Estar.

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- Kya... No tenemos dinero.. - dijo al darse cuenta de ello. Ya estaban a unos pocos minutos del pueblo.

- Debemos robar. - hizo una mueca al escuchar sus propias palabras - Es la única forma de sobrevivir.

- ¿No podemos intentar otra cosa? - le preguntó no de acuerdo con la idea.

- Búscalo tú misma, niña tonta.

- Está bien. - frunció el ceño al recordar esa frase.

- No te enojes. Sé que no conseguiremos mucho pero por lo menos es una manera limpia de conseguir dinero. - dijo protegiendo su idea.

- Nadie nos comprará nada. - dijo para sí misma.

- ¿Por qué has perdido tú confianza en la gente? - le preguntó molesta.

- N-No la he perdido. - ¿Era broma? Ni ella misma se la creía.

- ¿Estás bien? - le preguntó preocupada - Nunca mientes.

- No lo sé.

- Regresa el color de tus ojos. Si no lo haces no me vuelvas a mirar.

- Te vez fatal.

- No más que tú, Yui.

- Ja, Ja, qué graciosa.

- ¡Mira! Ya llegamos. - le dijo señalando a una dirección.

- ¿Eso es posible? ¿De verdad eres ciega? - le preguntó incrédula.

- Te sorprenderías al saber lo que es capaz una ciega. - sonrió levemente, débil pero confiada.

- ¿Y de qué es capaz una ciega? - la retó.

- Ya verás. - la mayor se sorprendió de la velocidad de la chica, no lo era eso sí no que la había inmovilizado.

- Wow. - dijo impresionada - Pero ya suéltame, eso duele. - se quejó e inmediatamente la soltó.

- ¿Alguien que te busque en tu casa? - preguntó repentinamente Kya.

- Mi hermano... Sí es que sigue vivo. - comentó con un suspiro - Siento que lo está, y tal vez paró de buscarme, pero lo comprendo. - sonrió con melancolía - ¿Y alguien que te busque a tí?

- Nadie irá por nadie.

- No siento que estén muertos, no siento que me buscan y también los comprendo, pero.... Para mí lo están, y no sé por qué. - sonrió falsamente mientras una lágrima traicionera se deslizaba por su mejilla.

- Ya, tranquila. - le sonrió con amabilidad.

- ¿Qué vamos a vender? - se secó la lágrima cambiando el tema.

- Mi manilla. - la manilla de Yui era de oro, una de las reliquias de las Kiuchi que le regalaron de bienvenida - ¿Vas a dar tú collar?

- Sí.

- ¿Y tus ojos?

- Muy graciosa, además si tuviera mis ojos no tendría sentido venderlos no tendrían valor. - su amiga miró molesta para otro lado.

- No arruines mis intentos de chiste.

- No irradies energía negativa la siento hasta aquí. - se quejó.

- Hmm.

Pasaron entre la multitud y le ofrecieron sus joyas a más de una persona que se negaron, pero al final las vendieron.

- Los precios están que me sacan un ojo de la cara. - se burló Yui.

- ¿No me vas a dejar en paz con mi ceguera verdad? - le preguntó en un suspiro.

La Hija De Madara - NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora