Capítulo 23

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CAPÍTULO 23

Era sábado, mi día libre en la compañía.

No tenía pensado hacer nada hasta que me dieron ganas de comer un dulce y pensé en la cafetería que estaba a unas cuadras.

«Más vale que haya wifi allá », medite mientras pensaba en hacer las compras, la cuestión radicaba en ver dónde demonios había por ahí cerca algo parecido a una tienda de venta de comida.

Llevaba una semana completa sin comer unas donuts con nutella ¡eso no podía ser posible! Esas donuts tan deliciosas que vendían en la cafetería con glaseado...rellenas de nutella y muy esponjosas...de esos dulces que te hacían agua la boca.

«¡Dios!, ¡Voy a morir!» gemí interiormente mientras se me hacía agua la boca imaginando el sabor en mi paladar.

¿A quién no le gustaba la nutella? Porque yo la amaba, si no quieren me la pueden regalar, no tendré ningún problema en aceptarla. Y si hay alguien que se preocupe porque consumo mucho esa suculenta crema de avellana, no se mortifique que yo me la comeré toda, puedo comerla de todas las maneras y si es con esas donuts sobre todo los que tienen glaseado de fresa por encima mejor.

Salí a la calle con un impermeable, el clima no estaba a mi favor, pero nada evitaría que fuera por esas ricas donuts.

En cuanto llegué a la vitrina de aquella cafetería mi baba comenzó a caer inconscientemente.

—¡Oh mi dios! —susurré detallando todo los dulces que estaban bañados en esa deliciosa crema de avellana y a un apuesto chico atendiendo.

«Madre Santa, ¿De dónde salían los hombres que últimamente ha conocido?»

—Creo que vendré más seguido—dije para mi mientras sonreía al chico detrás de la vitrina cuando se disponía a atenderme.

—Con placer y respeto la atenderemos —contestó el chico con un acento español que le quedaba de maravilla.

«Tierra, ¡Mátame!», pedí al darme cuenta que lo había pensado en voz alta.

—¡Hola! —exclamé con los cachetes calientes, seguro estaba como un tomate, pillada y de remate con una respuesta.

—¿Quieres uno de esos? —preguntó con una sonrisa señalando las donuts rellenas de nutella y glaseado de fresa, casi que suelta la carcajada.

—Dime que t—jadeé olvidándome por un segundo lo que iba a decir. Nota mental; no creer que todos los hombres son idiotas. Para mi sorpresa aquel chico soltó una carcajada y sacó una bandeja repleta del mostrador de donuts con nutella.

—Creo que Cupido me ha flechado... —susurré.

«¿Encima de estar como un pan con nutella, vende de ellas? » Que me digan donde firmo, seguro Jareb no tendría problema si me enamoraba y dejaba nuestro trato a un lado. En fin, lo nuestro nunca iba a ser posible.

—¿Por la nutella o las donuts? —preguntó con doble sentido haciendo que me pusiera más roja de lo que estaba, seguro ahora era un pimiento.

¡No me jodas que lo he mencionado en voz alta otra vez!

—¡Claro!, ¡Amo la combinación de la donuts con la nutella —exclamé.
«Casi tanto como tu bañado en esa crema, ¡Annie, mejor estate callada! ».

Gracias a ese chico, me enteré de que tenían dulces sin azúcar que seguro podría llevarle a Nicolás para que se endulce un poco. Ese hombre vivía sumergido en la empresa, pero sin duda alguna era el mejor, nunca se quejaba de mi falta de responsabilidad, solía decir: «Esmeralda eres joven y entiendo que debes buscar y encontrar tu destino, saber lo que quieres hacer en tu vida y hasta dónde quieres llegar ». Lo apreciaba, nunca me ha dejado sola en los momentos que más lo he necesitado.

Perdona pero me enamoré ©   COMPLETA ✔( EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora