Bullet Wing, Vol. 1

Capítulo 3: "Ya No Fabrican Las Baterías Del Tamagotchi"

Pasaron cerca de tres semanas en las que no sucedió absolutamente nada, no hubo ningún llamado de parte de "la voz", "dios" o lo que sea ese ser, Mike no tuvo ninguna premonición a corto plazo, nada que no pudiéramos planear e investigar con tiempo, me la pasé poniendo en práctica mis nuevas habilidades, era más rápido, más fuerte y casi parecía que si un tren me arrollaba, podría detenerlo. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero tenía la falsa sensación de estar listo para lo que fuera.

Ese miércoles, Mike tocó frenéticamente la puerta de mi habitación.

—¡MARSH! ¡MARSH RÁPIDO, ABRE LA PUERTA!

Al abrir la puerta, pude ver la enorme preocupación en el rostro del arcángel, algo serio estaba a punto de suceder.

—Marsh, ya tenemos nuestro primer caso. Un hombre de mediana edad, Raymond Goldwin, contador y asesor financiero, casado, padre de tres hijos. Desempleado desde agosto. Al parecer está involucrado con la mafia italombiana, tenemos sólo tres días antes de que muera bajo una ráfaga de balas.— Dijo Mike a toda prisa, intentando no perder el aliento.

—Sabía que no sería nada bueno si me llamabas a las tres de la mañana. En serio, ¿Qué mierda pasa por la cabeza de un padre de familia que se involucra con los italombianos? ¿Acaso también es un suicida?

Preparé un par de tazas de café mientras Mike y yo discutíamos el como abordar a Goldwin y convencerlo de alejarse de esos sujetos.

La mafia italombiana, formada por los vestigios que quedaron de las mafias italoamericanas antes del "desprendimiento" y algunos carteles colombianos que residían en lo que alguna vez fueron los Estados Unidos de América. Estos sujetos no se limitan al comercio de armas convencionales, también se dedican al tráfico de órganos, la venta ilícita de mejoras corporales, esclavos y su punto más fuerte, las drogas. En especial, la llamada "bullet wing", una especie de mezcla entre cocaína, éxtasis y ritalin. Se dice que le da a quien la usa, la sensación de que puede volar, agudiza todos los sentidos y hace que las neuronas trabajen al 120% de su capacidad. También se sabe que puede otorgar una fuerza sobrehumana a quien la utiliza, lleva al cuerpo de quien la consume, a un estado más allá del que suelen estar las personas normalmente.

—¿Eso significa que la droga es un potenciador? ¿Como una de esas bebidas energéticas pero elevadas al cubo?

—No del todo, aunque si he sabido de casos en que se utiliza por universitarios con carreras altamente demandantes. Desafortunadamente es una sustancia sumamente adictiva, después de la segunda dosis, no hay marcha atrás.

—¿Cómo es que sabes tanto acerca de esto?

—Solía ser un abogado, ¿Recuerdas? No siempre era el defensor, en algunos casos llegué a fungir como fiscal, puse tras las rejas a algunos de esos buenos para nada que se dedicaban a venderla.

—Por un segundo pensé que hablabas por tu propia experiencia, ya sabes, las tendencias suicidas y eso. Replicó Mike. Afortunadamente no fue así, no me lleve una decepción esta vez.

A la mañana siguiente, salimos en búsqueda de Goldwin, intentando hallar un modo de volvernos cercanos a el, sin parecer sospechosos.

—¿Por qué simplemente no lo abordamos y le decimos que su vida corre peligro? En mi visión se veía como un hombre sensato, sin duda va a comprender y desistirá de seguir con esos sucios mafiosos.— Exclamó Mike, con un tono de absoluta seguridad.

—En mis años de experiencia, se bien que no puedes acercarte a un hombre y hablarle con toda tranquilidad de su vida, si no tienes una credencial que te avale como un agente de la ley, no será tan sencillo.

—Entonces, ¿Porqué no utilizamos tu identificación? Debes tener alguna en la que exprese que eres un abogado, ¿No es así?

—Piénsalo un poco Mike, un abogado no puede sólo abordar a alguien en esa situación y esperar que no piense que hay algo sucio detrás. Podría incluso creer que vamos tras su cabeza.