Capítulo dieciocho

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Alicia paso de largó a Thomas que tenía una expresión de terror en su cara mientras observaba el cadáver de Bianca y buscaba las palabras de reproche adecuadas para la niña, pero estas se atoraron en su garganta sin poder salir debido al ligero, pero significativo miedo que le causaba molestar a la niña.

—No fue muy amable de tu parte —dijo Garfio tibiamente. —No tenías por qué asesinarla.

—No empieces a joder, pirata.

—Ella ya no significaba una amenaza —mencionó Thomas tomando por el brazo a Alicia para llamar su atención forzosamente. —No puedes matar a todo lo que se te cruce por tu camino.

—Pensé que ese era el trato —dijo Alicia librándose de la mano del capitán. —Ser solo tu guardaespaldas.

—Sabes que eso no es cierto.

— ¿Ah no? —preguntó con una gran risa Alicia extendiendo sus brazos. —La única razón por la cual me pediste seguirte es porque te maraville al asesinar a esos niños.

—Y lo único que tu querías era salir de aquí —recordó Thomas acariciando su garfio. — ¿O me equivocó? También me utilizaste.

—Y cuando tuve la oportunidad no te abandone —soltó Alicia y a sus palabras le siguieron un silencio incomodo que se prolongó.

Thomas sacudió la cabeza, con una expresión de disculpa en sus ojos pardos. Alicia al verlo quiso abrazarlo, de no ser porque deseaba ahorcarlo por lo insolente que se había puesto en cuestión de breves segundos.

—Vale —asintió Thomas reiteradas veces con la cabeza mientras se mordía los dedos de su mano disponible. —Lamento ser tan idiota.

—No soy Talía —su tono adquirió un poco de aspereza. —Puedo entender lo difícil que esta mierda para ti, pero debes de entender que no soy tu hija.

—Y yo no soy tu padre —le respondió casi de inmediato cabizbajo y tomándose la cintura. —No lo comprenderías realmente, no es tan sencillo.

—Mis padres me abandonaron apenas que nací, no me dieron la oportunidad ni siquiera de conocerlos, Dorothy desapareció de mi vida, como tantas otras más que lo han hecho, todos menos Frederick y tú —Alicia se acomodó el vestido para quitarles las arrugas. —Yo también se lo que es perder a alguien.

—Como sea, Alicia —dijo fastidiado Garfio. —Deberíamos seguir caminando.

—Supongo que sí.

Avanzaron hasta los restos de Olaf en búsqueda de Elsa, pero los dos con motivos bastantes diferentes. Thomas pensaba en hacerla prisionera y negociar un intercambio con Pan para que de esta manera recuperase a su hija sin tantos problemas de por medio mientras, Alicia iba con la convicción de soltar un machetazo al primer movimiento que observase de la bruja de hielo.

—Aquí no hay nada —dijo Garfio quitando bastante nieve de por medio. —Quizás escapó.

— ¡Por aquí! —exclamó Alicia cerca de él. —Mira.

En suelo y con el medio cuerpo cubierto de nieve estaba una preciosa y castaña niña con un vestido rosado que relucía por lo brillante del mismo. A primera vista Alicia supuso que se trataba de Dorothy, y no pudo esconder la emoción de su rostro como también falló en ocultar su gran decepción al observar las dos coletas perfectas, ella sabía que unas coletas seria lo ultimó que haría Dorothy a su cabello.

— ¿No hay rastro de Elsa?

—En ninguna parte —contestó Alicia agachándose para acariciar el brazo izquierdo de la niña. — ¿Cómo carajo llegó aquí?

El demonio de Nunca jamásWhere stories live. Discover now