Capítulo 2: "Marsh"

79 29 9
                                    

Sólo podía ver las luces siguiéndome a toda velocidad y el único sonido a mi alrededor, era el de mi voz gritando, este tipo me trajo de vuelta a la realidad sin siquiera avisarme, no ví venir la caída. O quizá todo fue producto de mi imaginación, como pensé al inicio, e iba directo a una muerte segura. Entonces escuché un golpe, un impacto seco y sin eco, debido a la inmensa cantidad de edificios alrededor, que impedían el viaje del sonido, pude sentir como las partes de mi cuerpo se separaban debido a la caída, estoy casi seguro que vi uno de mis brazos volar hacia la calle. En ese momento, perdí la conciencia. Había muerto. Logré lo que tanto estaba buscando.

O eso pensé.

No sé cuánto tiempo pasó, pero al abrir mis ojos, me encontré en un sitio sumamente familiar para mi, sentí una cálida mano sobre mi frente, entonces recordé el momento en que morí, cuando vi mis extremidades desprenderse de mi cuerpo, y me levanté sin dudarlo. Mi respiración sonaba agitada y sentía que se me iba el aliento, pero de una cosa estaba seguro, el lugar en el que me encontraba, no era sino mi apartamento, el lugar que todavía me pertenecía y pensaba abandonar tras mi deceso.

Conforme fui recobrando los sentidos, mire alrededor, ese librero lleno de una mezcla entre libros de leyes y abogacía, novelas de Sherlock Holmes y de George Orwell, incluso algunas historias de ficción heredadas de mi antiguo compañero de cuarto. A mí lado, escuchaba una voz dulce y apacible, al voltear la mirada, se encontraba un ser de cabello castaño, casi rojizo y ojos color miel, que me miraba con aprecio, casi al nivel en que una madre ve a su hijo, o como ves a alguien a quien amas. Sentí cierta calidez en su mirada y al poner atención en sus palabras pude escuchar lo siguiente:

—Al fin despiertas, Marsh. No vuelvas a darnos un susto como ese.

No sabía que estaba pasando, mucho menos quien era esta persona, que a simple vista lucia como una mujer, ni que era lo que buscaba de mi.

—Siéntate, por favor. Iré a traerte un poco de agua, sé que debes estar confundido pero en un momento el jefe te explicara todo.— Dijo la persona a mi lado, con un tono casi maternal.

En cuanto llegó con el vaso de agua, comencé a escuchar aquella voz que me habló en el edificio una vez más.

—Eh, si, ¿Hola? ¿Me escuchas? Oye Franklin, mi amigo, no sé cómo decirte esto, la verdad estoy muy apenado, sabes. Imagino que debes estar un poco en shock, después de todo caíste del edificio, te partiste en mil pedazos y estuviste consciente todo el tiempo.— Exclamó la voz con un tono de culpa, casi pidiendo perdón.

—Si, es tu culpa, no sé en qué estabas pensando, al menos pudiste avisarme, ¡¿Tienes idea de cuán horrible es caer todos esos pisos hasta el suelo y luego ver volar tus extremidades?! ¡Es horrible, es la clase de cosa que no le deseas ni a la persona que más odias! Aunque bueno, me alegra que no fuera producto de mi imaginación. Significa que no estoy loco. Creo...

—Sabes, tienes un sentido del humor bastante retorcido, hijo.— Replicó.

—No intentaba ser chistoso. En fin, ¿Qué se supone que hago aquí? ¿Porqué sigo con vida? Pude sentir como la vida se escapaba de mi cuerpo, ¿Cómo rayos explicas que ahora esté en casa, y en mi cama? ¿Y quién es ésta persona?

—Muy bien, de acuerdo, sé cómo te sientes. Te explico, al firmar el acuerdo conmigo, y para garantizar el éxito de tu misión, recibiste de mi parte una de mis muchas habilidades, te dije que era una deidad, ¿Recuerdas? Ahora Franklin, tú básicamente, no puedes morir. Tu cuerpo ahora tiene la habilidad de regenerarse, y eres medianamente inmune al dolor.

—Básicamente soy inmortal. ¿No es así?

—Casi, puedes morir de causas naturales, como un paro cardíaco o alguna enfermedad. Pero no pueden matarte con ningún tipo de arma, así como también tienes ahora la habilidad de regenerarte y lo más importante, no te puedes suicidar.

Bullet Wing, Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora