Capítulo 11: Cuidado con la lince, por no decir zorra

170 12 15
                                    

 Una chica hermosa estaba parada frente a nosotros. Muy hermosa, con un corte de cabello extraño pero que le lucía muy bien, aunque parecía un lince, a decir verdad.

«Joder debo dejar de ver Animal Planet».

Su color de cabello era castaño rojizo, sus ojos era grisáceos y su tono de piel era muy blanca, parecía que estaba hecha de porcelana. Tenía un porte elegante. Usaba un vestido color melocotón muy hermoso, unos zapatos de tacón alto color blanco hueso y se veía muy alta aun si no usaba esos tacones.

La chica cruzó de brazos, esperando una respuesta, me fulminó con la mirada. «Ah no. No me jodas». Yo también le fulminé con la mirada, estaba decidida a que nadie me minimizaría, no en frente de Daniel. Ella levantó una ceja algo asombrada mientras que yo reí con malicia. En ese momento sentí que habíamos iniciado una guerra el cual no sabía si yo iba a ganar o no.

«Joder me arrepentiré por esto...».

Daniel se levantó y se colocó en medio de nuestras miradas. Aclaró su garganta. Al parecer se había dado cuenta de nuestra pequeña batalla.

—Ana —dijo Daniel mientras me miraba con un semblante serio—. Te presento a Helena Ulloa. —Luego se dio la vuelta para mirar a "Helena". Helena dejó de cruzar brazos y se paró erguida, como demostrando su orgullo—. Helena. Te presento a Ana Aguiluz. —Helena levantó levemente la quijada, como tratando de minimizarme. Yo me levanté y aun que no era muy alta, le lancé una mirada indiferente, valiendo poco su presencia y a la vez mostrando mi orgullo.

—Chicas... —dijo Daniel en tono de advertencia. Sabía que estamos peleando, con solo mirar nuestras posturas.

«No me imagino si nos llegáramos a tomarnos del pelo...».

—¿Qué hace ella aquí? —Helena preguntó mirando nada más a Daniel. Ignorando mi existencia por completo.

«Maldita».

Miré rápidamente a Daniel, quería saber cuál era su respuesta.

—Yo la traje —respondió.

—Ah, y son... —Helena no termino la frase esperando a que Daniel la terminara. Lo cual me molestó porque sentía que solo ellos existían en la habitación.

—Amigos —dijo Daniel.

Sentí como mi corazón fue exprimido, pero me mantuve indiferente tratando de no darle gusto a la lince, por no decirle zorra. Helena me miró con una sonrisa victoriosa. Ahora si me tomó en cuenta.

«Joder...».

—Ah ya veo... —Helena dijo aun sonriente.

—Sí, ella es muy importante para mí, así que por favor compórtate —dijo Daniel con un tono de voz severo casi amenazante.

Por una parte, me sentí bien y por otra parte me confundí. Me di cuenta que Helena también estaba confundida ya que había fruncido el ceño. «Entonces aquel beso ¿es de amigos?».

Helena bufó. —Apresúrate. Mi padre necesita hablar contigo. —Daniel asintió. Antes de salir de la habitación, se detuvo y se regresó hacia a mí.

—Ana, siento dejarte —Me beso la frente—. Pero, ¿me esperarías un momento? —tantee la cabeza—. Bien —Daniel me sonrió con ternura—. Espérame aquí, necesitamos hablar luego. —No pude ni imaginar de lo que quería hablar, pero ya me di una idea.

Daniel aun sonriente se apresuró a salir de la habitación, Helena le siguió pero no si antes de mirarme con una sonrisa victoriosa. Eso me confundió. «¿Ella no está molesta?». Cerraron la puerta y agité mi cabeza. «Algo no anda bien». Me tumbé en la cama aun con mi gruesa cobija en sima. «Si ella nos hubiera atrapado en la terraza...». Las sensaciones del intenso beso que tuvimos en la terraza vinieron a mí.

BrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora