Capítulo 25: ¡Caraj*!

102 7 11
                                    

«¡Carajo! ¡Mierda! ¡Cono! ¡Vergetales!».

Quería gritar todas las palabras malitas, para descarga mi cólera, saltando y lanzando manotazos al aire.

Pero no.

Me limité en apretar la mandíbula conteniendo todo mis frustraciones.

«¿Quién demonios es ella?». Comentó Basura.

«¡¿Quién es ella?!». También comentó Optimista.

Yo pensé lo mismo, y la chica no me agradó para nada. La tipa se mantuvo quieta, ahí, parada como una retrasada. «Maldita retrasada». Apreté más los dientes para que no se me escaparan las palabras. Ella no reaccionó para nada, miré a Rubén, él estaba absorto con la boca abierta y los ojos casi centellantes. Prácticamente su cara se había iluminado.

«Oh, oh...».

―¡Mónica! ¿Por qué no me llamaste? ―Miré rápidamente a Marco, él se estaba levantando de la banca.

«¿Cómo es que la conoces?». Pensé ya que las palabras no salieron de mi boca.

Helena también estaba sorprendida, miró a Marco y luego a la joven chica que seguramente no debía pasar de los dieciochos. Marco caminó hasta a ella y la abrazó con una gran sonrisa. Miré de reojo a Helena, tenía la cara roja y una mirada asesina.

«Oh, Dios. Esta niña está muerta». Miré nuevamente a la "Mónica", ella sonreía enormemente, miraba a Marco.

―Lo siento, quería darte una sorpresa ―dijo la chica con su gran sonrisa―. Además, tú siempre le restas importancia a todo...

―No, como crees. ―Marco refutó.

Al cabo de una breve discusión, Marco se dio cuenta del silencio descomunal a su espalda. Se dio la vuelta y nos sonrió.

―Bueno, chicos. Le presentaré a esta hermosa chica ―dijo Marco a su vez que se colocó junto a ella.

Casi se me escapó un bufido al escuchar "hermosa chica".

―Ella es Mónica, mi hermana menor.

«Mierda».

Mónica nos sonrió a todos y luego se mantuvo mirando a Daniel. Casi se lo devoró con la mirada por un momento.

―Hola. Un gusto conocerlos ―dijo entre alegría y vergüenza.

―Mira Mónica. Ella es Ana, de la que te hablé. ―Yo no tuve el ánimo de saludarla. Pero debí calmar la bestia de los celos que se manifestó en mí. De lo contrario, quien terminaría devorado, iba ser ella.

―Hola. ―Le saludé con una leve sonrisa, ya que, si intenté ensancharla pues iba a mostrar mis colmillos asesinos.

―¡Por fin te conozco! ―exclamó excitada, me tomó la mano y me saludó frenéticamente, como si yo fuera una celebridad. Obviamente eso me tomó desprevenida―. ¡No sabes lo mucho que le rogué a mi hermano para poder conocerte!

Yo enarqué una ceja, y me incliné a un lado para ver a Marco, con la expresión: "¿en serio?", plasmado en mi rostro. El idiota solo encogió los hombros torciendo la boca. Restándole importancia, como siempre.

―Yo no sabía que Marco tenía una hermana ―comenté no muy segura de su reacción.

―Él es así ―Rodó los ojos―, siempre le resta importancia a todo, incluso a mamá.

Ambos reímos por lo bajo, era cruel pero también chistoso.

―Bueno... ―Interrumpió Marco―. Ella es Helena, una amiga.

BrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora