Capítulo 2

12.9K 591 70
                                    

                                                     
María José

A la mañana siguiente Daniela salió de casa más temprano para ir a la escuela. Siempre íbamos juntas, pero era obvio que estaba más que enojada conmigo. Salió demasiado temprano y yo sabía que estaba en el parque cerca de la escuela, se quedaba allí hasta que comenzara la clase. Daniela debía estar muy molesta conmigo y eso me estaba poniendo muy mal. Odiaba cuando ella se comportaba así conmigo. La necesitaba en todo lo que hacía y sabía que ella también me necesitaba.

Conduje hasta allí antes de ir a la escuela, pero ella no estaba, ya debía haber ido a clase. Solo de pensar que un bebé como Daniela caminaba sola por ahí me desesperaba.

Daniela y yo éramos amigas. Nunca fuimos de delatarnos, apesar de que Daniela siempre era la que más se equivocaba. A veces me sentía mal de que papá fuera tan duro con ella, él se olvidaba de que Daniela solo era una niña, una niña muy sensible.

──────

-¿Por qué me dejaste venir sola? - le pregunté a Daniela cuando la encontré removiendo entre sus cosas en el casillero de la escuela. Ella me miró rápidamente y luego apartó la mirada.

-Poché, no estoy de humor para hablar... - Tomó sus libros cerrando el casillero y me dio la espalda, pero fui tras ella.

-Dani, lamento lo de ayer. ¿Tienes idea de lo que dijiste? Si papá descubriera eso él...

-Él no iba a hacer nada, Poché. - Ella me interrumpió y me quedé callada mirándola. -Él nunca hace nada cuando eres tú la que hace alguna mierda. - Volvió a caminar rápidamente hasta su clase y antes de que entrara tomé su brazo frenándola.

-Encuéntrame en el patio a la hora del descanso. Necesitamos hablar sobre todo esto, Dani. No quiero que papá esté peleando contigo y tampoco quiero que estemos así - Hablé de la manera más tranquila posible, porque sabía que esa era la única forma de que ella me escuchara. Ella solo suspiró y asintió. Le sonreí a mi hermana menor y dejé que entrara a su clase.

Lo bueno de Daniela es que no era orgullosa, sabía perdonar y reconocer su propio error. Sabía que había mentido la noche pasada, no fue todo culpa mía. Quería que estuviéramos bien pronto, así que hablaría con ella de una vez.

Amaba a Daniela con todas mis fuerzas. Sentía la necesidad de protegerla de todo y de todos. Siempre quería estar cerca observando todo lo que estaba haciendo. Hacía todo lo posible para prestarle toda mi atención, porque sabía que ese comportamiento era el resultado de la ausencia de nuestros padres y de todas las veces que papá la agredió. Eso estaba jugando con la cabeza de mi hermana, y todo lo que quería era cuidarla y evitar que todo eso cambiara su forma de ser.

─────

Finalmente ni siquiera nos encontramos en el descanso porque Daniela simplemente desapareció. Tuve que ir a casa sola llena de rabia, porque sabía que Daniela debía estar por ahí con la perra de Matú Garcés . Odiaba a esa chica y Daniela seguía con ella. Me moría de celos. Temía que una de esas perras de la escuela se aprovecharan de mi hermana, aunque sabía que Daniela no era una santa. Pero yo también moría de celos por ella, aunque no lo demostraba demasiado para evitar más peleas.

-Creí haberte dicho que me encontraras en el patio de la escuela... - Dije golpeando con las uñas la madera de la mesa y Daniela me dio una pequeña sonrisa traviesa, mostrando que tenía razón sobre dónde había estado.


-Juliana me llamó para hablar... - dijo sentándose en la mesa y mis ojos se agrandaron.

-¿No era Matu con la que estabas liándote? - Pregunté y Daniela me miró con esa pequeña sonrisa en el rostro.

-Eso es exactamente lo que todos quieren saber.

-Dios mío, hasta Juliana... - dije sorprendida.Matu era bonita y Juliana, por Dios, una de las más hermosas de la escuela. No me estaba gustando nada eso.

-Toma. Traje esto para ti... - Daniela puso dos bolsas de Mc Donalds sobre la mesa haciéndome fruncir el ceño. -Perdón por la tardanza. Fui a comprarlo para que comamos juntas.

-Sabes que estoy a dieta y no comeré eso - dije mirando las bolsas. El olor era maravilloso y se me hacía agua la boca solo con mirar esas papas fritas, pero no podía.

-Relájate. Compré una especial para ti. No tendrás que vomitar después de comer... - Daniela dijo distraídamente sacando las comidas de las bolsas. Me quedé mirándola seriamente, sintiendo que mi corazón latía rápidamente.

-Yo... Yo no hago eso... - Comenté sintiéndome nerviosa de que ella lo supiera. Daniela era muy distraída y pareció haber soltado eso sin darse cuenta, porque en el segundo siguiente me miró con los ojos muy abiertos, pareciendo darse cuenta de lo que había dicho.

-Mira, Poché, sé que lo haces, ¿de acuerdo? Y no entiendo el por qué, tienes un cuerpo hermoso y...

-No sé de que estás hablando... - dije sintiéndome nerviosa. Alejé la comida de mí y seguí intentando actuar con normalidad, pero no podía evitar sentir vergüenza de que mi hermana menor supiera que vomitaba después de comer. Eso no era algo malo, solo quería llegar a mi peso ideal pronto.

-Ya te he visto forzándote a vomitar varias veces, Poché...

-A veces me enfermo, Daniela. No es nada de lo que estás pensando. - Ella suspiró dejando caer su comida para darme toda su atención. Se quedó mirándome por un tiempo haciéndome sentir muy nerviosa.

-¿Has estado enferma desde que tenías catorce años? - preguntó mirándome seria y no pude decir nada más. Estaba muy avergonzada. Siempre traté de ser un ejemplo para Daniela. Intenté de todas las formas que ella viera que podía confiar en mí, que haría de todo para cuidarla. Quería que ella se viera reflejada en mí, pero ahora todo se estaba desmoronando. Ella nunca me vio como una persona fuerte, siempre supo de mi problema y ahora me sentía pequeña frente a ella. Solo me levanté de mi silla y salí de allí yendo a mi habitación, incapaz de decirle nada más.

──────

Ya pasaban de las once de la noche y yo seguía encerrada en mi habitación, ni siquiera salí para cenar. Estaba muy avergonzada, ¿y si todos sabían de eso y no decían nada? O tal vez podría ser solo Daniela. Ella siempre estaba allí mirándome, no podía ocultarle nada y eso era una mierda.

-¿Poché? - Escuché que Daniela llamaba a la puerta y me quedé callada un rato pensando en qué hacer. -Ábreme. Tenemos que hablar... - Permanecí callada con la intención de hacerle creer que estaba durmiendo, pero volví a escuchar golpes. -Sé que estás despierta y no me iré de aquí hasta que me abras. - Dijo y sonreí creyendo en sus palabras. Daniela me conocía como nadie más y parecía haber sentido que estaba extremadamente carente en ese momento. Me levanté de la cama pasándome las manos por la cara, estaba pésima. Me acerqué a la puerta y la abrí lentamente. Daniela llevaba una camiseta blanca, unos bóxers y unos calcetines del mismo color. Ese era su pijama de todos los días

Adoptada(Adaptación Caché G!p)- TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora