— Como que se están tardando mucho ¿No? — pregunto nerviosa Yoshiko mientras tomaba del brazo a su novio que le empezó a acariciar el cabello para tranquilizarla.
— Llevan como media hora. — supuso Takasugi mientras caminaba de un lado a otro, inquieto.
— ¡No puede ser! — gritaron espantado los hermanos.
— ¿¡Que pasó!? — todos los miraron inquietos, los hermanos veían fijamente sus móviles.
— Apenas son las 4:00am. — respondieron anonadados.
— Si suponemos que se fueron como en media hora, eso quiere decir que... — Nitta fue interrumpido.
— En el Campo del Recuerdo no duramos ni diez minutos. — completó Sorimachi mirando hacia la puerta donde se habían ido sus compañeros de equipo.
Quedaron en un abrumador silencio, esto jamás lo habían pensado que pasaría. Siempre creían que todo lo que tendrían en su mundo era fútbol, fútbol y más fútbol; que equivocados estaban.
Ahora parecían que estaban en una tétrica de película de terror donde tendrían que sufrir solamente por estar en el lugar equivocado, muchos estaban aterrados por no continuar con sus vidas, la habían planeado y ahora ya no estarían. No verían más a sus familias, no continuarían con sus estudios, no jugarían fútbol... No tendrían futuro.
Muchos se desesperaron, algunos caminaban de un lado a otro en completo pánico... Ahora su única esperanza quedaba puesta en sus amigos que se arriesgaron a ir a un lugar donde rondaba un asesino psicópata.
Y hablando del rey de Roma.
Hizo acto de presencia el hombre que los quería ver tres metros bajo tierra y al lado de ellos se encontraban las tres sombras de ojos rojos, el rubio sonreía burlonamente mientras se acercaba a la jaula, estos por acto reflejo dieron varios pasos hacia atrás, excepto el oji-verde, la oji-rosa y la castaña. Los tres detonaban odio hacia el hombre que le había quitado la vida sin piedad a sus parejas, pudieron ver además de que las sombras ya no los lastimaban la luz, eso los preocupó.
Se detuvo a un paso de la jaula al igual que los demonios, se les hacían extrañamente conocidos.
— Vaya, vaya, vaya. ¿Que tenemos aquí? Aún siguen atrapados. — indicó con burla.
— Vete al infierno. — exclamó con odio el de gorra.
— Eso fue cruel. — llevó una mano a su pecho, dolido. Luego sonrió de lado. — Dile a tu novia que me enseñe el camino. — Wakabayashi con la mano abierta le dio un golpe a los barrotes sabiendo que no podría traspasar la barrera, el rubio reía con sorna por la actitud del joven. — Oh, es cierto. No esta aquí... Bueno... Físicamente, no.
Esas palabras hicieron que quedaran confundidos, iban a preguntar de que rayos hablaba pero ya se estaba yendo por una puerta.
— ¡¡Maldito!! — gritó enfurecida la peli-rosa para luego romper en llanto. Fue abrazada por el de gorra que trataba de no llorar.
Todos se quedaron nuevamente en silencio, solamente se escuchaba el llanto de la mánager del Nankatsu y los sollozos de la del Musashi. Se dieron cuenta que las sombras seguían estáticas, observándolos con esos escalofriantes ojos rojos, la oji-rosa al verlos más de cerca pudo darse cuenta de algo, se acercó hasta los barrotes y miró fijamente a una de las sombras, quedó anonadada al detallarlo mejor y sin querer ahogó un gemido.
Todos se quedaron viendo extrañados la reacción de la chica, al estar un poco separados no pudieron escuchar lo que había dicho, solo pudieron ver que la sombra que veía cambió repentinamente el color de sus ojos, ahora eran marrones. Sanae llevó una mano hacia la barrera quedando la palma estirada, no podían entender lo que hacía hasta que quedaron boquiabiertos por lo que pasaba...
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Alma Robada. {Capitán Tsubasa} #1
HorrorQuien diría que por una simple fiesta de celebración se crearía la mayor tragedia que todo Japón haya visto.