Deja de comer.
Come más.
Estas muy delgada.
Asco gorda.
Pareces un esqueleto
¿Por qué no paras ya?
¿No comerás?
¿Sigues comiendo?
Estas muy débil
Como que subiste de peso ¿no?
—Basta.—una voz me hace sobresaltar.
Mis ojos se abren y me encuentro con dos parece de ojos castaños en el reflejo del espejo.
Mi prima se acerca a mí y me toma de los hombros abrazándome por detrás.
—Yo no...—trato de justificarme.
—Te ves hermosa Mia, eres hermosa.—Sonrío con los labios cerrado y la abrazo a ella mucho más fuerte.— Es momento de celebrar, dieciocho años no se cumplen todos los días.— se despega de mí y empieza a bailar antes de salir del cuarto diciéndome que los invitados llegarán pronto.
Me río al verla y me quedo con la sonrisa en mi rostro cuando se va.
Mi vista regresa a mi reflejo y la verdad, luego de mucho tiempo, me gusta lo que veo.
Nunca he sido gorda, no extremadamente gorda al menos. Pero flaca jamás he sido.
Las dietas venían, los nutricionistas cambiaban, ejercicios, comida, no comida. Nunca logré llegar a algo que me hiciera sentir bien.
Los comentarios eran crueles pero los que más dolían eran los míos. Ese asco al haber comido algo que sabía bien no quería comer. Ese dolor de estómago, esa hinchazón. Eso era lo que más dolía. Aún duele, pero ahora soy feliz. Por que aprendí a comer, aprendí a que no tiene que importarme tanto y que al comer un mísero dulce, uno pequeñito no va a hacerme gorda instantáneamente.
Empecé una nueva dieta, quitando azúcares y harinas y a los pocos días vi resultados y lo amé. No solo el hecho estar más delgada, mucho más de lo que jamás he estado, pero también porque me encantaba lo que miraba. Esa enorme sonrisa en mi cara. Esa paz mental. Eso es lo que me enamoró completamente.
Ahora estoy aquí, a un par de horas de cumplir 18, a celebrarlo que con mi familia y amigos y me encuentro feliz.
Veo mi reflejo y no puedo evitar sonreír.
El jeans tiro alto y ajustado se adapta realmente bien a mis nalgas, que con mucho trabajo las he formado. Una parte de mi plano abdomen está a la vista ya que la pequeña camisa de tela roja apenas lo cubre. Mis hombros están al descubiertos ya que la camisa solo cubre un poco de mis brazos. Mi cuello está decorado con dos collares plateados, uno simple de cadena que está completamente pegado a mi cuello y el otro un poco más suelto con pequeñas estrellas brillantes.
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Si ellos supieran
Novela JuvenilAlgunas personas tienen suerte en encontrar al amor de su vida desde muy pequeños, yo fui una de esas suertudas. Aunque no todo fue sencillo, nada sencillo de hecho. Fue un desastre, un completo desastre. Si ellos supieran... ...