Capítulo Cinco

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3 de Enero del año 2020

Suspire al llegar a la plaza con Vale. Ella me había pedido acompañarla a cantar debido al miedo que le provocaba estar sola.

Vale era una niña que trataba de esforzarse mucho cuando quería algo, y eso de cantar lo comenzó a realizar para poder obtener dinero debido a que el bastardo de su padre no tenía trabajo. Me molestaba ver que se esforzaba por un hombre así, pero jamás me escucharía y solo lo haría, por miedo a que si desobedecia las reglas de aquel tipo la podría golpear.

-¡Vale!-Se escucharon los gritos de varias personas en el lugar, todas las amigas de Vale se acercaron a saludarla y abrazarla, pero luego la mirada de algunas se dirigieron a mi, que ya de por sí me conocían a mi y a los demás que vivían en nuestra casa.

-Hola Zack.-Dijo Vanesa mirándome con gracia, cosa que en si no me agradaba porque siempre intentaba abrazarme, pero era difícil que lo lograra.

-Hola.-Saludé a Vanesa y a cada una de las amigas de Vale que al menos yo conocía.

Acomodaba mi cabello cada vez que se desordenaba mientras veía que intentaban hacerme reír, y sentía que algo estaba raro en mí. Leila ya me lo había dicho.

"Zack, estas cambiando ¿No te has dado cuenta?"

Suspire. Sinceramente no quería preocuparme de eso, pero grande fue mi sorpresa cuando de repente salió una carcajada de mis labios, por una de las cosas que hizo Luna -una chica pequeña de cabellos teñidos y blanca.

Sorpresa, extrañeza y curiosidad ¿Qué había sido eso? Era la única duda que tenía en mi cabeza en esos momentos.

-¡¿Te reiste?!-Preguntó Vanesa sorprendida y alegre. Todos parecían haber tenido la mejor noticia del mundo, como si se hubiesen ganado la lotería, pero lo que mas me llamó la atención fue cuando vi a Vale.

Su mirada representaba la alegría, y aquella emoción en serio era real ¿Por qué estaba feliz?

-¡¿Esta llorando?!-Me asusté bastante y me acerqué a ella para saber que le pasaba, pero entonces sonrió y me dijo.

-No sabes lo feliz que me hace haberte escuchado reír.-Dijo mientras secaba sus lágrimas.-No sabes cuan alegre me pone esto ¡Valió la pena recibir tus malos tratos tanto tiempo para escuchar esto!-Y entonces me abrazó.

Estaba sorprendido, en shock, pero solo la dejé. No iba a alejarla en este momento, ella en verdad estaba feliz y no le había hecho nada malo así que no tenía porque sentirme culpable.

Ese día simplemente me digne a pasarla bien, entre juegos y esas cosas que realizaban ellas mientras que yo solamente miraba a Vale reír. Me encantaba verla feliz y sería capaz de matar para que esa sonrisa jamás se borrara de su rostro.

**********

Estábamos caminando para su casa en completo silencio, pues Vale no dejaba de cuestionarse varias cosas.

-Vale. Basta.-Le dije molesto, a lo que ella se sorprendió y me observó con una sonrisa.-No me mires con esa sonrisa. Estabas tan bien y ahora la finges ¿Tan preocupada estas?-Le pregunté, a lo que ella suspiro.

-Se me hizo tarde, y no se si encontraré pan. Si llego sin el pan mi viejo me va a golpear.-Dijo con preocupación pero en sus ojos se notaba el miedo.

-Vamos a encontrar el pan y dirás que estabas buscando donde comprarlo nada mas. No des tanta explicación.-Le dije con frialdad.-Vale, también mereces un poco de libertad, y ese hombre te esta consumiendo.-Vale solo sonreía.-¿Por qué no te vienes a vivir con nosotros?-Ella me observó sorprendida.

-¿Qué?-Me preguntó después de varios segundos en silencio.

-Vale, con nosotros estarás mejor, no te vamos a tratar mal y te vamos a proteger.-Le dije con frialdad.

-No puedo.-Se negó mientras seguía caminando.

-¿Por qué no puedes?-Le pregunté molesto.

-Zack, sabes que no me gusta que me ayuden.-Apreté mis puños molesto.

-Vale, no seas terca.

-Zack, no tengo dinero, no tengo trabajo, no tengo nada. No puedo llegar e ir con ustedes.-Dijo seria.

-Vale, tenemos dinero de sobra y lo sabes.-Le dije con seriedad.

Y era verdad, literalmente no necesitábamos trabajar. Nuestras familias ya no existían y todo era de nosotros, literalmente la casa en la que vivíamos con los demás era herencia de mis padres, y todos teníamos bastante dinero para vivir por varios años. Demasiados a decir verdad.

-Pero no puedo, ya te dije.-Contestó, por lo que me quedé en silencio. Era obvio que no sacaba nada con alegarle, Vale era terca.

Logramos encontrar pan y la alegría de Vale volvió a sus ojos, ya no tenía tanto miedo, pero sabía que muy en el fondo seguía teniéndolo.

-¿Bien? ¿Me dejarás en la puerta de mi casa?-Me preguntó con curiosidad levantando la mirada para poder mirarme al rostro. Yo era bastante alto. Media 1,83 por lo que Vale era pequeña a mi lado.

-Te iré a dejar a tu casa.-Le afirmé, a lo que ella sonrió y asintió feliz y comenzamos a caminar en silencio.

-Oye Zack.-Me dijo Vale después de un rato, a lo que la miré con curiosidad.-¿Sabes? Fue increíble verte reír hoy.-Me miró con una sonrisa.-De verdad sentí una gran alegría, jamás te había escuchado reír y sinceramente fue genial.

-Solo fue una leve carcajada, no es la gran cosa.-Dije con seriedad.

-Zack, no importa si es poco o mucho. Reiste, y eso tu no lo haces. Para mi fue un gran avance. Creo que haberte mezclado en mi grupo de amigas te esta haciendo bien.

-No te emociones.-Pensé.-Aunque tal vez tenga razón. Todos me han ayudado en algo; Coni, Vale, Vanesa, Luna y...

-¿Por qué estas rojo?-Me preguntó Vale con curiosidad.

-Maka...-Pensé inconscientemente y ahí me percaté...-Ella...me gusta.-pensé sorprendido.-¡¿En que momento me comenzó a gustar?!

Ya no había vuelta atrás. Y sin contestarle a Vale la deje en la puerta de su casa y me fui...necesitaba pensar, y demasiado.

El Hombre De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora