Capítulo dieciséis

6 1 2
                                    

El capitán dirigía a todo el batallón que daba pasos lentos y seguros. A pesar de que el camino hacia el jardín estaba totalmente despejado se mantenían alerta en el dado caso que ocurriese una emboscada, pero por el momento todo había transcurrido con bastante tranquilidad. De cerca le seguía Alicia en compañía de Frederick, quien se había cansado en los primeros kilómetros, así que viajaba en el hombro derecho de la niña que no soltaba ninguna queja. Le seguían las seis hadas bastante concentradas y hasta el final Hades ya estaba preparado para la batalla, con su casco ya puesto y las garras envueltas en fuego esperando a que apareciera el primer niño.

— ¿Podemos confiar en ellos? —preguntó casi con un susurró Alicia a Thomas. —Puedo presentir que nos quieren muertos.

— ¿Crees?

—Pensé que eras más inteligente, es bastante evidente.

—En caso de que nos topemos con alguien, nosotros somos el primer objetivo a quienes mataran.

—Confió en tu suerte.

—Algún día terminara esta suerte.

—Procura que ese día no sea hoy, princesa maravillosa —por alguna razón Alicia soltó una sonrisa al escuchar el apodo. —No te quiero muerta.

— ¿Es tan difícil decir que me quiere, capitán? No lo culpo, soy una persona tan encantadora —Thomas se sintió un poco incómodo con las palabras de la niña —Yo tampoco lo quiero muerto, Garfio. —dijo provocando que se ruborizara aún más el capitán. —Necesito alguien que conduzca ese maldito barco.

— ¿Qué tan lindo es el País de las maravillas? —preguntó Thomas levantando la ceja derecha. — Espero que el nombre no sea únicamente alusivo.

—Es un lugar bastante bonito —contestó Alicia. —Mucho más bonito que Londres o Kansas.

—Tampoco conozco esos lugares, pero confiare en tus palabras.

— ¿A qué se deben estas preguntas?

—Estoy en pensando en lugar perfecto para las vacaciones de mi jubilación. La isla real no es una opción. Agrava es demasiado caliente y Arandelle demasiado frio. Los bosques encantados supondrían de esfuerzos y desafíos que no estoy tan dispuesto a sufrir. Creo que visitarte no sería tan mala idea.

—Usted es completamente bienvenido a nuestro humilde reino —intervino Frederick pasándose al hombro del pirata. —Hay cosas tan increíbles que lo harán volverse a sentir como un niño. Podríamos bailar con las luciérnagas, jugar ajedrez, recolectar hongos, comer zanahorias mientras nos recostamos en las madrigueras, hay muchísimas cosas que hacer.

—Me parece muy idea pirata —confesó Alicia entrelazando sus manos detrás de su cuerpo. —Es un gusto saber que quisiera volver a verme.

—No confundas las cosas —dijo molestó Garfio. —Solo serán unas vacaciones.

—Lo entiendo, ser un pirata por toda la vida ha de ser bastante agotador —dijo Alicia con una sonrisa. — Solo espero tener tiempo suficiente para la reconstrucción del reino.

—Supongo que los mismos ciudadanos han empezado con la reparación —mencionó Frederick un tanto dudoso de sus palabras. —Al menos eso espero.

—En todo caso, capitán. Podríamos visitar Oz.

—Pensé que era tierra de brujas —dijo Thomas recordando que su amada Lucy le había contado tantas historias sobre ese lugar. Se lo describía como una tierra de fraternidad donde brujas y hechiceras, donde nadie las buscaba y eran libres de hacer uso de su magia a su antojo.

El demonio de Nunca jamásWhere stories live. Discover now