Gideon escuchaba la respiración relajada de Laira que dormía sobre él, ese sonido era música para sus oidos.
-No puedo esperar a casarme contigo -. Susurró en el oido de su amada mientras la abrazaba dulcemente, en esos momentos siempre desearía que el tiempo se congelase y quedar eternamente así. Pasada poco más que una hora ,Laira despertó tras la agradable siesta junto a su amor y se pusieron de acuerdo en pasar la tarde dando un paseo, se asearon, se vistieron y tomaron la puerta.
Juntos de la mano ,con besos cada pocos pasos, avanzaron por la calle los enamorados con amplia sonrisa y el corazón lleno de felicidad, a medida que dejaban atrás el distrito gris más gente llenaba las calles y Gideon comenzó a ver de nuevo a aquellos seres , los fragmentados, sin embargo le daba completamente igual, pasaba de ellos por completo, sabía que no le harían nada , que solo estarían ahí quietos y espectantes mientras él se lo pasaba en grande con Laira.
Pronto llegaron a una heladería a la que Gideon propuso entrar.
-Cielo, ¿Que tal si tomamos un vaso de helado de tres chocolates cubierto de sirope y virutas adornado con dos bonitas galletas?-. A Laira le brillaban los ojitos de pura felicidad con la idea.
-Me tomaré como un sí querida mia-. Una vez con el helado en las manos y dos cucharillas decidieron tomarlo en un banquito de un parque cercano pero en cuanto se sentaron...
-Gideon cielo , ¿No notas algo extraño?-. Gideon negó con la cabeza aunque en verdad no solo lo notaba, lo veía , buenas docenas de fragmentados les rodeaban observándoles, en ese momento escuchó el susurro de Arial en su cabeza.
-Póngala a salvo maestro... corra... estáis en serio peligro-.
El conjurador se pusó alerta inmediatamente, la situación no le gustaba para nada y menos lo que iba a tener que hacer.- Laira , perdóname te lo ruego pero debemos volver cada uno a su casa ya mismo-. Trató de mirarla ocultando la sensación que le confería ser sabedor de lo que pasaba.
- Pe-pero cielo no entiendo , ¿Qué te ocurre? No te veia tan tenso desde aquella vez en el bosque que nos pareció oir una manada de lobos- Laira había detectado perfectamente las sensaciones de su amado pero también sabía que si se ponía así algo grave debía pasar, lo cual la preocupaba demasiado, temía por él.
-Iré a casa nyu pero... prométeme que me dirás todo lo que pasa cielo, me preocupas -. Gideon la besó y asintió como despedida , si a ella le pasara algo no podría soportarlo. Laira salió corriendo a casa rezando para sus adentros para que no pasara nada grave.
-Arial aparece, dime que narices está pasando ahora y qué quieren estos insignificantes espectros-. Arial respondió a la invocación brotando una vez más del ojo de Gideon.
-Maestro s-son fragmentados quieren su energía y s-su alma e-espántelos antes de que se forme una Sombra y-y nos devoré-. Gideon se molestó levemente -¡Vosotros!, ¡Me arruinasteís la tarde!, ¡No sois humanos!,¡No sois monstruos!,¡No sois sensuales!, ¡No sois nada!-.
Alzó la mano en dirección a los fragmentados, pensó en un aullido que helaba la sangre e imagino como el viento se arremolinaba al compás del aullido entonces.... -¡VIENTO AULLANTE!-. Remolinos de viento que resonaban como el aullido de una manada de lobos espectrales, borraron de la zona de un solo golpe a todos y cada uno de los fragmentados. Curiosos trozos parecidos a gemas quedaban en el suelo como único resto de aquellos seres.
-¡Maestro ha estado maravilloso, prodigioso, magistral incluso!. Ahora recoja esas gemas y atesorelas son fragmentos de alma, muy útiles para un conjurador-.
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La dama de la niebla
FantasyGideon es un joven como otro cualquiera hasta que por giros del destino termina convirtiendose en un CONJURADOR en mitad de un mundo de lo más normal pero por desgracia esto desencadenará una serie de sucesos que harán aprender a nuestro héroe que u...