CAPITULO IV : ENTRAN LAS SOMBRAS.

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Arial volvió al ojo en cuanto Gideon vio que no necesitaba más de ella, una simple orden y el ser había vuelto al sitio de donde salió, ahora tocaría meditar sobre lo ocurrido, ver en que aspectos de su vida se vería afectado y finalmente sacar en conclusión lo que haría. Oh si, a Gideon le encantaba simplificar y organizar su modo de hacer las cosas, siempre decía que le era más cómodo a la hora de entenderse a sí mismo y decidir la solución factible. El conjurador empezó a jugar con su pelo negro como el carbón y a mirar su reflejo en la ventana, a mirar sus ojos verdes y en concreto el derecho que se había convertido en hogar de ese ser de niebla, Arial, jugó con el pelo dándole vueltas al asunto cuando sonó el teléfono Gideon no tardó ni dos segundos en cogerlo, en cuanto lo descolgó...

-¡AMOOOOOR! ¡TE AMO MUCHUUU!-.

Casi queda sordo al oir la dulce voz de su amada, para el estaba tan llena de vida, era tan hermosa, tenía incluso un gran potencial intelectual.

-¡Shelo! Te he echadu de menos siempre se nota tu ausencia nyu-. El tono de la voz de Gideon había variado a uno mucho más dulce y algo agudo, siempre le pasaba con su amor y nada podía hacer por evitarlo, hasta la personalidad le cambiaba solo por pensar en ella.

-Amur huy iré a tu casa y estaremos juntitos ¿vali? Nu me gusta estar separada de ti ju-.

Gideon y su adorada amada Laira estuvieron algunas horas al teléfono hablando como cualquier parejita enamorada hasta que llegó el momento del almuerzo.

-Cielo yo... estu.. tengo mucha comida... p..podrías venir a cumer cunmigo- Gideon se sonrojó al pedirle que viniera a comer, llevaban más de un año saliendo y aún se sonrojaba como el primer día. Los que conocían a la pareja bien los tenían como la parejita ideal o bien como a la fábrica de caries y productora de diabetes por excelencia "exceso de dulzura y nube rosa" solían decir. Laira aceptó sin dudarlo pues no solo amaba compartir cada segundo con Gideon sino que cuando probaba la comida que él hacía se sentía en el paraíso.

-Ojitus de jade tengo que colgar para cocinarte algo ricu ¿chii? Te amuuuu-. Gideon colgó tras la dulce despedida y se metió a cocinar.
-¡Arial! Salte fuera que necesito manos extra en la cocina-. Arial brotó una vez más del ojo derecho dispuesta a servir.

-Deme órdenes maestro espero con ilusión cumplirlas-. Dijo mientras esperaba ansiosa el primer encargo.

-Arial me da palo pedirte esto aunque en el fondo me encanta tener a alguien que lo haga por mi pero.... yo cocino y tu te limitas a limpiar lo que vaya ensuciando y antes de que te quejes te diré que .... -. Arial habló antes de que Gideon terminara la frase.

-Maestro, no me quejaría estoy encantada de hacerlo, limpiaré todo lo que usted ensucie-. Se la veía ilusionada con ese asunto.

Gideon comenzó a sacar ingredientes de la nevera y los estantes dispuesto a preparar una buena tortilla al horno, comenzó pelando , picando y lavando unas patatas mientras pensaba en lo mucho que le gustaba cocinar especialmente cuando era para otros, siempre ponía su mayor esfuerzo y afecto en cada paso e ingrediente , ver como se sentía bien quien comiera de lo que preparase era la mayor recompensa que podría pedir.

Gideon siguió felizmente y metio el preparado en el horno cuando justo en ese momento empezó a sentirse un frío glaciar en la casa.

-¡MAESTRO CORRA SOCORRO!-. La casa se llenó de gritos provinientes del salón; Gideon llegó a tiempo para ver como una gran figura oscura de enorme tamaño trataba de arrastrar a Arial hacia sí.

-¡Ma..Maestro sálveme se lo ruego , la Sombra pretende comerme!-. La voz de Arial expresaba auténtico pánico mientras Gideon miraba impresionado a esa cosa.

-¡¿PERO QUÉ DEBO HACER?!- Intentó darle con una silla plegable pero esta simplemente se rompió al contacto con la criatura que tiraba con más fuerza de Arial mientras una gran boca se abría a medida que Arial era acercada.

-¡Maestro, un conjuro, el libro!- lloriqueaba; con gran rapidez Gideon buscó el libro y lo leyó a toda prisa buscando algo que les salvará el pellejo, nada más abrirlo encontró las instrucciones del conjuro del viento aullante, leyó a toda prisa las instrucciones siguiéndolas al pie de la letra. Alzó la mano en dirección a la Sombra, pensó en un aullido que helaba la sangre e imagino como el viento se arremolinaba al compás del aullido entonces....

VIENTO AULLANTE!- La mano de Gideon liberó una corriente de fuertes vientos que cortaban cuanto tocaban, impactaron en el objetivo y la Sombra comenzó a retroceder chillando dolida y liberando a Arial.

El salón había quedado destrozado por la sombra y el conjuro, Gideon estaba estupefacto tanto por lo que acaba de hacer como por lo que había pasado, parecía que la sorpresa era su plato de cada día últimamente.

-Maestro... yo... Gracias... ahora mismo limpiaré- Dijo Arial.

La dama de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora