Capítulo Dos

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18 de Diciembre del 2019

Suspire mientras caminaba por las calles del centro de la ciudad. Hoy era el maldito día de la pijamada y de por sí estaba hostigado con todo este tema.

-¡Zack!-Escuche el grito animado de aquella chica que en el pasado intenté proteger de mala forma. No es como que le tenga cariño, pero me veía en la obligación de protegerla.

Ella era Vallery, conocida como Vale. Era una chica de cabellos castaños -el cual le llegaba a la altura de los hombros-, y ojos cafés. Tiene dieciocho años y mide un poco menos que Leila; 1,66.

-Hola.-Dije con tranquilidad mientras acomodaba mi cabello dejándolo hacia atrás.

-¡Pensé que no ibas a venir!-Gritó con alegría, a lo que alcé los hombros.

-Leila me dijo que comprarías vino.-Dije con tranquilidad.-Por cierto ¿Por qué me invitaste a mí?

-A los otros ya los he visto. A ti no te veo desde hace rato.-Dijo alegre, aunque sabía que detrás de esa sonrisa había tristeza.

-¿Y tus amigos?-Le pregunté.

Comúnmente prefería no preguntarle mucho sobre como estaba. Siempre me mentía y no me gustaba.

-Nos vamos a juntar con ellos en la laguna.-Me dijo con alegría para después comenzar a caminar con entusiasmo.-Aunque tú me puedes esperar en casa ¿Te parece? Después de todo, se que no te agrada tanto la compañía, así te preparas.

Esa era una de las cualidades de Vale. Preocupación extrema hacia los demás.

Este tema era bastante agotador al hablarlo con los demás, pues nunca llegaba a un acuerdo con Leila. Chocabamos en nuestras opiniones, las cuales eran las siguientes: De parte de Leila era el típico; que ella sea así es bueno. La hace ser pura de corazón. Y mi opinion era: La va a terminar llevando a la ruina, recuerda que siempre se han aprovechado de ella.

-Entonces te espero en la casa.-Le dije con tranquilidad, a lo que Vale sonrió y me entregó sus llaves.

-Te llamaré a penas lleguemos.-Asentí ante sus palabras y me di la media vuelta para marcharme en dirección a la casa de Vale.

**********

Las horas pasaron hasta que llegaron las nueve de la noche. Estaba bastante preocupado debido a que aún no recibía el llamado de Vale, y cuando iba a salir recibí su llamada.

-¡Gracias a Satán!-Pensé tranquilo para después tomar las llaves e ir a abrirle las puertas a Vale y su compañía.

-Hola de nuevo.-Canturreo Vale con alegría mientras movía su mano con la intención de saludarme en un gesto nervioso.

Estaba sorprendido al ver a las personas. Se supone que solo eran chicas y yo, quién las iba a cuidar.

Comencé a contar a las personas que estaban ahí.

-Una...dos...tres...cuatro...cinco.-Seguí contando mentalmente hasta que llegué al número final.-¡¿Doce?!

Estaba bastante sorprendido de la cantidad de personas. Hombres y mujeres de todo tipo de edades y cada uno con una mochila en su espalda.

El Hombre De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora