Capítulo 7.

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Dax

Me habían sacado del laboratorio y me habían puesto en una de las tantas celdas que había aquí abajo. No había paredes, solo la que estaba detrás de mí, lo demás estaba rodeado de vidrios que los protegía a ellos de nosotros, y era mejor así, no querían saber de lo que éramos capaces de hacer.

Con los puños golpeaba el vidrio, no podía romperlo, no tenía ni una grieta y me molestaba mucho estar aquí, hacía meses que no me tenían encerrado y ahora me jodía estarlo.

La puerta metálica se abrió, dejándome ver a dos de los enfermeros, traían arrastrando a Devon. Ella se veía muy mal, estaba pálida, en sus brazos tenía múltiples marcas, unas por las agujas y otras más por los golpes que le daban cada noche.

La podía escuchar pero no pude hacer mucho, estaba encerrado como un ratón, solo me quedaba esperar para saber que le habían hecho.

La dejaron en la celda a mi lado izquierdo, cerraron las puertas y se fueron. En total habíamos diez pacientes aquí. Algunos estaban bien, otros dormían y otros más se volvían locos a tal grado de hacerse daño.

—Devon —golpeé el vidrio que me separaba de ella —. ¡Devon!

Se puso de pie de golpe, reculó con las manos y su espalda chocó con la pared. Estaba asustada, realmente asustada. Miraba a su alrededor con los ojos abiertos de par en par.

—Devon, mírame —le pedí, apoyando las manos en el vidrio.

—¿Dónde estoy? —jadeaba.

—Devon, mírame.

—¡Quiero salir!, quiero irme —su pecho subía y bajaba con rapidez.

—Devon, por favor —le pedí.

—¡Déjenme ir!

—Cálmate, tranquila.

Por más que intentaba pedirle que se tranquilizara, mi voz no tenía el efecto que yo quería. Ella se estaba agitando, estaba entrando en desespero y temía que se hiciera daño.

—¡Quiero irme! —en ese momento su cuerpo se contrajo y una mezcla de color negro viscosa y pegajosa fue expulsada de su cuerpo con gran fuerza. Repitió el mismo proceso hasta que las arcadas desaparecieron y quedó débil.

—Devon —volteó a verme.

—¿Qué me está pasando? —tenía lágrimas en sus ojos.

—Cuando salgamos de aquí te lo voy a decir. Pero por ahora cálmate, no vas a conseguir nada si te pones mal.

Asintió con la cabeza y pasó su brazo por su boca, borrando el rastro del vómito que ahora burbujeaba cerca de ella. Se acercó a mí y puso sus manos a la misma altura donde estaban las mías. Una sonrisa triste adorno sus labios y aunque sus ojos estaban llorosos se veía bonita.

—Tengo miedo, Dax.

—Nada te va a pasar, Devon, yo voy a cuidar de ti.

SALVAJE (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora