Capitulo I

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Wei WuXian estaba sentado de piernas cruzadas y ojos cerrados, espero a que la poca energía espiritual que su cuerpo había aceptado, terminara de circular por todas sus extremidades antes de abrir los ojos.

La luz del día lo cegó por unos instantes.

Habían pasado dos días desde que Wei WuXian había despertado; dos días en la postura del Loto, esperando por fin sentir que sus sentidos regresaban a él.

Muchos años habían pasado desde la última vez que percibió los olores y sonidos de su alrededor.

Desorden y suciedad lo rodeaban. Wei WuXian tenía una sola palabra para esto, deplorable. La cueva no parecía habitable, mas allá de hojas dispersas, tarros vacíos de alcohol, y fragmentos rotos de un espejo, solo había un brasero encendido y un conjunto de mantas sucias en una esquina.

Miro hacia la esquina llena de mantas con condencedencia, había un cuerpo tendido en el suelo: Wen Ning, El General Fantasma, el que estaba loco por las malas palabras, el que provocaba a miles de cultivadores y luego le echaba la culpa a otros, y el que odiaba estar muerto.

Cuando se percato de la mirada sobre él, Wen Ning comenzó a murmurar por lo bajo y aunque no los necesitará, soltar suspiros exagerados.

—¿Y tú que me miras tanto? Vete a la mierda.

—¿Qué haces? —preguntó,
no reconociendo su voz.

—¿Qué no es obvio, idiota? Dormir.

—No puedes dormir.

—¿Quién dice?

Síntiendo que la cabeza se le arremolidaba y palpitaba ante el tono de voz con que se formuló la pregunta, con todo su control Wei WuXian dijo:

—Wen Ning estas muerto.

Wen Ning se levanto, le arrojó las mantas; se enfado más al ver que esquivo su proyetil de suciedad y lo maldijo en voz alta. Sí hubiese podido, también lo hubiese escupido en la cara.

—Tienes la sensibilidad de una piedra, ¿te lo han dicho antes?

Muchas más veces de lo que podría contar.

—Mmm.

—¡Quiero que sepas que prefiero mil veces al muchacho llorón que a ti! ¡Mierda! No puedo creer que lo haya ayudado a traerte de vuelta. ¡Estabas muerto y ahora, regresaste y ni así cambias esa actitud de mármol frío!

Wei Wuxian pensó con cansancio ante tantas palabras: Estaba muerto y puedo volver a estarlo sí no dejas de hablar.

Recogió el fragmento mas grande del espejo y se enfrentó a su reflejo.

Era un rostro joven y elegante. Tan brillante como el beso de los rayos del sol: cejas lisas, ojos intensos y labios finos, en definitiva una cara que no debería mantener una expresión tan severa hasta el punto de ser rígida e inquebrantable, como ahora lo hacia.

Era el rostro de Mo XuanYu, no la del Patriarca Yiling, quien se suponía había muerto hace trece años: Wei WuXian.

—Hablame de Mo XuanYu.

—¿Quién?

—El muchacho llorón.

—¡Ah, cierto, así se llamaba! Pues...

La mirada de Wei WuXian se intensifico casi imperceptible mientras mas escuchaba.

Mo XuanYu era considerado como un Dios dentro y fuera de la familia Mo: desde temprana edad había demostrado tener una capacidad de aprendizaje excepcional, había sido elegido por el líder de una secta prominente para ser su discípulo e hijo adoptivo y cuando se trataba del cultivo demoniaco, tenía eso; cualificación y el auto-control requerido.

Una Canción de BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora