Capítulo siete

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Las llamas de una fogata abrazan los cuerpos temblorosos de los tres hombres que estaban sentados en la tierra con ambas manos sujetadas por trozos de cuerdas que tenía preparadas Alicia para obtener rehenes en caso de ocuparlos. El conejo se acercó a cada uno de los hombres sosteniendo una hoja de árbol para darles a beber un poco de agua a los piratas mientras Alicia los miraba fijamente al mismo tiempo que afilaba su machete con una roca provocando que algunas chispas salgan disparadas.

— ¿Piratas? —preguntó la rubia levantándose de su asiento. —No sé porque carajo debo de creerles, pueden ser niños perdidos de Pan.

—No tenemos aspecto de niño —dijo molesto Desmond con dificultades para respirar. —Sera mejor que nos liberes niña.

—Más respeto para una princesa.

De inmediato Alicia conectó una eficaz patada a la cabeza del marinero que cayó al suelo, llenando el rostro de tierra mientras reía sin motivo alguno después de la agresión de la niña quien no tomó de buena manera las risas del hombre.

— ¿Princesa? —se cuestionó así mismo el capitán Thomas. — ¿De qué reino?

—El país de las maravillas —contestó el conejo. —Es un lugar maravilloso.

—Nunca he tenido la fortuna de escuchar de aquel país.

—Pues ahora lo sabes.

—Por lo visto no eres una aliada de Pan, ¿Eres una niña perdida?

—No realmente, no estoy aquí por él. No soy como los demás niños de este maldito lugar, tan solo quiero ir a casa.

—Podemos ayudarte con eso —dijo Thomas levantando la mirada hacía Alicia que se mostró dudosa al principio, pero intrigada por lo que pudiera obtener de la oferta. —Somos piratas diferentes, tenemos una pisca de honor y lealtad, además que debemos la vida por salvarnos de aquellos niños.

—Sin rodeos —amenazó Alicia colocando el filo del machete en la garganta del capitán. —Resume toda tu mierda en veinte palabras.

—Tenemos un barco —el machete fue alejado de Thomas con tan solo esas tres palabras. —Danos un poco de protección y yo te aceptare en mi barco para llevarte a casa.

— ¿Por qué confiar en un pirata?

—No somos enemigos, y no me atrevería a engañarte después de ver como asesinaste aquellos niños.

— ¿No hay trucos?

—Ninguno, pero tan solo existe un diminuto detalle. —dijo Thomas. —La nave tiene pequeños fallos, aunque solo es cuestión de aplicar ajustes pertinentes para que vuelva anda sin problema alguno.

— ¿Qué necesitas?

—Un poco de magia.

—Lástima que somos mundanos —declaró el conejo trepándose al hombro de Alicia. —Las únicas portadoras de magia son las hadas, y no nos cumplirán ese capricho.

—Siempre hay alternativas. Escuche que hay un hechicero lo bastante poderoso por aquí, Rumpletiskin.

—Se de quien hablas —contestó Alicia en seco. —En un bueno para nada, ni siquiera puede hacer hechizos sencillos.

—El significa tu boleto de vuelta a casa.

—oki-doki —dijo Alicia tomando por la camisa del capitán para levantarlo y después hizo lo mismo con los demás tripulantes. —Comiencen a caminar, los niños suelen dormir por las niños y Pan está muy entretenido con sus estupideces, así que será mejor si llegamos al taller del hechicero para antes del amanecer.

El demonio de Nunca jamásWhere stories live. Discover now