Capítulo catorce

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A la llegada de la última de las hadas todas las demás estuvieron con cautela y observándola con detenimiento debido al mal aspecto que traía consigo y también por el hecho que su otra hermana no venía con ella. La sangre en la mayor parte de su cuerpo la puso como una potencial culpable de la desaparición de Rubí, pero ella se defendió protestando por una emboscada de los niños perdidos que terminó con varios de ellos rodeando por completo al hada roja para después asesinarla cruelmente. Para la mayoría de las hadas aquella versión era bastante creíble, pero este no era el mismo caso de Hades, quien desde el primer momento que vio a Esmeralda matando a los cuervos no confió tan fácil en ella. Asi que tomó la nada difícil decisión de atar al tronco de un árbol al hada verde mientras la interrogaba en búsqueda de la verdad.

—Te lo preguntare una maldita vez más —anunció Hades visiblemente molesto y acercando sus garras al cuello de Esmeralda mientras estas se iluminaron de un azul pálido mientras que pequeños chispazos provocaron que las espadas se cubrieran en ligeras llamaradas que tan solo hacían sudar más a Esmeralda. — ¿Qué le paso a tu hermana?

—Ya te lo dije, y si quieres puedes ir tú mismo a buscarla y darte cuenta de lo que te cuento es cierto.

—Ya encontramos su cuerpo, cerca de ella tan solo había dos niños.

La respuesta por parte del hombre hizo temblar un poco al hada, quien trató de ocultarlo fallidamente evitando contacto visual con Hades.

—Yo asesiné a esos niños —dijo apresurada Esmeralda mintiendo. —Controle sus cuerpos e hice que se mataran el uno al otro.

—Había mucha sangre y extremidades por todos lados.

—Un ataque de furia —dijo Esmeralda mientras su corazón comenzaba a latir poco a poco hasta que llegó a una gran velocidad. —Solo venga a mi hermana.

—Yo no te creo —confesó Hades sin expresión en su rostro. —Y si pudiera, te quitaría el alma de inmediato..., pero la que manda aquí es ella.

Maléfica estaba hasta atrás y cubriéndose de con los cuerpos de sus hijas, tan solo asomando la cabeza por encima de todas las otras para estar al tanto de lo que pasaba con una de sus hijas. Hades pasó a la parte trasera del árbol para desenredar la soga que mantenía atrapada a Esmeralda. El hada verde se levantó poco a poco y al dar un paso todas las demás hadas dieron un paso hacia atrás, Hades se apresuró para empujar a Esmeralda al suelo y colocar uno de pies en la espalda del hada.

—Vamos, no te acerque a ninguna de ellas —dijo Hades molesto mientras de colocaba su casco que lo hacía invulnerable de cualquier magia. —Debes mostrar tu lealtad a nosotros los señores del inframundo, a tu madre —Maléfica se iba retirando con una sonrisa en su boca y jugando con un cuervo que estaba posado en su antebrazo. —Y a tu nuevo papá, yo.

Hades ayudó a levantarse con un brusco jalón a Esmeralda que con pequeños quejidos mostro su inconformidad. Después fue obligada a caminar hacia adentro del bosque y el señor del inframundo la iba siguiendo muy cerca mientras que todas las demás hadas se quedaron en el campamento en compañía de su madre.

— ¿Por qué piensas que soy un peligro? —cuestionó Esmeralda sin detenerse ni recibir una respuesta por parte de Hades. —Eres un tanto exagerado por usar ese estúpido casco —él seguía sin contestar ni bajar la mirada. —Pan tenía razón, eres un dios, pero luces como un humano común y corriente. No lo sé, estaba esperando que usaras una especie de túnica, que tu cara fuese similar a la de una calavera, o, al menos que tu cabello estuviera en llamas.

—Guarda silencio.

Esmeralda se regresó para después colocar ambas manos en su cintura y encararse en una mini guerra de miradas con Hades a quien levemente se le podían notar los ojos detrás del casco.

El demonio de Nunca jamásWhere stories live. Discover now