Capítulo quince

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La noche cayó con la llegada de Thomas y Alicia al campamento de preparación que fue cubierto con la magia de Maléfica para hacer invisibles a todos los presentes en la cena. El capitán se sentía un poco extraño al no ocupar la parte principal de la mesa y ser relegado por una reina, un dios y las demás hadas mientras que hasta casi al fondo se encontraban los mortales junto al conejo que no se detenía de comer. El menú de la noche fueron varios animales que había cazado Hades en compañía de unas cuantas hadas, incluso atraparon un conejo (mismo que Frederick se estaba devorando inconscientemente) el agua fue proporcionada del río mientras que Garfio sostenía con su mano disponible su cantimplora aun con poco licor, y de nuevo solo olio el embriagante olor.

—No —dijo Alicia bajando la mano del capitán evitando que disfrutara el olor por más tiempo, esto fue respondido por Garfio con una mirada de disgusto total. —La primera noche Rumple me notificó que tenías mucho alcohol en la sangre. — al escuchar esto Thomas guardó la cantimplora. —No supe lo que significaba, realmente nunca había percibido un aroma tan rancio y con un sabor tan asqueroso como amargo.

— ¿Bebiste de esto? —preguntó Garfio un tanto preocupado.

—Sí, y me arrepiento en lo absoluto.

—Nunca vuelvas hacerlo —dijo Thomas molesto. —Esta clase de mierda nunca traen cosas buenas para nosotros.

— ¿Por qué lo haces?

La pregunta tomó por sorpresa al capitán quien quito la fija mirada de la niña para llevar su mirada a la luna mientras movía sus piernas desesperadamente buscando una respuesta correcta, pero no creía que existiera una como tal.

—Por idiota.

—No te aflijas —dijo a manera de consuelo el conejo blanco al mismo tiempo que se limpiaba el hocico. —Todos cometes errores, solo que unos meten la pata más que otros. Ese es tu caso.

—Frederick —dijo a regañadientes Alicia con un pellizco al muslo del conejo. —Cállate.

A Thomas no le afectaron las palabras de la liebre, pero decidió levantarse de la mesa que había construido Hades con sus garras en pocas horas. El capitán se alejó de todos para tomar un poco de aire y pensar en todo lo que podía pasar en algunas pocas horas. Se estaba enfrentando a la misión más difícil y más importante de toda su vida, en el mejor de los casos en cuestión de a lo mucho un día estaría navegando en Lucy en compañía de Jocelyn, Nathan, Alicia, Frederick y obviamente de su hija, otra opción que pasaba por su cabeza era que cayera en campo de batalla e imagino dichas situaciones a manos de Elsa, quien podría usar a Olaf para despedazarlo, quizás también podría ocurrir que Mérida lo llenase de flechas o que Bianca lo envenenara, aunque en el peor de los casos podía morir a manos del mismo Pan.

—Capitán —una ligera voz sobresaltó al capitán que regreso a la conciencia después de perderse en sus pensamientos. — ¿Todo está bien?

Era Esmeralda quien se había acercado con cautela y asombró al ver el garfio en su mano izquierda.

—Realmente me sorprende verte aquí —confesó Thomas sin mostrarse enojado como había podido esperar Esmeralda. —Pensé que era una buena vida ser guardaespaldas.

—Amiga —corrigió Esmeralda alzando los hombros y entrelazando sus diez dedos. —No creo que Peter necesite alguien lo defienda.

—Espero que eso sea cierto —dijo Thomas acercando su garfio hasta su barbilla hasta sentir el frio del metal. — Me encargaré de asesinarlo.

—Pensé que Hades lo haría.

—No dejare que él llegue a Pan primero.

—Suerte con eso —dijo Esmeralda dándole la espalda para pasar a retirarse y dejar solo a Thomas, aunque se detuvo para voltear la cabeza y volver a ver al capitán. —Espero y no hayas rencores por lo de tu mano.

El demonio de Nunca jamásWhere stories live. Discover now