『O5』

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Se pasó toda la tarde del día anterior haciendo aquella pequeña y delicada caja de color pastel, adornada con un moño de la misma tonalidad. Era la primera vez que hacía una manualidad de ese tipo, y para su sorpresa no se le daba para nada mal.

Guardó con sumo cuidado los seis bombones con distintos rellenos en la cajita y los puso en su mochila, logrando ingeniárselas para encontrar un espacio y que no se aplastaran.

Justo en el momento en el que había terminado de ordenar todo, la puerta de su casa fue tocada. Se sobresaltó un poco y, apresurado, cerró su mochila. Trató de relajar su cuerpo antes de salir de la estancia, pues estaba tenso y no quería verse sospechoso.

— Hey— lo saludó Seonghwa cuando por fin estuvo afuera— ¿Vamos?

Yeosang asintió en silencio y, luego de que asegurara con llave la puerta, ambos comenzaron a caminar hacia la escuela. Hace no más de un par de días habían empezado a ir juntos. El mayor pensaba que era una bueno para reforzar la idea de su "relación".

El clima de aquel miércoles estaba un poco más fresco de lo normal. Algunas ráfagas de viento suaves pero aún frías golpeaban el rostro de los muchachos. Era temprano para saberlo, pero estaban seguros de que el resto del día se mantendría nublado.

— ¿Dormiste anoche?— preguntó Seonghwa con interés.

— Por suerte— respondió el castaño sonriendo algo apenado.

La noche anterior, exactamente durante la madrugada, se había dado una muy fuerte lluvia. Park era consciente del gran miedo que su amigo le tenía a las tormentas, incluso podía llegar a hablarse de una fobia, por lo que apenas empezó a escuchar truenos lo llenó de mensajes y no tardó en recibir una llamada del menor. Estuvo quizás unos quince minutos calmando al chico, y el resto de la llamada se la pasó tratando de distraer la atención de Yeosang, contándole cualquier anécdota que se le cruzara por la cabeza. Afortunadamente, lo había logrado, pues cuando menos se dio cuenta su amigo se había quedado dormido.

Kang no se mostraba vulnerable frente a cualquiera. No recurría a alguien si se sentía mal o, como en ese caso, tenía miedo. No era una opción para él, a menos que se tratara de Park Seonghwa, quien lo calmaba más rápido de lo que nadie hubiera hecho nunca. El pelinegro le transmitía demasiada confianza; lo hacía sentir protegido, incluso en los peores momentos.

— Gracias por haberte quedado en la llamada— le dijo sinceramente al mayor.

— No es nada—contestó el chico, revolviendo su cabello—. Hubieras hecho lo mismo por mí.

Y tenía razón. Ambos no dormirían si era necesario para que el otro estuviera bien.

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La mañana de ambos chicos —mayormente la del menor— mejoró de sobremanera cuando, al entrar a la institución, se encontraron con San, quien casualmente también acababa de llegar y se acercaba con tranquilidad a ellos.

— ¿Me extrañaron?— preguntó Choi, recibiendo rápidamente un abrazo de Yeosang. No pudo evitar sonreír grande por eso. Lo siguió Seonghwa, quien en su lugar simplemente dio un par de palmaditas en brazo del recién llegado.

— ¿Por qué no nos dijiste que estabas bien?— le reclamó el más bajo de los tres—. Creíamos que no volverías nunca— exageró sacándole una risa al muchacho que se había ausentado aquellos días.

— Quería que sea sorpresa— se encogió de hombros el chico.

Empezaron a caminar hasta su clase, Yeosang y San hablaban bastante entretenidos entre ellos, como si estuvieran atrapados en una burbuja casi irrompible. Quizás siempre había sido así, pero Seonghwa nunca había notado lo mucho que sus amigos congeniaban, o por lo menos no hasta ese momento.

Otra vez ese incómodo sentimiento hizo presencia.

Cuando llegaron al salón participó finalmente de la conversación. No demasiado. Solo hizo algunos pocos comentarios. Él era más de escuchar a sus amigos y reír de las cosas que estos decían. Claro que Kang era la excepción, cuando estaba con él se volvía un loro y era imposible callarlo, pero con el resto de personas que conocía se mantenía un poco silencioso. No es que le cayeran mal, simplemente así había sido siempre.

Se la pasó bastante distraído el resto del tiempo. Tanto que no notó cuando Yeosang se alejó de ellos y salió del salón, para guardar la pequeña caja que aún se encontraba en su mochila.

Fue luego de la primera clase, en el receso, cuando notó el extraño comportamiento de su bajito amigo. Este actuó toda la mañana emocionado, más feliz que de costumbre. Decidió asumir que se debía probablemente a que San había vuelto.

— ¿Me acompañas a buscar algo en mi casillero?— le preguntó Yeosang cuando Choi se alejó, avisando que necesitaba hablar con una profesora, probablemente para justificar los días que había faltado.

Asintió en respuesta y caminaron hacia el casillero del castaño, quien nuevamente se veía raramente animado. Sin dudas aquella actitud no era común de él. Lucía como un niño pequeño tratando de guardar un secreto.

Levantó una ceja preguntándose qué traía su amigo en manos.

— Yeosang— tiró de su brazo— ¿Ocultas algo?— preguntó disimuladamente mientras caminaban por el pasillo, sabiendo muy bien que la respuesta era afirmativa. Lo conocía.

El menor rodó los ojos sin responder y tomó su mano, arrastrándolo detrás de él—. Ya verás.

Luego de esquivar a algunos estudiantes que iban en grupos, llegaron al casillero de más joven. Kang, emocionado, abrió la puerta de este y lentamente sacó del interior la caja que el pelinegro no había visto antes, sonriendo contento.

Estiró el brazo y se lo entregó al mayor, quien tenía una expresión tanto de confusión como de sorpresa.

— Es para ti— le explicó Yeosang, como si no estuviese demasiado claro.

Seonghwa clavó su vista en la pequeña caja. Era adorable.

Algo conmovido, la abrió despacio. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro cuando se encontró con los bombones, exactamente aquellos que había visto hace un par de días en la pastelería de la familia de Yeosang. En ese momento le dijo al menor que los quería, pero no hablaba realmente en serio, solo tenía intenciones de molestar a su amigo. Le sorprendía un poco que Kang haya recordado su comentario tan pasajero.

Su aburrido día mejoró completamente por aquel pequeño detalle ¿Quién diría que Yeosang podía ser tan tierno?

— ¿Te gusta?— preguntó el menor ilusionando—. Habías dicho que los querías entonces pensé-

Pero fue interrumpido. Inesperadamente, los labios de Seonghwa se apoyaron sobre los suyos, dejando sus palabras en el aire. El beso no fue para nada largo, pero fue un poco más prolongado que los demás.

Al separarse se miraron directamente a los ojos por unos segundos, ambos sorprendidos por lo que había sucedido, pero extrañamente no se sentían incómodos, ni si quiera raros. La gente seguía caminando por el pasillo, pero se habían vuelto completamente irrelevantes para ellos.

De repente Yeosang volvió a poner los pies sobre la tierra. Volteó rápidamente hacia un costado con el rostro rojo y cerró con rapidez su casillero. Seonghwa carraspeó y se rascó la nuca, sintiendo también algo de calor en sus mejillas.

— V-vamos a la cafetería— dijo el menor recibiendo un silencioso asentimiento de su amigo.

Ambos tenían las emociones a mil. Caminaron en silencio fingiendo que nada había pasado. Ciertamente, nada había pasado para los demás; era solo una pareja más dándose un tierno beso. Pero ellos dos sabían perfectamente que aquello no había sido actuado por completo.

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¿Les da miedo la lluvia? A mi sí 😳👊

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐅𝐀𝐊𝐈𝐍𝐆 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora