Capitulo 19

125 7 0
                                    

Subían las escaleras sin soltarse de la mano, cuando unos disparos comenzaron a sonar.

— Están atacando a los suyos también… Dijo Kusano. 

—¿Están matando humanos?— Aram sonaba muy preocupada.

—No parece que tengan ningún método para diferenciarnos de los suyos, parece que han tomado la decisión de abatirlos a todos, sin importar si son humanos o parásitos, quieren ganar cueste lo que cueste. 

—No permitiré que me mate un ser humano. Dijo Aram furiosa.

Kusano la miró mientras corrían por un largo pasillo.

—Lo mismo digo.

Se metieron en una oficina grande y amplia sin cerrar la puerta, para poder oír cuando llegaran.

—Escóndete detrás de la mesa.— Le dijo Kusano fríamente. 

—¿Y  tú qué?— Aram estaba asustada por la seguridad de Kusano, y ya le costaba ocultarlo.  

—Me quedaré aquí y destrozare a todo aquel que cruce esa puerta. 

—Tienen armas... ¡te van a matar kusano!— Sus ojos se volvieron vidriosos.

—Soy rápido, no te preocupes, si no quieres morir en manos humanas asegúrate de no salir de ahí. 

Aram asintió temerosa. Los disparos seguían sonando, mientras Kusano esperaba a que los humanos llegarán. Él sabía que algunos de los suyos ya habían sido abatidos, pero prefirió no decir nada, tampoco entendía bien por qué razón estaba protegiendo a la chica pero en esa situación decidió no pensarlo mucho. 

Mientras, Aram estaba pensando en por que Gotou se había ido detrás de Hirokawa, un sentimiento de celos brotó dentro de ella.

—¿Qué narices estará haciendo?— no pudo evitar preguntárselo furiosa. 

La energía de Gotou venía de la parte alta del edificio, ella sabía que no estaba luchando, en ese caso solo quedaba la opción de que estuviera con Hirokawa. No entendía por qué la había dejado sola en esa situación.

—¡Ya están aquí!— susurró Kusano.

Cuatro humanos con chalecos antibalas y totalmente cubiertos se asomaron a la puerta apuntando directamente a la cabeza de kusano.

—¡Fuego!— Gritó uno de ellos.

 Dispararon hacia Kusano todos a la vez y la humareda causada ocultaba lo que debería ser el cadáver, pero al disiparse se dieron cuenta de que no estaba allí, eso los asustó, con un movimiento fugaz los cuerpos de tres de los soldados cayeron mutilados al suelo, la sangre formaba un charco enorme, el único que quedaba se giró aterrorizado y vio al monstruo tras de él, de su cabeza salían dos tentáculos con afiladas cuchillas, el hombre reaccionó rápido y trato de disparar pero los tentáculos eran más rápidos aún, al igual que los otros tres este cayó al suelo descuartizado por las cuchillas. 

Aram lo observó todo desde detrás de la mesa.

—¡Increíble!.— dijo emocionada.

Kusano cogió una de las armas de los cadáveres y se la lanzó a Aram. 

— La necesitas…

Más humanos llegaron rápidamente y estos ya no avisaban del fuego, disparaban a discreción, Kusano saltaba de un lado a otro por las paredes de la oficina tratando de esquivar todos los proyectiles pero ahora era incapaz de acercar los tentáculos a ellos para poder matarlos, eran rápidos, ni siquiera sabía cuántos habían, la situación empeoraba no paraban de llegar humanos los cuales se unían a los otros y disparaban. Una de las balas impactó en el hombro de Kusano y lo desequilibró cayendo al suelo, Aram lo vio aterrorizada apretando los puños y dientes. Kusano trato de incorporarse rápidamente pero varios disparos más le alcanzaron, en el estómago y pecho.

—¡Ya es nuestro! 

Kusano ya aturdido lanzó los tentáculos con cuchillas hacia ellos y logró decapitar a dos, pero las balas impactaron en su cuerpo por todas partes, el cuerpo cayó pesadamente contra el suelo y todos detuvieron el fuego. 

—Este a sido duro… han habido seis bajas…— Uno de ellos se acercó al cuerpo y le disparó en la cabeza a quemarropa. 

—Sigamos…— salieron de la oficina. 

Aram se acercó gateando hacia el cuerpo de Kusano, todo estaba manchado de sangre, las paredes, el techo, las ventanas, parecía una carnicería. 

— Kusano...— Acarició su destrozado rostro totalmente irreconocible, manchando su mano de sangre.

El cuerpo estaba totalmente muerto y destruido. Ella abrazó fuertemente lo que quedaba de él, cubriendo su blanca camisa y brazos de sangre, el llanto era silencioso, las lágrimas caían y se mezclaban con la sangre. 

—¿Porqué?...— susurraba —vosotros no decidís si tienen o no derecho a vivir, ellos solo quieren aferrarse a la vida… solo quieren vivir…— Se lamentaba con gran pesar.

Después de un par de minutos aferrada al cuerpo inerte de Kusano, recogió el arma que le había dado.

—¡Os haré pedazos!— exclamó con un gruñido, apretando los dientes— Mataré a todos los que pueda...— Se alzó y se quitó los tacones, caminando descalza salió de la sala, dejando atrás el cadáver del parásito que le había salvado la vida en dos ocasiones. 

MI CARNE HUMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora