Capítulo 7: El tigre de Bengala y el tigre Sumatra

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Como un cuerpo sin alma o sin espíritu, entré a mi casa con cuidado, miré el reloj de la sala «Cuatro de la mañana». Ya me había quitado los zapatos para no hacer ruido. «Joder, me duele todo». Después de cerrar la puerta, subí las escaleras y entré a mi habitación con cuidado.

Miré todo detenidamente, al parecer mamá no se dio cuenta de que salí de casa. Suspiré y me dejé caer en la cama. Me duele todo el cuerpo, mis pies, los raspones de mi mejía, todo. Me tapé la cara e hice un pequeño berrinche en mi cama, pero no duró mucho ya que estuve agotada. Enojada y triste, adolorida y sucia. Más que todo completamente sucia. Parecía que un camión llena de tierra había descargo todo su contenido en mí. Miré el cielo raso de mi habitación.

Traté de evitar chillar de la cólera y tomé la almohada para ahogar los pequeños chillidos de ira mezclado con tristeza. Me senté en la cama de un brinco al darme cuenta de algo y comencé a analizar todo.

—¿Será que yo me equivoqué? —Me pregunté.

Me dejé caer de nuevo en la cama y repasé todas las cosas que sucedieron apenas unas horas atrás.

Tres o cuatros horas antes...

«¡¿Dios mío?! ¡¿Qué está haciendo él aquí?!». Fue lo segundo que pensé, luego de que las palabrerías malas terminaran de cruzar por mi cabeza.

«Daniel. Oh, Daniel». Estaba con nosotros en ese mismo lugar, del que nunca supe cómo se llamaba. Rubén sostenía mi cintura, pero no tan cerca cuando él, al parecer, intento "besarme". Daniel se acercó a nosotros, se quedó mirando el agarre de Rubén en mi cintura, luego miró a Rubén, pero este no dijo nada. Más bien Rubén le sonrió, lo pude notar ya que eran dos pares de faroles los que nos estaban alumbrando. Los dos estaban estáticos viéndose el uno al otro. Yo los miré a cada uno esperando a ver quién reaccionaba primero. Parecían dos tigres mirándose fijamente. Daniel era como un tigre de Bengala y Rubén se asemejaba bastante a un tigre Sumatra.

«Gracias Animal Planet, me has enseñado muy bien...».

—Ete. Eh. Yo. Ah. —«¡Mierda!». No podía decir ni una sola palabra para romper la tensión.

Lastimosamente mis "palabras" fueron ignoradas y los dos se mantuvieron en ese duelo de miradas. De alguna manera me sentí tranquila ya que no estaban mirándome, pero a la vez estaba preocupé porque había una tremenda tensión que no sabía si correr o quedarme ahí parada, esperando al ganador.

—Buenas noches. —Daniel finalmente habló.

—Buenas —contestó Rubén con una sonrisa.

—Burururú. —No, no era un búho. Era yo.

«¡Mátenme!». Los chicos me observaron de inmediato. Rubén me miraba algo divertido y Daniel me miraba algo... mejor dicho, muy confundido.

Abrí la boca y traté de hablar, pero no pude, ya que sabía que iba decir algo incoherente. No quería hablar en nerviosano porque obviamente ellos no iban a entenderme.

Rubén apretó mi cuerpo más a su costado con una enorme sonrisa, Daniel lentamente dirigió la mirada hacia él. Se notaba bastante su ira, parecía que en cualquier momento se lanzaría a atacar. En el fondo quería decirle que no estábamos haciendo algo malo. «¡Huy!». Pero me detuve luego de recordar quien era la lasciva hace unos minutos atrás que estaba acosando a Rubén.

«Pensándolo bien... esto está pasando muy rápido y fuera de control».

Me sentí mal ya que Daniel seguramente seguía resentido conmigo, ya que durante ese tiempo no me envió ni un solo mensaje. ¡Ni yo tuve el valor de enviarle uno como disculpa!

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