CAPITULO VI : MOLESTIAS

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Gideon escuchaba la respiración relajada de Laira que dormía sobre él, ese sonido era música para sus oidos.

-No puedo esperar a casarme contigo -. Susurró en el oido de su amada mientras la abrazaba dulcemente, en esos momentos siempre desearía que el tiempo se congelase y quedar eternamente así. Pasada poco más que una hora ,Laira despertó tras la agradable siesta junto a su amor y se pusieron de acuerdo en pasar la tarde dando un paseo, se asearon, se vistieron y tomaron la puerta.

Juntos de la mano ,con besos cada pocos pasos, avanzaron por la calle los enamorados con amplia sonrisa y el corazón lleno de felicidad, a medida que dejaban atrás el distrito gris más gente llenaba las calles y Gideon comenzó a ver de nuevo a aquellos seres , los fragmentados, sin embargo le daba completamente igual, pasaba de ellos por completo, sabía que no le harían nada , que solo estarían ahí quietos y espectantes mientras él se lo pasaba en grande con Laira.

Pronto llegaron a una heladería a la que Gideon propuso entrar.

-Cielo, ¿Que tal si tomamos un vaso de helado de tres chocolates cubierto de sirope y virutas adornado con dos bonitas galletas?-. A Laira le brillaban los ojitos de pura felicidad con la idea.

-Me tomaré como un sí querida mia-. Una vez con el helado en las manos y dos cucharillas decidieron tomarlo en un banquito de un parque cercano pero en cuanto se sentaron...

-Gideon cielo , ¿No notas algo extraño?-. Gideon negó con la cabeza aunque en verdad no solo lo notaba, lo veía , buenas docenas de fragmentados les rodeaban observándoles, en ese momento escuchó el susurro de Arial en su cabeza.

-Póngala a salvo maestro... corra... estáis en serio peligro-.
El conjurador se pusó alerta inmediatamente, la situación no le gustaba para nada y menos lo que iba a tener que hacer.

- Laira , perdóname te lo ruego pero debemos volver cada uno a su casa ya mismo-. Trató de mirarla ocultando la sensación que le confería ser sabedor de lo que pasaba.

- Pe-pero cielo no entiendo , ¿Qué te ocurre? No te veia tan tenso desde aquella vez en el bosque que nos pareció oir una manada de lobos- Laira había detectado perfectamente las sensaciones de su amado pero también sabía que si se ponía así algo grave debía pasar, lo cual la preocupaba demasiado, temía por él.

-Iré a casa nyu pero... prométeme que me dirás todo lo que pasa cielo, me preocupas -. Gideon la besó y asintió como despedida , si a ella le pasara algo no podría soportarlo. Laira salió corriendo a casa rezando para sus adentros para que no pasara nada grave.

-Arial aparece, dime que narices está pasando ahora y qué quieren estos insignificantes espectros-. Arial respondió a la invocación brotando una vez más del ojo de Gideon.

-Maestro s-son fragmentados quieren su energía y s-su alma e-espántelos antes de que se forme una Sombra y-y nos devoré-. Gideon se molestó levemente -¡Vosotros!, ¡Me arruinasteís la tarde!, ¡No sois humanos!,¡No sois monstruos!,¡No sois sensuales!, ¡No sois nada!-.

Alzó la mano en dirección a los fragmentados, pensó en un aullido que helaba la sangre e imagino como el viento se arremolinaba al compás del aullido entonces.... -¡VIENTO AULLANTE!-. Remolinos de viento que resonaban como el aullido de una manada de lobos espectrales, borraron de la zona de un solo golpe a todos y cada uno de los fragmentados. Curiosos trozos parecidos a gemas quedaban en el suelo como único resto de aquellos seres.

-¡Maestro ha estado maravilloso, prodigioso, magistral incluso!. Ahora recoja esas gemas y atesorelas son fragmentos de alma, muy útiles para un conjurador-.

La dama de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora