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Capítulo catorce "B i b l i o t e c a A n d a n t e".

─Malditos, malditos, malditos ─rezonga Catalina, asqueada de los transeúntes a su alrededor

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─Malditos, malditos, malditos ─rezonga Catalina, asqueada de los transeúntes a su alrededor.

─¿No sabes que quien maldice se le devuelve la maldición? ─Jasges contiene la burla en una frase casual.

─Nací estando maldita. Soy una bastarda después de todo, según las palabras de tu reina.

─Había oído sobre eso... eres hija de un amorío de Lexter con una mucama.

La charla se pospone un par de segundos, de vez en cuando se frenan para evitar el gentío, a pesar de que éstos no los perciban, les resulta molesto la sensación de atravesarlos.

─Entonces... Princesa tiniebla.

─Vuelves a llamarme así y te parto el rostro ─la pelinegra enseña su puño, dispuesta a cumplir.

─Catalina, mejor ─confirma─. ¿Se puede saber dónde estamos?

─Tu rastro de magia nos trajo acá, ignorante.

─Eso no significa que sepa qué lugar es, señorita.

La Coude mira a los lados un momento, es de noche y se le hace complicado distinguir el sitio.
Ella y Leonardo fueron aislados al comenzar la masacre, nunca volvieron a ir al territorio humanoide; sin embargo, ambos estaban a cargo de las Shades viajeras del mismo y pequeñas memorias quedaron en sus mentes como reportes del mundo.

─Estamos en Caracas ─concluye tras revolver sus pensamientos─. ¿Los sientes cerca?

─No demasiado.

Jasges se para en frente de una acera con pase a una calle sin salida, aunque la chica no vea lo que él sí, hay una oleada de magia verdosa trazada, ésta se desliza en un bote de basura y posteriormente se dispersa sobre la pared.

─Estuvieron por aquí ─informa concéntrico─. Y siguieron... ─mueve su dedo en compás con los indicios en el techo─, por ahí.

─Deben estarse ocultando de los humanos, al menos ese idiota sabe pensar ─da un resoplo obstinado.

El oji-verde sigue caminando según las huellas, algo asombrado por enterarse de que los Raimbarks no pueden camuflarse como cualquier Criartark o Criazu y también por la aparente repugnancia de Catalina a todo.

─¿Esa chica es importante para ti, cierto? ─sin medir sus palabras, se atreve a interrogar.

─¿Por qué te interesa? Eres demasiado preguntón.

─He notado tu actitud. Tu amigo no parece agradarte mucho, mientras que con ella..., no lo sé, es diferente.

─Merece ser tratado como tal ─dice, desviando un poco el tema en cuestión─, huyó como un cobarde cuando menos debía.

Danielle: Reina Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora