🌹Capítulo Veintiuno🌹

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Pov Midoriya, un mes después...

Ha pasado aproximadamente un mes, y mi Kacchan se ha ido deteriorando lentamente. Su salud se ha vuelto cada vez más frágil: su masa muscular se ha desvanecido, su cabello ha desaparecido, sus ojos han perdido el brillo, y sus esperanzas se han hecho añicos, al igual que mi corazón. Ya no puede moverse sin su silla de ruedas, lo que lo exaspera profundamente. Cada noche llora, suplicándome que lo deje, que busque la felicidad con alguien más, que no merezco sufrir, sino ser amado, un amor que él ya no puede darme. Sin embargo, siempre le digo que estaré a su lado, pase lo que pase. Su cumpleaños será en una semana, y he estado planeando algo pequeño, pero no sé cómo lo recibirá. Ha estado ausente este mes, y nada parece animarlo. Solo quiero que sea feliz en el tiempo que le queda. Si pudiera bajar las estrellas para él, lo haría, solo para verlo sonreír. Y si pudiera cambiar mi vida por la suya, lo haría sin dudar un segundo.

He estado organizando una sorpresa para su cumpleaños, asegurándome de que todo salga perfecto. Quiero que brille como las estrellas ese día. Mientras hablaba con Mitsuki, me pidió que lo llevara un rato para que ella pudiera cantarle. No pude negarme, después de todo, sigue siendo su hijo. Mientras me sumía en mis pensamientos, un estruendoso ruido me sacó de golpe. Corrí hacia la habitación y encontré a mi Kacchan tirado en el suelo. Me acerqué para ayudarlo, pero se negó.

—Ya me basta con ser un inútil, Deku. Solo déjame hacer esto por mi cuenta —dijo con una voz apagada y cargada de tristeza.

—Pero Kacchan, sabes que no me importa ayudarte —respondí, sintiendo un nudo en la garganta al ver su reacción.

En ese instante, vi cómo el amor de mi vida comenzaba a llorar nuevamente. Sabía lo difícil que era para él; antes era independiente, y ahora depende de otros para hacer lo más simple. A veces se aleja de mí, como si pensara que no lo amo o que podría rechazarlo por su condición, cuando la verdad es que lo amo más que nunca. Lo he amado desde el primer día en que lo conocí y lo seguiré amando hasta el final. Le haré saber, cada minuto, cada hora, cada día, que con cada mirada, mi amor por él crece. Mientras volvía a ofrecerle mi ayuda, sus palabras me atravesaron como un cuchillo.

—De...ku... deberías ser feliz con alguien más, con alguien que te valore y te ame por siempre —dijo, con lágrimas y sollozos que rompieron el silencio.

Antes de que pudiera responder, tomé su rostro entre mis manos y lo besé, sintiendo sus labios partidos y resecos.

—No me pidas que te abandone, porque si no es contigo, no será con nadie. Mi corazón te pertenece, Kacchan. Eres la razón de mi felicidad, mi meta, mi sueño. Eres mi todo, y sin ti, no soy nadie. Quiero que sepas que cada día me enamoro más de ti, sin importar tus defectos o errores. Estaré aquí, contigo, hasta el final, en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en las malas, hasta que el tiempo se agote —dije con voz quebrada, sintiendo el dolor de su petición.

Lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, al darme cuenta de que pronto me será arrebatado sin que pueda hacer nada para evitarlo. Nos abrazamos, y en ese momento, todo lo demás dejó de existir. Solo quería memorizar su aroma, grabarlo en mi piel y en mi alma, porque sé que llegará el día en que ya no estará.

Hoy es un día especial. Mi solecito cumple años, pero el brillo de la celebración se ve empañado por la tristeza que nos rodea. Han sido siete días de preparativos para su vigésimo séptimo cumpleaños, un hito que debería ser feliz, pero que ahora se siente como un recordatorio doloroso. Parece que Kacchan ha olvidado qué día es hoy, y aunque intento mantener el ánimo, sé que la sombra de su enfermedad está siempre presente. Aun así, decido sorprenderlo con su desayuno favorito: hotcakes, tocino con tostadas, un tazón de frutas frescas y jugo de naranja natural. Mientras termino de preparar todo, Mitsuki me llama para confirmar que todo está listo en su casa para recibir a Kacchan, pero antes quiero darle una sorpresa aquí.

Con el desayuno listo, me acerco a su habitación en silencio. Encendí la vela sobre los hotcakes y comencé a cantar suavemente mientras entraba. Sin embargo, su mirada de tristeza me detuvo. Dejé de cantar, me acerqué a él y le pedí que pidiera un deseo. Fue entonces cuando cometí un gran error.

—¿Me pides que desee algo cuando ni siquiera tengo ánimo? Estoy en una situación en la que ni un simple deseo puede cambiar nada, y si pudiera pedir algo, sería mi muerte —dijo con una frialdad que me dejó helado.

Su respuesta me atravesó el alma. Sabía que no debía insistir, pero mi intención solo era darle un pequeño respiro de tanta oscuridad. Mientras intentaba procesar sus palabras, sentí su mano sobre la mía. Me giré para encontrarme con su rostro abatido, sus ojos apagados, pero llenos de una tristeza que me rompió el corazón. Me pidió que me sentara a su lado, y así lo hice. Colocó la bandeja a un lado, su mirada fija en la pequeña llama que titilaba en la vela. Después de unos segundos, apagó la llama y rompió el silencio.

—Perdóname, Deku. Sé que intentas animarme, y lo agradezco. Siento haber dicho eso. ¿Quieres saber qué pedí? —preguntó, con una nostalgia que me desarmó.

—No te preocupes, amor. Lo entiendo. ¿Qué pediste? —le respondí, forzando una sonrisa que apenas pudo contener mi tristeza.

—Pedí que hoy fuera un día maravilloso, que pudiera pasar un momento más contigo, incluso después de que me haya ido. También pedí que pudiéramos ver la lluvia de estrellas juntos una vez más —dijo, con una sonrisa triste que hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas.

—Sabes que la veremos, amor. Nunca nos la perderemos —le respondí, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, compartiendo un momento que ambos sabíamos, era fugaz, pero infinitamente valioso.

Mientras hablábamos, el tiempo voló. Ahora me encontraba ayudándole a acomodarse en su silla de ruedas para salir y dirigirnos al lugar que había reservado para él, sin revelarle aún la última sorpresa que esperaba le gustara. Una vez que estuvo acomodado en el auto, partimos en silencio, un silencio que se sentía cómodo, casi necesario. Minutos después, llegamos. Le ayudé a bajar y a volver a colocarse en la silla, y juntos nos dirigimos hacia el interior del establecimiento, un lugar tan elegante como había imaginado.

Nos llevaron a una mesa apartada, tal como lo había pedido. Kacchan me observaba con una mezcla de sorpresa y curiosidad, pero no dijo nada. Pedimos nuestra comida, que no tardó en llegar. Mientras comíamos, compartimos conversaciones ligeras y risas que, por un momento, nos permitieron olvidar la gravedad de nuestra realidad. Ver su sonrisa me dio una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo.

Cuando terminamos de comer, solo quedaba el postre: un bizcocho de melocotón con almendras y helado de vainilla, que Kacchan disfrutaba con entusiasmo. Aproveché un momento en el que dejó caer la cuchara para arrodillarme frente a él, sacando una pequeña caja de terciopelo rojo. Vi cómo sus ojos se agrandaban, llenos de asombro, cuando abrí la caja para mostrarle un anillo de oro blanco con rubíes incrustados.

—Sé que estamos atravesando uno de los momentos más difíciles, pero no me rendiré hasta verte feliz. Eres mi motivo, mi meta, mis sueños, mi universo y las estrellas que lo iluminan. Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado, sin importar lo que pase, porque te amo. No hay nadie más en este mundo a quien podría amar como a ti. Desearía que no tuvieras que sufrir de esta manera, pero jamás me apartaré de tu lado. Quiero seguir enamorándome de ti cada día que tengamos juntos. Kacchan, ¿aceptas ser el amor de mi vida para toda la eternidad? —le pregunté, sintiendo mi corazón acelerado.

Vi cómo Kacchan, con lágrimas en los ojos, cerraba la cajita y me miraba con una tristeza abrumadora.

—No soy digno de un regalo tan hermoso, amor mío. Sé que estarás a mi lado sin importar qué, pero no puedo atarte a mí sabiendo que no me queda mucho tiempo en este mundo. Siempre te amaré, Deku, en esta vida, en la eternidad y en cualquier otra que venga después, pero ese anillo deberías guardarlo para alguien más. —su voz era un reflejo del dolor que ambos compartíamos.

No pude evitar que las lágrimas comenzaran a brotar. Sabía que tal vez era demasiado tarde para proponerle algo así, pero no podía imaginar una vida sin él. Si no es Kacchan, no será nadie más.



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Edición 2 de septiembre de 2024.

🥀Te lo prometí...¿Te acuerdas?🥀🌹DekuxKacchan🌹Finalizada🪷}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora