20.- Sesión de fotos

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 747.


20.- Sesión de fotos

Gabriel le había enviado un e-mail de madrugada citándola a las diez y media de la mañana en la plaza del Trocadero. El tintineo de la notificación la había despertado. Gabriel no había dado ningún tipo de pista sobre qué iban a hacer allí o si, realmente, el diseñador pensaba salir de casa para verla. La incertidumbre la mantuvo toda la noche con los ojos abiertos como los de un búho.

Marinette no esperó a que fueran las siete para levantarse y desayunar sin dejar de pensar en lo que podía esperarla a las diez y media. Deseó por un instante no haberse mudado porque podría haber hablado con su padre, en la panadería, hasta que le hubiera hecho la hora de ir a Trocadero y así calmar un poco sus nervios. Pero estaba sola, bueno, con los kwami, pero con ellos no podía parlotear de nimiedades ni trivialidades.

Se puso un vestido cómodo y fresco, de un bonito tono plateado rematado en negro con un bordado en los bajos que parecía un millar de mariposas negras. Había diseñado aquel vestido durante uno de aquellos días de rabia y frustración por no ser capaz de dar con Hawk Moth para arrebatarle su prodigio y con el recuerdo de Chat Blanc asediando desde un rincón oscuro de su memoria. Lo había odiado nada más acabar de diseñarlo, sin embargo, hasta que no lo hubo confeccionado no había podido sacarlo de su mente. Al final, aquel vestido surgido de una pesadilla había acabado por ser su preferido, se sentía cómoda con él, casi como si no llevase nada.

Lo primero que vio al llegar a Trocadero fue a Nathalie de pie, impasible, como si fuese una estatua. Tendría que haberlo sabido, Gabriel Agreste pocas veces pisaba la calle y no iba a hacer una excepción por ella, le hablaría a través de la Tablet, como hacía siempre con todo el mundo.

—Llega pronto, señorita Dupain-Cheng —musitó Nathalie acomodándose las gafas con gesto distraído—. Ya lo tenemos casi todo listo.

—Buenos días. ¿Listo?

La secretaria pulsó el botón de encendido de la Tablet y la imagen de Gabriel surgió frente a sus ojos, rostro impasible, mirada severa.

—Buenos días, señor Agreste.

—Me alegra verla señorita Dupain-Cheng a pesar de... haberla citado con tan poca antelación.

—Está bien, no pasa nada. —Reprimió el impulso de decirle que no tenía nada más que hacer, que con Adrien fuera de París sus días transcurrían entre el atelier y el sofá, porque su relación con Adrien era un secreto—. He arreglado mi agenda para evitar retrasos.

Gabriel asintió complacido con eso tal y como había supuesto Marinette.

—Espero que esté preparada para dar un paso al frente en su carrera. Es una diseñadora prometedora y no hay ningún motivo para mantenerla en la nevera más tiempo —explicó con un cierto tono de orgullo en su voz—. Le he arreglado una entrevista con una de las revistas de moda más importantes del mundo.

»Espero que se muestre colaboradora y participe también en la sesión de fotos que han organizado.

—Pero, señor Agreste, no he hecho ninguna prueba de vestuario para ningún modelo, puede ser un desastre absoluto.

—Conoce al modelo y su ropa no necesita arreglo alguno para él.

Marinette frunció el ceño ligeramente, sólo había tres modelos a los que su ropa les quedaba como un guante. Adrien, Luca y Juleka. Luca y Juleka no tenían suficiente experiencia en el mundo del modelaje, así que Gabriel no confiaría en ellos para algo tan importante. Eso dejaba a Adrien, pero estaba en Londres y, hasta donde ella sabía, seguiría allí una semana más.

—Tengo que dejarla, le deseo buena suerte.

—Ah...

La imagen de Gabriel se desvaneció, Nathalie se acomodó de nuevo las gafas y le puso una mano sobre los hombros para dirigirla a la zona de escaleras.

—No hay ningún motivo para que salga mal —le susurró Nathalie a lo que Marinette asintió.

Si antes estaba nerviosa ahora podía decir que estaba histérica. ¿Qué modelo habría elegido Gabriel? Estaba a un paso del desastre absoluto y no tenía nada bajo control.

Lo primero que vio Marinette al bajar las escaleras fue una cabellera rubia que sería capaz de reconocer en cualquier parte. Respiró aliviada, si el modelo era Adrien nada podría salir mal. Contuvo las ganas de correr a su lado y comérselo a besos, aunque no pudo evitar que sus miradas hablasen de más durante aquella sesión de fotos.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Este reto se me está yendo casi todo al futuro sin que pueda evitarlo, los ciegos adolescentes no quieren colaborar con la tortura.

Adrinette en abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora