Capítulo 29.

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Dax

Nos colamos al edificio del sujeto que Axel quería muerto. Fue fácil entrar y matarlo lo fue aún más, lo que no contemple fue el hecho de tener a una fiera salvaje a mi lado que no pensaba en otra cosa que no fuera destrozar lo primero que tenía en frente.

Un disparo en la cabeza y el sujeto cayó de espaldas en el sofá en el que se encontraba sentado en el momento que irrumpimos en su lecho.

—Devon —le pedí cuando vi sus intenciones en ese par de orbes —. Nos tenemos que ir.

—Solo un poco —se pasó la lengua por los labios.

Saboreando la sangre que salía de su cabeza. El cuerpo estaba fresco, tal y como le gustaba a mi chica.

—Será un poco, muero de hambre, Dax.

Me pase las manos por la cara, con frustración.

—Solo unos minutos.

Se agachó y empezó a devorar al pobre hombre que había tenido la mala suerte de caer en las garras de Devon.

A lo lejos unos pasos se acercaban a la habitación.

—Tenemos que irnos.

Devon se estaba dando un festín con el sujeto pero era hora de irnos sino nos podían capturar.

—¡Devon!

Se puso se pie, pasando la mano por su boca, que ahora tenía sangre y pedazos de tejido.

—¿Cómo vamos a salir?

Ellos estaban más cerca.

Miré la ventana.

—No —leyó mi mente —. No voy a saltar de esa ventana. Son veinte pisos, Dax.

—Pues vas a tener que hacerlo.

La cogí del brazo y juntos saltamos en el momento que la puerta se abría y los disparos pasaron rozando nuestros cuerpos.

Un agujero se formó en mi estómago cuando íbamos cayendo, podía ver la ciudad y las luces brillantes. El cabello de Devon se movía con el viento, todo iba en cámara lenta-

Caímos de rodillas y nos pusimos de pie rápidamente. Corriendo hacia la parte oscura de la ciudad.

****

—Creí que íbamos a morir —se disculpó deshaciéndose de las ropas manchadas de sangre.

Quedó solo en sostén y bragas.

—Dax —se acercó a mí y con sus dedos palpó mi brazo izquierdo, donde tenía una herida —. Estás herido.

—Ya sanará, solo tienes que sacar la bala.

Asintió con la cabeza y nos sentamos en la orilla de la cama.

—No hay con qué.

—Con tus dedos.

Abrió los ojos, sorprendida.

—¿No te va a doler?

—No.

—Prometo que la próxima vez te haré caso.

Con sus dedos empezó a sacar la bala que se encontraba justo al lado de mi hueso.

—¿De qué?

—Casi nos atrapan por mi culpa —sonreí.

—Nada de eso, aún estás aprendiendo a usar tus poderes, Devon —cogí un mechón de su cabello —. Es normal que pierdas el control de vez en cuando.

—Listo —saco sus dedos con la bala en ellos.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti. Dax.

SALVAJE (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora