Pov...
-¿Duele? -pregunta el hombre con anteojos.
-No, ya no duele - asentí ligeramente antes de responder.
-¿Por qué ya no duele? -insiste, su mirada fija en mí como si pudiera leer más allá de mis palabras.
Solté un suspiro y bajé la vista hacia mis manos temblorosas, buscando una explicación que apenas comprendía.
-Porque llega un momento en que todo lo que una vez dolió se desvanece, como si el sufrimiento se agotara por completo. No duele, pero quema saber que todo ese dolor, las lágrimas, las noches interminables sin dormir, y todos los esfuerzos por seguir adelante fueron en vano. No, ya no duele, pero es porque he dejado de luchar. La vida se vuelve insignificante, todo se convierte en una sombra de lo que fue, solitario, triste, oscuro... vacío. Nada volverá a ser como antes, lo sé, pero no soy nada sin él, "no me resigno a vivir una vida sin su presencia" -mi voz temblaba entre la seriedad y el dolor que intentaba contener.
El hombre mantuvo su compostura, analizando mis palabras antes de preguntar de nuevo.
-¿Por qué no simplemente lo dejas ir? -su tono era firme, casi imperativo.
Le miré directamente a los ojos, buscando un rastro de compasión.
-¿Por qué debería? ¿Es acaso una obligación dejar ir aquello que me hizo feliz? Lo que amé, lo que alguna vez me dio una razón para vivir. ¿Dígame por qué debería? -sentí cómo la rabia crecía en mi pecho, alzando mi voz.
El hombre soltó un largo suspiro, ajustando sus anteojos antes de continuar.
-Por la simple razón de que puedes seguir adelante. No todo está perdido. ¿No has pensado en volver a ser feliz? -dijo, mientras su pluma se deslizaba sobre mi expediente.
Solté una risa amarga, bajé la cabeza y dejé que mis últimas palabras fluyeran como un veneno:
-¿Alguna vez has visto un jardín lleno de flores, donde una sola especie hace feliz al jardinero? Sin importar cuántas flores haya, él las cuidará y amará porque... -me interrumpió antes de que pudiera terminar.
-¿A qué viene toda su metáfora, caballero? -pregunta el doctor, visiblemente confundido, intentando comprender el sentido detrás de mis palabras.
Lo interrumpí antes de que pudiera continuar, mi mirada seria y penetrante, decidida a no dejarme desviar.
-Aún no he terminado, doctor. Quiero que entienda algo fundamental: no es, ni será nunca lo mismo, amar a alguien, ni hacerlo feliz, cuando sabes que no es esa persona -repliqué, mi voz cargada de una mezcla de irritación y una tristeza que no podía ocultar.
El doctor frunció el ceño, pero guardó silencio, permitiéndome continuar.
-Cuando un jardinero cuida de un jardín lleno de flores únicas, lo hace con amor, dedicación y un deseo profundo de protegerlas a toda costa. Pero si esas flores, en las que ha invertido su vida, comienzan a marchitarse lentamente ante sus ojos, sin que él pueda hacer nada para salvarlas, ¿cómo cree que se sentiría ese jardinero? -dije, con un tono frío, casi distante, mientras mis propias palabras resonaban en mi mente.
El doctor carraspeó, tomando un momento para elegir sus palabras con cuidado antes de responder.
-Bueno, en esos casos, caballero, supongo que el jardinero se sentiría profundamente incompetente, abrumado por la tristeza, la frustración y la ira, al ver cómo todo su esfuerzo se desmorona ante él. Pero, recordemos que no estamos hablando de un jardinero ni de flores; estamos hablando de usted y de su difunto esposo. Si trazamos un paralelismo, el jardinero podría volver a plantar, y usted... usted podría volver a vivir -argumentó el médico, con una leve nota de persuasión en su voz.
Un fuego de enojo se encendió en mi interior, y mis ojos se clavaron en los suyos, desafiantes.
-No creo que su comparación sea adecuada. Cuando amas a alguien con cada fibra de tu ser, nada ni nadie, por más parecido que sea, podrá ocupar ese lugar. No importa cuántas veces se comience de nuevo, ni cuánta dedicación, tiempo o amor se invierta en otra persona. El vacío de desear que sea él y no alguien más, nunca desaparecerá. Es como un rompecabezas: miles de piezas pueden parecer similares, pero si no encajan, no tienen ningún valor. Para mí, él nunca podrá ser reemplazado, ni por sus palabras, ni por las expectativas de la sociedad, ni por ninguna otra cosa -mi voz era firme, pero cargada de una desesperación contenida.
El doctor se quedó en silencio, y en ese momento, supe que no había nada más que decir. Me levanté de la silla con determinación, sintiendo el peso de la conversación en mis hombros.
-¿Alguna vez ha intentado juntar las piezas de un rompecabezas sabiendo que la pieza clave se ha perdido para siempre? Así me siento yo, doctor. Y por eso, esta conversación ha llegado a su fin -concluí, caminando hacia la puerta sin esperar respuesta.
Abrí la puerta y, con un último vistazo, salí del consultorio, dejando atrás un silencio cargado de palabras no dichas.
Pov...
Tras levantarme e irme de la consulta sin dar oportunidad al psicólogo de decir más, me dirigí hacia casa, sintiendo que había tenido suficiente por hoy. Me preguntaba cómo alguien con un título profesional podía ser tan insensible al sufrimiento ajeno. Se creen que, con unas palabras vacías, todo queda resuelto, como si fuera tan fácil. "Sigue adelante", me dicen, como si realmente entendieran lo que significa atravesar un dolor tan profundo. Mientras el psicólogo saldrá y encontrará a alguien esperándolo con ansias en casa, yo solo puedo aferrarme a la fantasía de que él está allí, esperando mi regreso.
¿Cómo se puede alentar a alguien que no quiere ser alentado? ¿Cómo decirle a alguien "vive" cuando ha perdido el deseo de vivir? ¿Cómo invitar a alguien a amar cuando el ser amado ya no está, o más bien, cuando el único amor que realmente importaba se ha ido?
Me detengo en seco al ver qué pequeñas gotas de lluvia comienzan a caer alrededor mío. Por inercia, levanto el rostro hacia el cielo, sintiendo cómo las gotas frías y pesadas impactan mi piel, empapándome lentamente. La lluvia es fría y constante, y de alguna manera, me resulta extrañamente reconfortante. Es como si el cielo compartiera mi dolor, como si las lágrimas del cielo fueran un reflejo de las mías. En ese momento, mientras las gotas caen sobre mí, siento que la lluvia entiende el vacío que llevo dentro, que el cielo también está lamentando la ausencia de lo que una vez fue.
El mundo a mi alrededor se desdibuja en un gris borroso, y me doy cuenta de que, aunque las gotas de lluvia empapan mi cuerpo, no pueden llenar el vacío que siento en mi corazón. Sigo caminando bajo la lluvia, sin prisa, permitiéndome sentir cada gota como una compañía en mi soledad.
-Esto es una mierda, ¿no es así? O mejor dicho, me veo como una mierda. Eso es algo que dirías tú, Kacchan. Supongo que hoy será otro día interminable, un día más en el que sigo muriéndome en vida -dije con una voz cargada de melancolía, la tristeza reflejada en cada palabra.
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Edición 29 de agosto de 2024.
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🥀Te lo prometí...¿Te acuerdas?🥀🌹DekuxKacchan🌹Finalizada🪷}
Fanfiction🌹Te prometí la vida y las estrellas, pero te fuiste llevándote mi vida y convirtiéndote en una estrella🌹. 🌹Fanfiction My hero academia🌹 . 🌹Los personajes le pertenecen Kōhei Horikoshi🌹. 🌹La historia trata de una joven pareja la cual viven de...