『O6』

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— Gracias por su compra— dijo amablemente el castaño mientras le entregaba la pequeña bolsa de cartón a la mujer.

Suspiró cansado cuando esta salió de la tienda y guardó el dinero, tomando asiento en el taburete. Sentía que sus párpados pesaban y en cualquier momento caería dormido. Apoyó los codos en el mostrador y descansó su rostro en las palmas de sus manos, cerrando por un momento los ojos.

Seonghwa se encontraba en el otro extremo de la tienda, colocando y ordenando algunos postres en los espacios vacíos de la vitrina. Al terminar, palmeó sus manos y miró al menor. Una sonrisa se le escapó al notarlo casi dormido.

— ¿Cansado?— preguntó mientras caminaba hacia él. Recibió un débil asentimiento en respuesta.

Una vez estuvo al lado del chico lo rodeó con uno de sus brazos cariñosamente y pensó que este lo rechazaría como solía hacerlo, pero al contrario de sus ideas Kang descansó la cabeza en su hombro, dejándolo un poco sorprendido. Lo miró alzando una ceja.

— ¿Estás bien?— cuestionó Seonghwa, confundido—. Nunca aceptas mis abrazos.

— Tengo sueño— respondió el castaño en voz baja, mientras frotaba sus ojos. Se sentía extrañamente bien de repente, era como si la simple acción de abrazarlo realizada por su amigo lo hubiera relajado luego de haber estado tenso todo el día.

— ¿Acaso no dormiste?

— Tuve que terminar el trabajo de álgebra— explicó el más bajo antes de bostezar.

El mayor sonrió y acarició sus cabellos, notando de repente lo suaves que estos eran. Volvió a repetir la acción un par de veces más sintiéndose bastante cómodo y hasta un poco enternecido, pero Yeosang levantó la cabeza para mirarlo haciendo un pequeño puchero con los labios. La vista de Park se clavó en ellos de manera inconsciente. Yragó saliva, sintiéndose repentinamente nervioso.

Volvió su atención a los ojos del más bajo, pero no logró mantener la mirada muchos segundos más antes de alejarse abruptamente, sorprendiéndose a sí mismo. No pudo evitarlo, lo había recorrido un sentimiento bastante similar al vivido el día anterior, cuando besó a su amigo. No era desagradable y tampoco le molestaba, y eso mismo era lo que le inquietaba.

Por lo distraído que estaba, Yeosang pareció no haberse percatado de nada. Simplemente volteó en su lugar y empezó a escribir algo en su cuaderno, probablemente tarea. El mayor se sintió aliviado, estaba seguro de que se había visto raro pero gracias a la distracción del más joven pudo pasar desapercibido.

El más alto tomó asiento en un taburete un poco alejado y encendió su teléfono, dispuesto a desviar su atención.

No tardó en sentir hambre. En realidad, no era hambre, solo tenía ganas de comer algo dulce. No ayudaba para nada estar rodeado de numerosos postres de buen aspecto y delicioso aroma. Afortunadamente, recordó que aún le quedaban algunos, no muchos, bombones que el menor le había regalado el día anterior.

Abrió su mochila y sacó la pequeña caja celeste. Sentía su corazón derretirse de ternura cada vez que la veía. Sacó un bombón y lo comió, a la vez que contestaba algunos mensajes. Se la pasó un rato así, disfrutando tranquilamente de los chocolates y matando el tiempo con su teléfono.

Cuando terminó por rendirse con la tarea que le quedaba, Yeosang volteó hacia el mayor, ya un poco más despierto que antes.

— ¿Me das uno?— le preguntó, refiriéndose a los bombones.

Seonghwa levantó la vista con una sonrisa oculta. Iba a molestar un poco con su amigo.

— Ya no me quedan— respondió el pelinegro, poniéndose de pie y dejando su teléfono en el mostrador.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐅𝐀𝐊𝐈𝐍𝐆 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora