Capítulo 16: Este es un adiós

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Quería saltar y gritar: ¡¿WTF?! ¡¿WTF?! ¡¿WTF?! Por todo el pasillo. Pero no pude y en lugar de eso, tomé una gran bocanada de aire y fruncí los labios esperando no hacer esa misma estupidez.

Los dos chicos, los dos únicos candidatos, los dos... tigres me miraron fijamente.

Rubén estaba congelado a punto de colocar la llave. Daniel estaba dándome la espalda, pero me miró sobre su hombro y yo... yo... estaba aferrándome al barandal de las escaleras, como si mi vida dependió de ellas con los ojos muy abiertos y la respiración pausada sin olvidar mencionar que mis labios estaban fruncidos.

«Patética». Basura mencionó.

«¡Shu! Calla. Quiero ver cómo sale de ésta». Juré imaginar a Optimista riendo junto a basura, comió sus palomitas, expectante, ante cada uno de mis movimientos.

Dejé de aférrame al barandal, me incorporé y me acomodé mi ropa. Una ropa muy floja y deportiva.

―Hola... ―dije sonriendo con nerviosismo.

El incómodo silencio no se disipó, ninguno de los dos se movió y el temor a lo que pasara incrementó. Mi cuerpo arqueó de los nervios, no supe que hacer hasta que Rubén se movió para dirigirse hacia a mí con una sonrisa que apaciguó el ambiente.

―Hola ―Me miró a los ojos aun sonriente―. No me esperaba verte aquí. ―Mantuvo su sonrisa cálida.

―Ni yo ―dije sonriente. Ambos reímos por lo bajo pero Daniel interrumpió aclarándose la garganta.

―Creo que... esperaré adentró ―dijo Daniel en tono seco. Sacó una llave y la colocó en la cerradura para abrir la puerta y luego de entrar, cerró de un portazo.

Me sobresalté ante la irritación de Daniel, su actitud me hizo sentir culpable. Un momento atrás estuvo dispuesto a abrir su corazón, pero por mi descuido lo cerré accidentalmente haciendo que Daniel se irritara y se volviera a distanciarse de mí.

― ¿Todo está en orden? ―preguntó Rubén ante mi inminente tristeza.

―Si solo que debo regresar por muñeca. ―Me di la vuelta para bajar las escaleras.

―Espera... ―Rubén me detuvo con sus palabras.

―Rubén... ―Me di la vuelta para mirarlo―. Gracias, pero... necesito estar a solas.

Rubén asintió con la cabeza y me despedí de él con la mano. Caminé hacia mi apartamento y una vez adentró, me tiré a la cama para comenzar analizar mi vida.

Pensé desde mi miedo hasta las intenciones que no las tenía muy clara sobre Daniel y Rubén. Me había propuesto tantas cosas y ninguna de ellas las había cumplido.

―¿Que voy a hacer con mi vida...? ―Yo era la que complicaba mi vida. ¿Qué me costaba quitar mis miedos y encarar a Daniel para que me aceptara y viviéramos felices por siempre?

Fruncí el ceño.

No. La vida no era así, no fue tan sencilla. Podía evitar cometer errores, sí. Pero eso no significaba que la vida me iba dejar en paz y no me provocaría cometer errores. No.

¿A qué me refiero?

Bueno, justamente me había mudado solo para escapar de los problemas ¿y qué pasó? En lugar de evitar los problemas, la bendita vida se encargó de traérmelos hasta mí, para complicar mi existencia, lo que justamente quería evitar.

¿Y qué debí hacer? Cometer más estupideces...

Negué con la cabeza ante tal lío.

Ya no debía decirme que hacer y en lugar de eso, debía actuar.

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