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POV JONGDAE

Llegué a la hora acordada y lo llamé preguntándome si algún día se dignaría él a esperarme a mí en lugar de dejarme a mi suerte en la fría calle sobre la que se alzaba el edificio en el que vivía.

Cuando al fin la puerta se abrió, me acomodé en la moto, preparado para que se colocara detrás de mí y se aferrara asustado, siempre me abrazaba mucho. ¡Hasta parecía que quisiera manosearme!

Sonreí negando mis conclusiones ligeras y mejor dirigí la vista a mi pasajero.

La luz escasa no me permitió darme cuenta de los detalles del niño hasta que caminó hacia mí, meneando sus caderas con lo que yo habría definido como lascivia, en carencia de otra palabra más acertada. Aunque la misma colisionaba con lo que mi mente razonaba de él, seguramente el niño caminaba así por sus plataformas. Pero a pesar de todo, su caminar le daba un porte elegante, despreocupado y hasta místico.

Se acercó y consideré pertinente para mis ojos inquietos verlo de pies a cabeza.

Llevaba unos pantalones negros ligeramente ajustados no parecían llevar tela que encontrarías en jeans. Subiendo hasta su cintura te encontrabas con que esta daba una idea de lo esbelto que era. Tenía fajada una camisa negra con azul marino.

Las mangas de su camisa estaban desabrochadas y seguí su mano que deslizó un mechón de cabello hacia un lado con delicadeza. El recorrido me sirvió para ver su cuello cubierto apenas por una delgada y corta bufanda negra de un material delgado.

Sus labios eran rojos y brillantes, y subiendo la mirada vi unos hermosos ojos azules, que por cierto y por supuesto no eran naturales. Pero, ¿iba a hacer eso que reduciera el mérito? Delineador negro y una sombra café oscuro se encargaban de enmarcar los zafiros que se posaban sobre mí.

Su cabello caía con gracia sobre su frente y en mi proceso de haber descifrado cada detalle que llevaba sus labios se habían movido, seguramente pronunciando alguna palabra que estaba seguro de no haber oído. Pero no pregunté que era.

De repente el niño se veía tan sobrio y perfecto que intimidaba, sus ojos parecían fríos y tras verlo levantar una de sus cejas con lo que interpreté como soberbia pura y merecida me paralicé.

Me encogí de hombros sin darme cuenta y mordí mi lengua para no dejar salir ese "¿Qué hago por ti, bebé?".

-Puedo subir, supongo -me sonrió de una forma que se me hizo bastante sexy y asentí.

Él rodeo a medias la moto y se acomodó detrás de mí.

Posó sus manos en mi abdomen como siempre y colocando su mentón en mi hombro me habló despacio

-Me gusta tu perfume.

-Gracias -respondí riendo con un tanto de nerviosismo y arranqué.

Durante todo el camino, la imagen que había visto rondó por mi cabeza. Aunque pensara "Mierda Jongdae, tú no eres así" o lo más importante "¿haz pensado lo creepy que es pensar en un adolescente de esa forma?". "Tiene 17".

No me sentía culpable, era más como si quisiera esconderme en algún lugar y reírme de como había reaccionado por él.

Cuando llegamos lo ayudé a bajar y empecé a bromear más de lo usual, tratando de hacerlo reir. Aunque no respondía siempre con una risa.

-Estás muy bonito hoy -le dije teniéndolo a mi lado y él sonrió mordiendo su labio.

-Gracias.

Cuando toqué el timbre de la casa nos abrieron la puerta casi inmediatamente y desde ese lugar se escuchaba un fuerte ruido.

-¿No era una pequeña fiesta? -preguntó caminando a mi lado y viendo los detalles del pasillo con curiosidad.

Otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora