DANIELA
Una cierta adrenalina se apoderaba de mi cuerpo. La sensación de miedo, desesperación y angustia se mezclaron. Mi cabeza comenzaba a procesar las informaciones, mi situación real era aterradora. Mi cerebro me recordaba cada segundo que tenía que actuar, ¿pero qué podía hacer? Sabía que si iba tras él no terminaría bien.
Miré a mi alrededor y vi a todos angustiados. Se sentía como si estuviera atrapada en un mundo paralelo, todo iba en cámara lenta, solo escuchaba voces de fondo. Estaba escuchando a mi propio corazón latiendo en mi oído, definitivamente no estaba bien. Veía a Poché llorando al teléfono con alguien, Paula mirando a la nada, parecía estar pensando como yo. Vero también caminaba de un lado a otro con el teléfono en la oreja, Lucy estaba al lado de Poché tratando de calmarla.
No podía mirar a Poché, no podía mirarla y no pensar en el miedo que tenía de perderla. Todo era mi culpa. Se suponía que debía protegerlos y ahora todo se estaba saliendo de control. Solo podía desear que todo volviera a su debido lugar, que pudiera regresar a mi casa con Poché y sentir nuevamente esa paz de estar a su lado. Darle de nuevo el amor que tengo guardado, darle todo lo que le he quitado estos meses.
Sentí que mi teléfono vibraba en mi bolsillo y me quedé quieta, intenté disimularlo, miré a un lado y vi a Sebastián, saqué mi teléfono de mi bolsillo y le mostré el número desconocido. Respiró hondo, parecía nervioso. Fue a una de las habitaciones y entré detrás de él, tratando de ser discretos para no llamar la atención de las chicas, no queríamos involucrarlas en eso.
-¡Contésta ya! - Dijo Sebastián y atendí rápidamente el teléfono.
-Gusano bastardo, ¿dónde está mi hijo? - Pregunté entre dientes sintiendo un dolor en el pecho al escuchar el fuerte llanto de Salo al otro lado de la línea. -Si lo lastimas...
-No tienes moral para hacer amenazas, Daniela- Escuché la voz de Germán y mi estómago se revolvió. Quería matarlo, necesitaba hacerlo. -Quiero que estés aquí en una hora. De lo contrario, tendré que matar a este hermoso bebé. No tienes que tener miedo. Solo quiero hablar contigo - dijo Germán y yo ya estaba temblando descontroladamente. No sabía si de odio o miedo, tal vez ambos. Estaba preocupada por mi hijo, tendría que salvarlo de alguna manera.
-Dame la dirección - Pedí nerviosamente y Germán me la dio repitiendo varias veces que debería ir sola y que si llevaba a alguien, mataría a mi hijo. Estaba claro para mí lo que quería, pero no podía simplemente sentarme y esperar. La vida de mi hijo estaba en peligro, y si Germán me quería, entonces iría allá.
-¿Entiendes que es una locura? - decía Sebastián preocupado mientras yo intentaba pensar en cómo salir de allí sin que las chicas me vieran. -Te matará, Daniela. Tienes que avisar a la policía.
-Si lo hago, él matará a Salomón. ¿Entiendes que no tiene nada que perder? Es un fugitivo de la policía y lo arrestarán de todos modos, no le importa. No puedo dejar que mi hijo salga lastimado. Tengo que ir - Dije yendo hacia la puerta y Sebastián se puso frente a mí agarrándome de los hombros.
-Pero tú sí saldrás lastimada - dijo mirándome, sus ojos estaban llorosos. Podía ver lo desesperado que estaba. -No puedo dejarte hacer esto sola. Iré contigo...
-No...
-Sí, lo haré. Puedo ayudar. Pensaremos en algo. No puedo dejarte pasar por esto sola, incluso si quisieras - dijo Sebastián y en un impulso lo abracé. Me apretó con fuerza y me permití llorar sobre su hombro. Toda esa angustia dentro de mí me estaba matando, toda esa situación era aterradora.
-Gracias, hermano - Acaricié su mejilla y él sonrió entre lágrimas. Sebastián era la mejor persona en mi vida, el mejor amigo que alguien podría tener.
-¿Daniela? - Escuché la voz de Poché fuera de la habitación y me estremecí, Sebastián abrió grande los ojos, pero me hizo una señal para que me calmara. Abrió la puerta y Poché entró como un huracán. -Te llamó, ¿no? ¿Dónde está mi bebé? ¡Por el amor de Dios, Daniela! ¡No me ocultes nada!
-Cálmate. Voy a buscarlo - Intenté decir con calma, pero el temblor en mi voz dejaba en claro mi nerviosismo.
-No vas a ir sola. Iré contigo. No puedo dejar que Germán te vuelva a hacer daño - Poché decía un poco nerviosa y yo estaba callada mirándola. Definitivamente no quería que Poché se involucrara en esto, porque su vida también estaba en juego y todo empeoraría si ella iba.
-Hablamos con Germán y quiere que Daniela vaya sola - dijo Sebastián y Poché negó con la cabeza.
-No lo voy a permitir.
-Poché... - Traté de decir, pero ella parecía estar decidida. Eso no terminaría bien.
-Harémos esto juntas, Daniela.
-Si fuéramos todos juntos tendríamos más chances de rescatar a Salo - Dijo Paula y seguí mirándola. Solo podía pensar en el desastre que eso causaría, no parecían tener idea de con quién estaban tratando.
-¿Entonces, Daniela? - Sebastián preguntó y todos me miraron.
-Hay tres lugares en el auto - Pasé por ellos caminando rápidamente mientras discutían sobre quién iría. No podía pensar muy bien con ellos, solo quería encontrar una manera de rescatar a mi hijo sin que nadie salga lastimado. Y Paula tenía razón, con más personas sería más probable que funcionara.
Al final de cuentas fuimos yo, Poché, Sebastián,Vale y Paula . Germán estaba en un cobertizo en medio de un bosque, era muy difícil llegar a ese lugar. El camino de tierra dificultaba que llegara más rápido. El llanto de Poché en el asiento trasero me ponía aún más nerviosa. Cada minuto que pasaba me sentía peor sabiendo que mi hijo había estado con ese monstruo durante tanto tiempo. Necesitaba que Poché y Salomón salieran vivos, el resto no importaba.
-Ese es el cobertizo - Sebastián señaló y asentí sintiendo que mi estómago daba un vuelco. La ansiedad me dejaba aún peor, el miedo, la ira, ya no sabía cómo sentirme, estaba tan cerca. Era peligroso, pero tendría que arriesgarme, tendría que sacar a mi hijo de allá incluso si tuviera que dar mi propia vida. -Para el auto aquí...
-¿Qué haremos? - Poché preguntó y todos me miraron. Respiré hondo y miré ese maldito cobertizo. Miré alrededor y vi que solo habían árboles, y en frente camino de tierra. Podía ver que había otras entradas al costado del cobertizo, eso podría ayudar.
-Iré allá, él dijo que quiere hablar conmigo, veré qué quiere - Miré a Sebastián y él suspiró. Sentí algo extraño cuando lo miré, no era la primera vez ese día, pero tal vez no fuera nada.
-Germán es un tonto y eso ya lo sabemos. No es un criminal inteligente que piensa en un plan, solo está llevado por la ira - Dijo Sebastián y yo asentí. -Ya que mi padre arrestó a los tipos que estaban con él ayer, probablemente Germán está solo. Dijo que quiere hablar, tal vez quiere dinero, esperemos que solo sea eso.
-¿Y qué vamos a hacer? - Paula preguntó.
-Tengo un plan... - Dijo Sebastián y todos lo miramos.
───────
Respiré hondo y abrí la gran puerta frente a mí. Lo cerré lentamente y fui caminando mirando a mi alrededor, no había nada más que algunas cajas de maderas, parecía más un depósito. Podía escuchar una música baja viniendo de algun lugar de allí. Mi pecho subía y bajaba descontrolado. Traté de limpiar el sudor que goteaba de mi cabeza a mi cara, no podía controlarme, estaba a punto de tener un ataque. Caminé más rápido por un pasillo siguiendo el sonido de la música que escuchaba cada vez más fuerte, hasta que la encontré. Estaba sentado en una silla en un espacio más grande del cobertizo con mi Salomón en su regazo, tenía una pistola en la mano y pasaba el cañón por el brazo de mi hijo. Esa escena... Solo de ver a Germán mi estómago se apretó con fuerza y no pude aguantar más, vomité todo lo que había en mi estómago. La fuerte risa de Germán me causaba fuertes arcadas.
-¡Que agradable sorpresa! ¿Estás nerviosa, hija? - Él hablaba y yo no podía mirarlo. Estaba temblando mucho, estaba débil, tenía que ser fuerte. Levanté la cabeza y lo miré, ahora estaba parado con Salomón en brazos. El pequeño extendía sus bracitos queriendo que yo lo cargara. Mi garganta se apretó al ver eso, quería alejar a mi hijo de ese hombre. Germán miró a Salo y sonrió. -Este niño me recuerda mucho a ti cuando eras pequeña. Tiene la misma carita, los ojos... - Mientras hablaba pasaba el cañón del arma por la cara de Salo. Parecía un enfermo mental. Tenía miedo de lo que podría hacer.
-¿Qué mierda estás haciendo? Mira lo lejos que llegaste - Traté de hablar en voz baja haciendo lo que Germán me pidió, tal vez hablando con calma él podría escucharme. -Nada de esto era necesario...
-Traté de ser un buen padre, Daniela. Incluso te di una oportunidad para salir de esto con vida. Rompiste nuestro trato. Te dije que si metías a la policía en esto, las cosas se pondrían feas para ti... - Hablaba un poco nervioso. Me apuntó con el arma de la nada haciéndome estremecer. -¿Dónde está Poché?
-No lo sé - dije nerviosa, ¿qué demonios quería con Poché? Sabía que ella estaba en algún lugar por allí. Ellos iban a intentar entrar por otras entradas para abordar a Germán en un momento de descuido.
