Amor de hermanas (Parte 3)

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- ¿Por qué se demora tanto esa niña? - gruñó Madara - Zetsu, dime dónde está y qué hace.

- Está... Madara-Sama su hija está... - habló uno de los blancos.

- ¿Qué?

- ¡Está cerca del Valle del Fin! ¡La tiene Hashirama! - el pelinegro se enojó y mucho, ya le había dicho que no ¿Lo repetía?

- Mierda. - se paró de su silla y agarró su Gumbai.

- Señor, Zetsu Negro se va a encargar, hemos estado espiando a el árbol y la rata albina. - Madara miró a los blancos con frialdad y estos retrocedieron; el pelinegro se fue sin decir más.

Por otro lado Zetsu Negro se separó del blanco, e hizo unos sellos de mano frente a un cuerpo inerte.

- Kuchiyose: Edo Tensei

Hashirama miraba fijamente a la niña la cual lanzaba una mirada de frialdad.

- Nos vemos de nuevo, Annaisha. - miró a su sobrina la cual no luchaba por salir.

- Lo mismo dijo, tío. - dijo volviendo a respirar normalmente. Sintiéndose con un poco más de energía cómo pudo señaló a el pelicafé - Tú deberías estar en tú hogar.

- Pero estoy aquí. - desde las sombras salió Madara con una mirada de seriedad.

- M-Madara...

- ¿Madara?

- Uchiha.

- Tú y yo tenemos asuntos pendientes, Hashirama. - lo señaló con el ceño fruncido.

- Deberías estar muerto. - le dijo Hashirama.

- ... ¡Katon:...! - gritó poniendo alerta a los otros adultos.

- ¡Suiton:...! - gritó Tobirama.

- ¡Kai! - gritó Mito al darse cuenta del Genjutsu.

- ¡Escapó! - gritó Tobirama al ver que las ramas estaban quemadas.

- Vamos. - los tres corrieron hacia dónde estaban las huellas de los zapatos de la niña, pero alguien se les puso en frente.

- ¿Quién eres? - preguntó Hashirama algo apresurado.

- Es.... - susurró Mito con lágrimas - Kurai.... ¿Cómo?

- Edo Tensei. - dijo Tobirama enojado consigo mismo y con quién haya resucitado a la pelirroja del frente.

Sus ojos estaban vacíos, no reflejaban nada, eran como los de un cadáver, vestía una túnica negra con algodón blanco al rededor de lo que parecía ser una capucha, parecía que tenía cortadas por toda su cara y sus ojos eran negros al rededor de su pupila.

- Imōto...

- Mito ella no es tú hermana, está siendo controlada. - dice Tobirama.

- ¡Tobirama! ¡Te dije que no crearas esa técnica! - el nombrado miró a otro lado enojado.

- ¿M-Mito? - habló débilmente.

Hashirama no quería perder tiempo por lo que salió corriendo en otra dirección pero la pelirroja sin desearlo hizo un muro de tierra.

- Kurai... Déjanos pasar. - suplicó Mito a su hermana con mucha debilidad.

- No puedo evitarlo... No puedo moverme. - su brazo temblaba de la fuerza que empleaba para moverse a voluntad.

- Mito, yo cree ese jutsu para que el revivido no pueda tener ninguna voluntad sobre sí mismo. No se puede detener. - Mito lo miró enojada.

- ¡¿Dices que soy marioneta?! - le gritó enojada Kurai - ¡¿Y por tú culpa?! ¡En primer lugar, ¿Por qué creaste este jutsu tan cruel?!

- No lo sé.

- Mito. ¿Mi hija te encontró? - le preguntó a su hermana.

- Otra igual a Hashirama.

- K-Kurai... Ella está desde hace dos años con..... Con Madara. - ella suspiró decepcionada - La estamos siguiendo pero estás tú aquí.

- Ann. - bajó la mirada triste; en ese momento Tobirama le lanzó un jutsu de agua que la volvió papel.

Hashirama hizo un clon de madera que corrió en la dirección que la niña había corrido.

- Mito, puede que no sea el momento pero tengo que contarte algo. - dijo tras volver a formarse.

- Dime. - los hermanos Senju no estaban muy de acuerdo con ello.

- Mamá no murió por mí. - ella esquivaba las ramas que salían del piso mientras contaba. Mito se sorprendió - Ese día que ella murió fue por qué usó un Jutsu de sellado, se sello a sí misma para protegerse.

- Sellado. - susurró Tobirama, podrían sellarla. Kurai salto entre los árboles para quedar de nuevo enfrente de ellos.

- Uzumaki jutsu: Yami e no idenshi kokuin, fēzu 1 - (Jutsu Uzumaki: sello de genes a oscuridad, fase uno) dijo haciendo sellos de mano, la punta se su pelo se puso de un tono un poco más oscuro y sus ojos cambiaron a negro.

- ¿Qué hiciste? - le preguntó Tobirama mirándola serio. Kurai lo único que podía hacer era lazar jutsus de tierra.

- Me estoy tratando de parar. - habla molesta - No es lindo despertar de tu muerte y descubrir que tu hija se fue con su padre quién no deseabas que conociera, aparte de que sí murieron mis otros dos hijos. Muchas gracias por inventar este jutsu. - dijo con sarcasmo. Las ramas que la estuvieron persiguendo por fin la atraparon.

- Ya lo sé. - se enojó.

- Mito, prométeme algo. - la nombrada esperó - Yo no sé bien los crímenes de Madara, cuando estuvo conmigo solo parecía alguien serio, demasiado. - Hashirama la miró de reojo - Déjala ir con él. - los tres se sorprendieron - Tiene mi permiso. Después de todo no puedo separar a un padre de su hija.

- Lo pensaré.

- Madara es alguien que sólo pensaba en el poder, no creo que tu hija la esté pasando muy bien. - dijo Tobirama de brazos cruzados.

- No lo está. - sonrió levemente para su hermana.

- ¿Cómo estás tan segura? - le preguntó Mito.

- Deberías saberlo, Mito, tú también eres madre. - la pelirroja mayor sabía a qué se refería pero sorprendentemente no sentía nada igual.

- Mito. - llamó el pelicafé - Eres quién más conoce de Fuūinjutsu, debes sellarla.

- Dile a mi hija que la amo. Dile a Madara que lo quiero. - Mito se acercaba a paso lento con las manos temblorosas - Te amo, Mito.

- Y yo a tí.

Pero la pelirroja menor agachó la cabeza y la volvió a alzar, pero su mirada volvió a la del inicio.

Un Zetsu Blanco salió de bajo de la tierra y rompió las raíces que atrapaban a la pelirroja.

Hashirama reaccionó de una vez, pero ella se encargó de esquivar algunas ramas.

Kurai hizo unos sellos y se mordió el pulgar, luego puso la mano en el piso e invocó una gigantesca Mariposa.

- ¿Kurai-San? - preguntó la mariposa y la miró, al darse cuenta de que Kurai no era ella misma suspiró.

- Aletea. - ordenó y está obedeció, los tres insertaron chakra en los pies, el poder de las alas era impresionante, hasta clavados en el piso los hacía retroceder.

- Aquí comienza la verdadera pelea. - sonrió malévolo Zetsu Negro.

En otro lado vemos a Madara corriendo por el bosque, iba serio y molesto, pero sintió un chakra que se le hizo muy familiar. Sorprendido cambió de rumbo a ese lugar.

Pasaron muchos minutos y llegó a dónde sintió ese chakra, en definitiva, era ella.

La Hija De Madara - NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora