DANIELA
Pasé la noche con Lina. Nunca había dormido en su casa, pero ese día no me importó. A decir verdad tenía miedo. Lina siempre me presionaba mucho para tener sexo con ella, pero yo simplemente no podía.
Lina era adulta, su cuerpo era espectacular, sus piernas, su cintura... Era mucha arena para mi camión. Una experimentada mujer de 28 años, queriendo tener sexo con una de 16, que solo lo había hecho una vez y apenas aguantó. Definitivamente no podía hacerlo. Lina vio que no estaba muy bien y decidió no presionarme a nada. Pasamos la mayor parte del tiempo solo hablando.
Lo peor era que no podía sacar a Poché de mi cabeza, fue por eso que la busqué. Todavía no le había contado todo lo que estaba pasando con Poché y Lina casi soltó fuegos cuando lo supo. Le conté cada detalle desde el comienzo de esa locura hasta ahora. Le dije que estaba siendo difícil aceptar la relación de Poché y Lina me dijo que debería terminar con eso y era exactamente lo que haría. Poché me pertenecía y no podía permitir que Mario la tocara. Encontraría una manera de terminar con toda esa estupidez.
Quería a Poché solo para mí. Quería cuidarla. Mostrarle todo lo que valía y todo lo que podría ser. Esos tipos solo dejaban a Poché más paranoica con su apariencia. Eso me enfurecía. Poché era mi hermana, pero tenía derecho a cuidarla, teníamos derecho a sentir y hacer lo que quisiéramos. Se lo demostraría.
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-¿En qué estás pensando? - Escuché la voz del chico a mi lado y lo miré. Estaba tratando de calmarme para entrenar, porque Mario estaba allí y estaba a punto de explotar de ira.
-Cómo mataré a Mario Ruiz... - Dije cerrando los ojos y respirando hondo. Si perdía la cabeza en el Jiu-Jitsu probablemente sería suspendida o expulsada. Tenía que mantener el control, pero con toda esa mierda en mi cabeza simplemente no podía.
-Ve a casa, Dani. Hoy no es un buen día para entrenar. Trata de calmarte y vuelve otro día - Sebastián decía y solo lo escuchaba manteniendo mis ojos cerrados. Quería encontrar la calma en algún lugar de mi mente, pero era más fácil fumarme un porro.
-Me pone jodidamente celosa verlo con mi hermana, Sebastián... - Esta vez lo miré. Estaba sin camiseta y todo sudado. A Sebastián le encantaba exibirse. Era mi mejor amigo, el hermano que no tenía. Cada vez que tenía un problema recurría a él o a Lina.
-Necesitas tomar todo esos celos y traerlos aquí. - Le dio dos palmaditas a mi polla y casi salté del susto. Él comenzó a reír y giré los ojos.
-Deja de ser gay, idiota.
-¿Gay? ¡Eres una chica, Daniela! - Sebastián dijo indignado y yo resoplé.
-Lo sé. Pero ya sabes de mi problema...
-¿Problema? ¿Qué problema? - Sebastián preguntó y lo miré con seriedad.
-Sabes de lo que estoy hablando idiota. No me gustan los hombres - Dije levantándome decidiendo no entrenar hoy. Era lo mejor que podía hacer. Si veía a Mario tal vez no podría contenerme, ya estaba loca por hacerle un tatuaje de mi puño en su cara.
-Pensé que ibas a decir que ser intersexual es un problema. Porque definitivamente no me importa. Me quedaría contigo igual. No estás nada mal y creo que soy un poco bisexual... - Dijo Sebastián y me quedé un tiempo solo mirándolo. Seguí esperando su risa, pero no llegó. No podía estar hablando en serio.
-Voy a fingir que no estás coqueteándome... - Dije y esta vez se echó a reír. -Cada uno en su esquina, ¿de acuerdo?
-Solo estoy bromeando, Dani. Probablemente lo haría si no fuéramos mejores amigos. - Me abrazó de lado y fuimos caminando hacia mi casillero para recoger mis cosas. -¿Aún sales con Matu?
-Ya ni siquiera sé... Estámos hablando poco y ella debe estar muy enojada conmigo. - Suspiré recordando que tenía un problema más que resolver.
-Escúchame - Sebastián dijo y lo miré. -Tienes que ir tras Matu. Ella es tu presa fácil. Fóllala cuando quieras. Solo ella puede ayudarte. Quítate todo esta ira y vuelve. - Iba a tocar mi polla otra vez y me aparté rápidamente.
-¡Deja de tocarme la polla, idiota!
-¿Por qué? ¿Te está gustando? - Preguntó y giré los ojos dándole la espalda.
-Adiós Sebastián. - Dije y salí de allí. Caminé lentamente por los pasillos de la escuela buscando a Matu. Noté que Poché no había ido a la escuela y eso me extrañó, ya era la segunda vez que faltaba esta semana y solo quería saber el por qué. De lejos vi a Matu hablando con las animadoras. Me acerqué temerosa, porque sabía que ella estaba queriendo matarme. Me detuve detrás de ella y todas las chicas me miraron, y luego Matu también. Me miró de arriba abajo y volvió a mirar a las chicas. Todas salieron de allí obedeciendo la petición silenciosa de Matu como un montón de cachorritos.
-¿Qué quieres? - preguntó cruzándo los brazos y suspiré. Necesitaba paciencia.
-Quiero... Hablar... - dije y Matu se echó a reír. Su típico cinismo. Lo odiaba. Esa idea de Sebastián de ir tras ella solo estaba empeorando. - Matu, yo...
-No quisiste verme ningún día de esta semana, apenas me hablaste. Desapareciste varias veces y me vi obligada a llamar a Poché para saber de ti. -Matu comenzó a alterarse y vi que las personas ya estaban empezando a mirar. Por un momento olvidé que Matu era carente de atención.
-¿Podemos hablar en otro lado?
-No tengo nada de qué hablar contigo - dijo Matu, casi gritando. Ella realmente quería atención. Se fue caminando lejos de mí y sentí que mi cuerpo se calentaba, estaba furiosa. ¿Quién se creía que era? Caminé tras ella y la agarré del brazo con fuerza tirándola cerca de mí.
-¿Qué mierda te crees que eres para dejarme hablando sola? - Hablé cerca de su rostro.
-Suéltame o gritaré...
-Si al menos tuvieras un cerebro para pensar, pero creo que no lo tienes... - dije y Matu abrió la boca indignada. Sus ojos estaban muy abiertos. Apreté mi agarre sobre su brazo y prácticamente la arrastré al gimnasio. Matu no dijo nada, parecía estar asustada. Quería acabar con ella, pero como no podía matarla, lo haría de otra manera.
-¿Qué haces? - Matu me preguntó cuando nos encerré en el vestuario. Por suerte para mí la última clase ya había terminado, estábamos solas y ella parecía asustada.
-Te enseñaré a nunca más gritarme o dejarme sola... - Pegué mi cuerpo al de ella y golpeé la pared con brutalidad. Matu respiraba rápido y podía ver lo asustada que estaba, pero no me importaba. Haría lo que dijo Sebastián, descontaría todo sobre ella.
La tomé fuertemente del cabello y pegué nuestros labios. Matu no reaccionó al principio, pero después de insistir finalmente se rindió. Nos besábamos con desesperación. Ambas estábamos con rabia y eso lo dejaba todo más sabroso. Comencé a tocarla, un poco demasiado fuerte. Llevé mi mano entre sus piernas y apreté su coño con fuerza escuchando a Matu gemir suavemente. Pasé una de mis manos por su cintura y la levanté sintiendo sus piernas enredarse alrededor de mi cintura. Matu era liviana, tan delgada que podía sostenerla solo con uno de mis brazos. Sentí que movía sus caderas contra las mías, mi polla ya dolía de tan dura que estaba dentro de mis pantalones.
Nuestras caricias fueron avanzando hasta que ya no pude soportarlo más. Sus bragas ya estaban en el piso, su falda levantada, mi polla en su mano siendo tocada rápidamente. Ella quería volverme loca, pero no quería enredarme demasiado, estábamos en el vestuario y alguien podría aparecer en cualquier momento.
-Ven aquí — La incliné sobre la mesa, dándome la espalda. No quería ser delicada, ella no lo merecía. Aún no sabía muy bien cómo hacerlo, pero repetí lo que le hice a Poché . Presioné mi miembro en su entrada y la penetré de una sola vez, sintiendo su coño apretarme con fuerza. -Joder... Que apretada!
-Dios mío, ¡me lastimas! - Dijo Matu y apenas podía escuchar, no podía dejar de moverme dentro de ella, rápido y profundo. La estaba acercando cada vez más a mí escuchando sus gemidos. Ni siquiera quería saber si la estaba lastimando o no.
-Que coño tan delicioso... ¡Joder! - Dije viendo a Matu casi retorcerse encima de la mesa. No sabía si era de dolor o placer, pero no paré. Lo estaba disfrutando mucho. Era muy apretada y yo estaba aguantando demasiado para no correrme. La agarré del cabello con una mano y tiré con fuerza haciendo que sus caderas chocaran contra las mías y el ruído hizo eco por todo el vestuario. Ya no me importaba nada, se sentía tan delicioso, solo quería correrme y luego desaparecer de ahí.
-Ah... eso -Matu gimió y yo intensifiqué mis movimientos automáticamente. Que maldito gemido sexy. Ella lo estaba disfrutando.
-Gime... Gime más - pedí y ella no dejó de gemir, haciendo que me corriera en dentro de ella. Me corrí tan fuerte que me quedé rígida por algunos segundos. Eso fue maravilloso. Si hubiera sabido que Matu tenía un coño tan delicioso ya la habría follado hace mucho.
—Te corriste dentro, ¿no? - Matu preguntó cuando nos estábamos vistiendo. Me quedé mirándola por un tiempo tratando de recordar.
-Creo que sí, ¿hay algún problema? - pregunté rascándome la cabeza y Matu frunció el ceño. Se acercó a mí y selló nuestros labios.
-Me alegro de haber sido tu primera vez... - dijo Keana sonriendo y tragué en seco. No era mi primera vez, ¿no? Pero solo sonreí fingiendo estar avergonzada.
-También me alegro de que lo seas. Fue maravilloso - Dije acariciando su mejilla.
-Y respondiendo a tu pregunta: Sí. Es un gran problema que te hayas corrido dentro. Me tomaré la píldora, pero es mejor que ya no lo hagas para evitar incidentes.
-¿Como un embarazo? - Pregunté confundida, estaba muy fuera de lugar.
-Exacto. Ahora vámonos de aquí antes de que alguien nos vea. -Matu tomó mi mano nos fuimos de allí. Realmente me había gustado lo que hicimos. Quería sacarme a Poché de la cabeza y si necesitaba follar a Matu para hacerlo, lo haría.
──────
Estaba llegando a casa después de haber pasado horas con Matu. Ya estaba enojada de nuevo. Lo que tenía de deliciosa lo tenía de aburrida. Ya queria ir a casa. Entré lentamente y fui hacia la sala de estar, mis ojos casi se salieron de sus órbitas cuando vi a Laura encima de Paula en el sofá. Me puse la mano sobre la boca para contener la risa. Me daba pena interrumpir, pero sabía que en mi lugar Paula lo haría.
-Bonito... - Dije entrando en la sala y Laura casi cae al suelo cuando Paula se levantó de un salto. -Que bonito, ¿eh?
-¡Hija de puta!
-Que escena mas bella. ¿Estoy molestando a la parejita? - Dije y Paula no pudo evitar reírse.
-¡Joder, que susto, Daniela! - Laura dijo y me reí de su desesperación.
-Agradezcan que fui yo. Si fuera Valentina ya estaría vertiendo agua bendita sobre ustedes - Dije haciéndolas reír. Escuché pasos atrás de mí y me volteé dando de cara con Poché . Me sorprendí al ver que su cara estaba pálida, con ojeras enormes y oscuras, sus labios casi blancos y su cabello desordenado. Estaba hermosa pero no parecía estar bien.
-¿Qué pasó contigo? - Pregunté y fui completamente ignorada.
-¿Puedes ir a la farmacia a comprar lo que te pedí? - Poché le preguntó a Paula y la vi tensarse.
-¿Comprar qué? - Pregunté de nuevo y Poché me miró.
-¿Puedes dejar de gritar? Me está doliendo la cabeza - Poché dijo y fruncí el ceño.
-No estoy gritando.
-Poché no se está sintiendo bien, Daniela. Iré a comprarle su remedio. - Las dos se miraron extrañamente.
-Creo que hay remedios, Poché... - Dije y ella resopló sentándose en el sofá.
-Ya vuelvo - Dijo Paula arrastrando a Laura con ella. Me senté junto a Poché en el sofá y me quedé mirándola. Ella me miró rápidamente y volvió a mirar a la nada.
-¿Qué? - Preguntó y me acerqué a ella. La sentí apartarse un poco, pero no me importó.
-¿Sigues con eso de la Bulimia? - Pregunté y Poché me miró al instante. Estaba preocupada por ella. Podría estar enojada, pero mi instinto protector gritaba más fuerte. Solo verla en ese estado me hacía querer ponerla en mi regazo y cuidarla hasta que mejorara.
-Por supuesto que no, Daniela . Estoy muy mal - Poché hablaba y mi mano le daba una tímida caricia en su hombro. Tenía miedo de intentar acercarme, su humor no parecía estar muy bien.
-Puedo... - Dije tirando un poco de su brazo y Poché frunció el ceño. -¿Puedo acercarme a ti? - Pregunté y Poché seguía mirándome seriamente. La vi suspirar y acercarse más a mí. La abracé suspirando con alivio. Podría estar con cualquiera, pero en ese momento estaba segura de que Poché era la única que podía mantenerme tranquila. Ella solo necesitaba estar cerca de mí.
-Me alegra que hayas llegado. Desapareciste y estaba tan preocupada. No estoy bien, Dani - dijo Poché y la miré para ver que estaba llorando. Sentí que se me rompía el corazón. Todo era mi culpa.
-Perdóname por dejarte sola, mi angelito... - La abracé aún más fuerte. Nos quedamos allí por un rato, solo abrazadas. Podía ver que estaba mal. Sugerí que fuéramos al doctor pero Poché dijo que si no mejoraba podríamos ir.
Paula llegó con el remedio y se encerraron en la habitación de Poché. Esas dos estaban muy extrañas y comenzaba a preocuparme.
POCHÉ
El dolor en mi estómago era persistente. Si fue malo durante el día, ahora estaba peor. Paula estaba frente a mí, podía ver la preocupación estampada en su cara. No quería asustarme tanto, estaba haciendo todo lo posible para controlarme o si no iba a vomitar de nuevo. Estaba con dolores horribles y náuseas continuas. Se lo dije a Paula y en el mismo momento me sugirió que comprara una prueba de embarazo. Lo único que pude hacer en ese momento fue vomitar. Casi me muero del nerviosismo. Y lo peor era que Daniela volvió a pasar todo el día fuera, solo quería que estuviera a mi lado.
-Creo que ya puedes ir a ver - dijo Paula y asentí. Estaba tensa. Nerviosa. Sentía que mi corazón me saldría por la boca. Entré en el baño y Paula vino detrás. Tomé la prueba en mi mano y me volteé hacia ella.
-¿Qué quiere decir dos palitos? - Pregunté y Paula agrandó sus ojos y abrió la boca.
-Joder... Estás embarazada, Poché.
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Adoptada(Adaptación Caché G!p)- Terminada
FanfictionMaría José es una adolescente popular, conocida donde quiera que vaya, pero tiene serios problemas con la bulimia, ella es la hermana mayor de Daniela, quien es adoptada. Debido a deseos inesperados y sucesos turbulentos, descubrirán que el amor que...