Black Soul | SUPERNATURAL [En Pausa]

Capítulo 27: Juntos

Dean llevaba un rato con sus audífonos puestos y recostado en su cama. Todo lo que sucedía lo tenía alterado, y darse unos minutos para él no vendría mal. Aunque el mundo pudiera irse a la mierda en cualquier segundo. Estaba tan cansado de perseguir monstros, cazarlos, salvar el mundo. No conocía otra cosa. Lo gratificante era ver a la gente que salvaba. Asegurarse de la muerte del monstro que estuviese cazado e irse con la certeza de que ya no lastimaría a nadie más. Eso le llenaba el corazón.

También el hecho de que Sam siempre estuviera a su lado le reconfortaba. Siguiendo esa línea de pensamiento: Dean esperaba que Sam estuviera pasando un buen rato, liberando el estrés. Con todo el peso sobre sus hombros, algo de eso necesitaban.

Sonrió tontamente, orgulloso. Sí Sammy estaba bien, él también.

A veces, bueno todo el tiempo, cuando quería concentrarse en buenos pensamientos los pensamientos negativos lo invadían. Estos siempre tenían más peso que los otros, y mientras pensaba en esas escasas cosas, los recuerdos de Sandy y otros cazadores con los que se habían topado a lo largo de su vida él y Sam, le llegaban. Eso solo hacía que la culpa en su interior se alimentara y creciera. Sin mencionar la culpa y el temor de perder a su gran amigo Castiel. ¡Dios! Cuanto lo echaba de menos.

Intentó concentrarse en los buenos momentos nuevamente y logró quedarse dormido. Pero no por mucho.

En sus sueños solo se materializaban sus temores, sus culpas, los pensamientos negativos. No paraba de ver a Castiel siendo torturado una y otra vez por Lucifer o el rostro de Sandy llenándose de venas negras causadas por la neblina de Amara. O perder a Sammy en el fin del mundo. Otra vez.

Solo tenía un remedio para el insomnio, además del porno, el alcohol siempre le ayudaba. Fue así como Dean pudo conciliar el sueño, despreocupándose de Sam por un rato. Despreocuparse del mundo por un momento.

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Al entrar al pueblo a Emma y Sandra, no les había costado conseguir un lugar donde alojarse. Un agradable señor (y con “agradable” querían decir cara de pocos amigos), les recibió; desde el momento en que pisaron el pueblo la casa del Sr. Rogers estaba siendo anunciada en todos lados como el mejor lugar para hospedarse. Y eso habían hecho las chicas.