-Llámala, ¡quiero a Poché aquí ahora! - Comenzó a alterarse, se estaba poniendo muy nervioso.
-Deja a Poché fuera de esto. No la llamaré - Traté de decir con calma, pero Germán parecía estar poseído. Apuntó con esa pistola a la cabeza de Salo y abrí grande los ojos sintiendo que mi corazón dejaba de latir.
-¡¿Me estás desafiando?! - Gritó y negué con la cabeza asustada. -¡Quiero a Poché aquí! ¡Llámala o te mataré a ti y a tu hijo ahora mismo!
-Estoy aquí - Escuché la voz de Poché detrás de mí y mis ojos casi se salieron. No podía ser verdad.
-Así que la sabelotodo no ha venido sola... - Dijo Germán aún apuntando con el arma a la cabeza de Salomón que estaba llorando en voz alta. Él estaba mirando a su alrededor, estaba desconfiado y eso era muy malo.
-No, Poché ... - Susurré mirándola. Eso estaba completamente fuera de nuestros planes. Con Poché ahí ahora solo podía sentirme más aterrorizada. Me quedé mirando a todos lados pensando en qué hacer. Él nos iba a matar a todos, por eso quería que Poché estuviera allí, Germán nos iba a matar. Comencé a sentir un fuerte dolor en el pecho por lo fuerte que respiraba, Poché se estaba acercando, Germán sonreía y podía ver la maldad en sus ojos, Salomón lloraba en sus brazos. Necesitaba hacer algo.
Miré detrás de Germán y vi que Sebastián estaba escondido detrás de esas cajas. Me hizo señal de silencio y dejé de mirar allá. Estaba empezando a darme cuenta de que tendría que enfrentar a Germán. No tenía armas, no tenía nada, tendría que usar la fuerza física. Sabía que tal vez no saldría viva de esta, pero protegería a las personas que amaba.
-¿Quién más está aquí? - Germán preguntó nervioso ahora apuntando con el arma hacia mí. -No llamaste a la policía, ¿verdad? ¡Si lo hiciste ninguno de ustedes saldrá vivo de aquí hoy!
-No llamé a nadie. Solo Poché vino conmigo - Volví a mirar donde estaba Germán, estaba casi rogando que hiciera lo que iba a hacer de inmediato. Volví a mirar a Germán, no quería que desconfiara aún más.
-Poché, acércate ahora... - Pidió mirando a su alrededor nuevamente. Estaba muy desconfiado. Poché ya estaba yendo, pero la tomé del brazo en un total impulso.
-No... - La jalé hacia atrás y miré a Sebastián, él estaba saliendo de su escondite. Todo pasó tan rápido, Germán me apuntó con el arma y mi corazón vino a mi boca, en el momento en que apretó el gatillo, en una fracción de segundos Sebastián empujó su brazo y el disparo fue en cualquier dirección. Germán soltó a Salomón haciendo que cayera al suelo y comenzó una lucha corporal con Sebastián. Corrí hacia Sebastián y lo tomé entregándole a Poché.
-¡Sal de aquí! Vamos...
-¿Y tú? - Poché preguntó llorando desesperada y yo ni siquiera sabía qué responder.
-Poché, ¡lleva a nuestro hijo afuera y llama a la policía ahora!
-Daniela, no... - Poché lloraba mucho, parecía tener miedo de alejarse. Mi respiración se aceleró demasiado, tanto que me mareé. De nuevo el miedo de perderla se apoderó de mí.
-Poché, te amo, ¡pero tienes que salir de aquí ahora! ¡Por favor! - pedí aterrorizada y Poché salió corriendo de ahí con Salo en brazos. Verla alejándose de mí hizo que un vacío me tomara, una sensación extraña me hizo llorar con fuerza. Pero necesitaba protegerla. Nunca peleé ni siquiera por mí misma en mi vida, pero por Poché lucharía hasta desarmada. Mi amor por ella me puso en esta situación. El amor no siempre es lo que te salva, a veces te hunde y te ahogas.
Me volteé y vi la escena de Sebastián y Germán peleando. Germán aún sostenía esa maldita pistola y Sebastián intentaba a toda costa quitársela. Sebastián estaba rojo y sudoroso, parecía estar usando toda su fuerza, pero Germán era mucho más grande y fuerte. Parecía aterrorizado y necesitaba ayudarlo. Corrí hacia ellos, necesitaba ayudar a Sebastián. La adrenalina en mi cuerpo me hacía quitar fuerzas de donde no las tenía. Agarré el brazo de Germán y luego escuché tres disparos. Y entonces, por un segundo, todo se detuvo.
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Adoptada(Adaptación Caché G!p)- Terminada
FanfictionMaría José es una adolescente popular, conocida donde quiera que vaya, pero tiene serios problemas con la bulimia, ella es la hermana mayor de Daniela, quien es adoptada. Debido a deseos inesperados y sucesos turbulentos, descubrirán que el amor que...