Capítulo 6: Bajo las estrellas fugases

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«¡¿Joder que estoy haciendo?!». Bajé de mi cuarto con cuidado, no quería despertar a mis padres. «No, no, no, mejor regreso». Me giro para subir. «¡No! ¡Debo ir!». Vuelvo a darme la vuelta y esta vez bajo las escaleras. Miró el reloj de la sala. «Diez de la noche». Si muy tarde, pero era la hora que había acordado con Rubén; todo porque había arrastrado por días la salida. Realmente evadí su invitación, pero él fue tenaz hasta el punto de que me sentí mal rechazarle; hasta ese punto, me había relacionado bastante con él en ausencia de Daniel. Extrañamente, fue insistente en un día específico, no me había dicho nada, solo que quería mostrarme algo que únicamente estaría en esa fecha y esa hora... inevitablemente me sentí curiosa y muy excitada; presentía un evento maravilloso «¡Esto es emocionante! No ¡Esto está mal!». Tuve una constante batalla interna, quería ir, pero a la vez no.

La razón por la que no quería ir era que mamá y papá, se podrían enterar de que había desobedecido la orden de no salir. Pues mamá me había regañado y prohibido ir tan si quiera al parque. Ella estuvo furiosa y también preocupada porque Daniel me llevó a casa.

«Daniel...».

Sacudí la cabeza quitando un poco la tristeza. Caminé en puntitas y descalza para no hacer ruido. Me había costado prepararme y también bajar las escaleras ya que todavía estaba decidiendo si ir o no. Tomé las llaves, rogué a Dios que me dejara salir de casa sin permiso y así me lo permitió logrando abrir la puerta sin mucho escándalo.

«¡Gracias Dios!».

Cerré la puerta con cuidado y me puse las zapatillas. Me había vestido muy informal, jean, camisa de mangas cortas y un buen suéter para abrigarme del frio de la noche, era el conjunto que me había vestido para la "cita". Extrañamente Rubén me había pedido vestirme así y como no me importaba, más bien me encantaba estar cómoda... hice caso.

Caminé hacia el parque, los dos habíamos acordado encontrarnos ahí, escuché a alguien acercarse y al sentir un soplido en mi nuca ahogué el gritó para no despertar a nadie. Volteé hacia atrás para ver a ese alguien.

—Shuuu... —Rubén me pidió que callara colocando un dedo sobre sus labios.

—Me asustaste —susurré—. Creí que nos veríamos en el parque.

—Lo siento —susurró también y me sonrió—, pero no aguanté las ganas de buscarte. —Este chico sabía cómo hacer sentir importante a una chica.

«Espera ¿en serio dijo eso?». Estaba escéptica y a la vez contenta. «¡No aguato buscarme! ». Ahora si estaba demasiado contenta. No podía para de sonreírle, estaba feliz.

—¿Nos vamos? —preguntó Rubén con una enorme sonrisa.

Caminamos tranquilamente hacia el parque, estaba algo incomoda ya que no sabía de qué conversar, pero él se encargó de romper el silencio con el tema de las noticias. Pronto se avecinaba un frente frio, eso significaba lluvias torrenciales y vientos huracanados. Temblé un poco al recordar mi trauma. La ciudad, en la mayoría del año es un verdadero infierno, hacía un calor infernal que era imposible vivir sin los aires acondicionados. También era imposible salir de casa sin un paraguas para protegerse del sol ya que el cielo siempre está despejado y raras veces se nublara o llovía.

Precisamente por esa razón hace un año me había mudado a la ciudad, pero con esa noticia del nuevo frente frio, me asusté. Pero sabía que pronto me iba a mudar de la universidad a otra un poco lejos de casa. Hasta que pase esa temporada, por lo menos.

Rubén se acercó a una enorme camioneta negra y cuando estuve lo suficiente cerca, el auto desactivó los seguros, Rubén no había activado ningún botón de su llavero o algo así, simplemente se acercó.

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