Acelero el auto lo que hace los tres chicos se sujeten de donde puedan. Noto como mi arrebato los deja sin habla, a mí también en realidad. Mi pulso está acelerado y mi respiración realmente mal.
¿Casa de Carlo? ¿Qué hace ese imbécil aquí cuando su novia está llamándome a más no poder por que está sufriendo o algo?
El enojo producido por mi madre no se compara con el que siento en este momento. Orazia y yo hemos tenido problemas, tanto que he considerado realmente alejarme como Milo y Fabrizia tanto me aconsejan, pero no puedo, simplemente no logro hacerlo por que como Orazia me necesita yo la necesito a ella.
Saber que una persona importante para mí está siendo destruida por gente tan podrida como este grupo me enferma realmente.
De un momento a otro desacelero considerablemente, tanto que la arena sale volante dejándonos ciegos por un momento. Noto como los chicos de atrás quieren reirse, Valentino me mira molesto, y me mira como si me he vuelto loca y quisiera matarnos. Bueno, no matarnos, matarlos si.
Sigo manejando y me concentro en el aire que me pega en la cara, disfruto de la brisa y del indiscutible olor a playa.
Las casas de playa pasan a nuestros lados, sé que aún no estamos cerca de la de Carlo ya que ninguno de los chicos me ha dicho de parar. La casa de los Berlusconi es la última de este sector así que aún me queda bastante camino por recorrer.
Mi celular que está justo en medio de Valentino y yo, empieza a vibrar. Miro rápidamente la pantalla y es el nombre de Isaac que brilla, sé que el chico al lado mio también lo lee.
Valentino frunce el ceño un poco al no reconocer el nombre. Abre su boca para decirme algo pero la cierra. Lo miro desconcertada, indignada por siquiera pensar en tener el derecho de reclamarme nada. Bufo molesta y el chico lo nota, los chicos de atrás también lo hacen por que se ríen al ver a su tenso mejor amigo.
Sujeto el timón mucho más fuerte, irritada y con ganas de aventarlos de mi carro.
—¡Es aquí!—me señalan una casa medio cerca y yo empiezo a desacelerar.
Para mi mala suerte, y como no quería que pasara, varios de los del grupo salen a recibirnos. Uno de los chicos les aviso que llegaríamos así que aquí están.
—Bueno adiós.—digo rápidamente, tratando de que no noten mi respiración agitada y mi nerviosismo picar en mí aun destapada piel. Maldigo a mi madre por quitarme la toalla.
—¿Qué? ¡No! Ven vamos, te mereces una cerveza por traernos, vamos bájate.—dice Vinicio yo me tenso.
—No hace falta, me esperan.—digo trabandome un poco con mis palabras. Pero bueno, el líder del grupo dice salten y claro que nadie puede negarse, le hace una seña a Valentino y este pasa de mí para abrirme la puerta.
Suelto un pequeño grito al sentirlo sobre mí, su brazo pasa justo en medio del timón y mi cuerpo para abrir la puerta. Sé nota que la orden de Vinicio no le hace nada de gracia ya que gruñe un poco. No sé bien si es por el hecho de que le hayan ordenado algo, lo cual no debería ya que todos aquí están acostumbrados a ser perros, o por le hecho de que no le parece la idea de que yo me quede un rato. Como sea, su molestia no esta ni cerca de la mía.
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Si ellos supieran
Novela JuvenilAlgunas personas tienen suerte en encontrar al amor de su vida desde muy pequeños, yo fui una de esas suertudas. Aunque no todo fue sencillo, nada sencillo de hecho. Fue un desastre, un completo desastre. Si ellos supieran... ...