrío inconscientemente al ver a una pequeña familia en el parque.

Los dos hombres llevan a una niña de las manos y la levantan en el aire causando en ella unas enormes carcajadas. Parecen ser los padres.

Imagino que ella no tiene una madre y parece feliz. Así como yo.

Quizás me equivoco pero quiero creer que son una familia feliz como la que siempre desee.

Pongo el auto en marcha cuando da el verde, aún mirando la familia.

Error. Debí asegurarme de que nadie pasara. Un golpe bien feo se escucha frente a mi dejando mis pelos de punta.

En mi defensa, el tipo de la bicicleta no le correspondía cruzar y pues es su culpa que ahora esté tirado en el piso.

Saco el cinturón de seguridad y abro la puerta a toda prisa. Espero no este muerto. Igual fue un golpe chiquito.

—Dios ¿Estás bien?

Llego al lado del chico quien se quita el casco. El acento alemán me hace saber quién es antes de ver su rostro. Bueno, y esos músculos que me sé de memoria.

¿Es que acaso no puedo dejar de encontrármelo en todas partes?

Después de ese día en la fiesta no nos hemos encontrado pero si debo recalcar que aparece cuando menos me lo espero.

—Vaya, nunca pensé que nos encontraríamos en esta situación— escucho como jadea en el suelo.

—Die... Joder ¿Te duele algo?

Bajo a su altura y sus ojos azules dan con los míos, algo se remueve en mi interior. Días sin verlo porque lo he estado evitando a toda costa, no pretendía matarlo.

—Es solo un rasguño.

Intenta ponerse de pie pero cae, le ofrezco mi mano para ayudarlo. Suelta una maldición cuando tomo su mano derecha, la cual se está tornando roja.

—Dietrich, tu mano.

—No es nada, Apple, pasará en unas horas.

No paso por alto la sonrisa que tiene en el rostro ¿Quien sonríe cuando has sido atropellado?

Claro, solo él porque de seguro está disfrutando mi conflicto interno.

—Sube al auto.

—Ya dije...

—Casi te mato— digo perdiendo la paciencia— sube al auto ahora.

Tomo la bicicleta para ponerla en la parte de atrás. Agradezco que Holly haya insistido en poner esas barras cuando compramos el auto, son feas pero funcionan.

Le doy una mala mirada al ojiazul cuando intenta ayudarme.

Cuando tengo todo asegurado vuelvo a subir y me pongo en marcha.

Racing With You. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora