Gerardo✝️[Andy Biersack]

Gerardo|Capítulo 6✝️

Andrew tomó a Diego por el brazo y lo arrastró por todo el pasillo hasta las puertas de la morgue.

—Cubrete los ojos—dijo Andrew quitándose la bata para dársela a Diego.

—¿Qué estás haciendo?—contestó Diego nervioso.

—Quiero que cubras tus ojos para que puedas pasar.

—Oh. Bien—Diego tomó la bata y la puso sobre su rostro, el aroma masculino de Andrew penetró por completo sus fosas nasales—,pero ¿No prefieres que te espere aquí?—su voz comenzaba a temblar. El echo de estar a solas con Andy le aterraba.

—No, porque tú y yo hablaremos muy seriamente. Si te dejo solo escaparás.

—¿Y por qué tengo que cubrir mis ojos?

—Estamos en la morgue cotorro, y eres tan débil. Mírate, aún no entramos y tus piernas no dejan de temblar—dijo Andrew empujando la puerta para entrar.

—¿Cotorro?—A Diego le hizo gracia el apodo, pero no lo entendió.

—Nunca cierras la boca, como un cotorro—tomó la mano de Diego para conducirlo y que no fuera chocar contra algo—. Ahora sí vamos a hablar y ¡OH POR DIOS!—. Andrew soltó al chico de golpe.

— ¡¿Qué pasó?!

—¡GERARDO!—un golpe agudo se escuchó retumbando en los oídos de Diego. De un estirón quitó la bata y buscó a Andrew con la mirada. Estaba abriendo cada cajón para sacar los cadáveres—¡Maldita sea! ¡Esto no es posible!

—¡¿Qué pasa Andy?!—Diego se pegó a la puerta al ver tanta muerte junta. Personas masacradas y con cicatrices enormes a mitad del cuerpo. Su estómago comenzó a dar vueltas por el fétido olor que se empezó a desprender.

—¡Ve con Sandy! Quédate con ella esta noche por favor—Andy tomó por los brazos a Diego, que en su cabeza daban vuelta miles de imágenes traumatizantes—¿Diego?—se extrañó que no obtuviera respuesta por parte del chico así que lo sacudió un poco.

El vómito de Diego salió disparado hacía la cara y el pecho de Andrew.

—¡No quiero ver a Gerardo!—el rubio comenzó a alterarse. Iba a correr contra Andy, pero pisó el vómito y ambos cayeron de espaldas.

—¡Diego basta! ¡Alguien se llevó el cuerpo de Gerardo!—intentó sostenerlo para que dejara de patalear y salpicar por todos lados los restos de su comida.

—¡No me toques! ¡Maldita sea!—Diego terminó colgándose de la camisa de Andrew hundiéndo el rostro en el pecho del antes mencionado—¡NO PUEDO! ¡ME ARDE EL CORAZÓN ANDY!