Durante los tres años la chica averiguó el pasado de Madara, su reacción fue distinta a la que ella misma esperaba.
Ex-líder del clan Uchiha, el cual es uno de los más fuerte, fundador de Konoha, y desertor de la misma.
Amaba a sus hijos pero odiaba que fueran hijos de alguien así.
Sin duda lo que hizo estuvo mal.
Y si había razón.
¡No! No pensaría en eso.
Pero Madara le demostró algo de afecto.
- ¡Qué no! - se gritó a ella misma mientras le cambiaba los pañales a su segundo hijo.
Su hija menor había empezado a llorar.
- Annaisha... - la cargó y la calmó.
Hasta ahora se enteraba que era tía, Mito había tenido hijos y ahora tenían los cuatro años y medio.
Supuso que Mito la odiaba por lo de Madara y aunque no la odiara estaría decepcionada.
Su vida era más fácil antes de que apareciera. Si no lo hubiera salvado.
Ahora ya solo eran pensamientos, sus hijos podían creer que estaba loca, o peor, tener la misma costumbre.
Cuando los hermanos de Annaisha y ella cumplieron 5 ya no usaban pañales.
Kurai los empezó a entrenar en sellos y en física a pesar de que ella no usaba los puños.
El pergamino de sellos que copió del original le serviría.
Un día su hija le pidió un conejo de mascota y se le compró, para que fuera feliz.
Claro no los mimaba mucho.
No quería que fueran egoístas cómo ella, ni traidores cómo su padre.
Su hijo mayor jugaba con el conejo mientras Annaisha no estaba presente.
- Kenji, no lo aplastes. - pidió a su hijo mayor mientras que no le hacía caso, aún así ella trató de separar sus manos pero él era más fuerte.
El chico había matado el conejo y cuando dejó de aplastarlo solo miró al conejo.
- Mamá ¿Porque no camina? - preguntó mirando al conejo.
- E-Está durmiendo... S-Se cansó de jugar contigo. - Kenji miró a su mamá.
- Mañana estará bien, y podré jugar con él. - se fué feliz.
Kurai no sabía cómo darle la noticia a su hija.
- Mamá, ¿Qué le pasó a Conejo? - preguntó por su mascota.
- S-Se a ido. - respondió rogando que no reaccione mal.
- ¿Cómo papá? - respondió con lágrimas en los ojos y la voz rota.
- N-No, tu p-pa-padre, tiene la elección de vol-volver. - dijo aguantando las lágrimas - Pero no quiere, en cambio Conejo no.
- ¿Por qué todos se van? ¿Te irás tu también mamá? - le preguntó.
- Sí, pero cuando pase, serás grande. Yo no te voy a abandonar cómo tu padre, pero me voy a ir con Conejo algún día. - le explicó de la mejor formar posible.
La niña estaba llorando y limpiando sus lágrimas, cuando derrepente se quejó.
- M-Me du-duelen mu-mucho. - señaló sus ojos.
- A ver. - miró los ojos de la menory ya no eran negros si no rojos con dos comas, tal cómo su padre el día en que la abandonó - Regresa el color de tus ojos. Si no lo haces no me vuelvas a mirar.
La niña no tenía idea de porque su madre no quería mirar sus ojos, fue a su habitación y los miró, eran rojos con dos comas.
- Regresen. - se restregaba los ojos y se volvió a ver al espejo - ¡Regresen! - gritó.
Sus hermanos quería saber si su hermana menor estaba bien, pues estaba gritando.
- Hermana, ¿Estás bie....? - había preguntado el mayor pero miró los ojos de su hermana ahora sentía miedo, salió corriendo con su madre.
- Hitoshi... - miró a su otro hermano que dudaba si correr o no.
Sin duda tenía miedo pero era su hermana y ella no lo lastimaría, ¿O sí?
Se quedó paralizado hasta que Kenji lo jaló hacía él y corrieron con su madre.
La niña ahora era temida por su propia familia, veía todo gris y todos en cámara lenta, lo que hacía que se sintiera mucho más triste se volvió a mirar y sus ojos giraban, ahora tenía tres.
Salió de su casa evitando contacto visual con las personas que la miraban.
Al ser una niña, sola y llorando en la calle lo más obvio era que se había perdido.
Una mujer se acercó, y le levantó la cabeza, miró que la niña tenía el poder ocular de los Uchiha.
Sin preguntar nada se alejó de ella, las personas miraban que la niña tenía esos ojos característicos de los que alguna vez fueron enemigos.
Todos huyeron con miedo.
¿Por qué huían?
Ella solo era una niña.
Salió corriendo, tratando de huir de sí misma, pero.... Nadie puede huir de uno mismo.
Kurai estaba arrepentida, salió a buscar a su hija y le pidió a sus primogénitos que no hablarán con nadie.
Salió a buscar a su hija.
Ahora tenía que sentir su chakra entre miles. Era una pésima madre, todo estaba bien, hasta que su hija mostró esos ojos rojos.... Cómo los de su padre.
En la aldea no habían guardias todavía, y se maldijo por eso.
Sentía su chakra tan lejos, había salido de la aldea.
Un par de horas la encontró cansada en el piso cerca de un árbol.
Estaban lo suficientemente lejos de Konoha cómo para llegar al amanecer.
- Mamá... - dijo cansada.
La cargó pero antes de darse la vuelta vió una sombra que se le hacía familiar.
- ¿Por qué no me dijiste? - hacía tiempo no escuchaba esa voz.
- No sabía. - dijo caminando en dirección a Konoha.
La agarró fuerte y la atrajo hacía él.
- Dame la niña. - ordenó, tal vez le ayude para su plan.
- No. - respondió y la dejó en el suelo - No tocarás un pelo a ninguno de mis hijos. - el mayor se sorprendió - Ya sé quién eres, y no voy a ceder, consigue a alguien más para destruir Konoha.
- Ella vendrá a mí. - dijo al ver que la pelirroja se marchaba.
El hombre escarbó en los recuerdos de la niña antes que la pelirroja llegará.
Eso no pasó por alto de Kurai, la niña se encontraba igual a cuando trató de evitar que Madara se fuera.
- Tal vez no sepa que hacen los ojos rojos, pero puedo ayudarla. - dijo Kurai acercándose - ¿Quieres un beso?
El hombre medio se sonrojó recordando esa noche.
- Te lo aguantas. - respondió la pelirroja - Si tratas de lastimar a mí familia tendrás que matarme primero.
El pelinegro odiaba la bipolaridad de la chica, y siempre lo haría.
- Mamá... ¿Quién es él? - preguntó la niña.
- Soy la persona que volverá por tí cuando consigas estos. - sus ojos de los tres tomes cambiaron a una figura.
- Nadie irá por nadie. - aclaró Kurai.
- ¿Eres mi padre? - preguntó directa la niña.
- No. - respondió la mujer.
- Se parece a mis herm.... - la alzó y se retiró.
Ello tal vez podría ser un contratiempo, pero podría sacar ventaja.
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La Hija De Madara - Naruto
FanfictionUna pelinegra con dos mechones rojos se acercaba a un pelicastaño, el hombre miraba a la niña con terror sin prestar atención a lo que había dicho. Esa mirada y ese pelo largo y alborotado le recordaba a una persona, ¿Esa persona sobrevivió? ¿Tuvo h...