Capítulo 20.

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Devon

Dax entró al baño, dejando la ropa sucia a un lado de la puerta. Me acerque y levanté la ropa. Desprendía un fuerte olor a metálico.

Pude apreciar algunas manchas de color carmín en el cuello de su camisa. La puse cerca de mi nariz y olisqueé, el aroma me golpeó fuertemente.

Sentí como el veneno corría por mi sangre, se hacía uno con mi ser y quería salir, destripar, matar.

Dax

Salí del baño y la vi. Estaba dándome la espalda, entre sus manos sostenía la camiseta con la que había salido por la madrugada.

—¿Devon? —me acerqué a ella, lentamente.

Puse una mano en su hombro y se dio la vuelta lentamente. El manto negro que cubría sus ojos estaba desapareciendo, al igual que las garras que se asomaban filosas entre sus dedos.

—¡Quiero salir! —gritó.

La sostuve para que no pudiera hacerlo, menos en el estado que se encontraba.

—Calmate.

—¡No me pidas que me calme!, me tienes aquí, encerrada desde hace una semana. Quiero salir.

La agarré fuerte del cuerpo, ya que se abalanzaba hacia la puerta.

—Sino te he dejado salir no es por ti, es por las personas que hay allá afuera.

Le susurraba cerca de la oreja, le pedía calmarse, le decía que todo iba a estar bien. Su cuerpo estaba hirviendo, la sangre fluía como un río de lava que corría peligrosa por sus venas.

—Dime que hicieron conmigo.

Su espalda se mantenía apretada a mi pecho, mientras que el suyo subía y bajaba con dificultad.

—Nos inyectan veneno, no sé exactamente que sea, pero sé que es veneno. Cuando está dentro de nosotros nos cambia por dentro, nos vuelve salvajes, incontrolables, con ganas de matar, de destruir todo lo que tenemos frente a nosotros.

»Somos armas para la fortaleza. Ellos nos pueden manejar a su antojo, por eso los rastreadores, nos tienen bien vigilados. Mi sangre corre por tus venas, no ibas a soportar el veneno, eres una extensión de mí, estamos unidos, Devon. Estás conmigo porque soy el único que te puede calmar.

Seguía retorciendose en mis brazos.

—Necesitas sangre para saciar esa sed que ahora te consume, te juro que vas a comer pero no es tan fácil como tú piensas.

—¿Por qué?

—Porque necesitas cazar a tu presa.

—Así como tú has salido a cazar —asentí con la cabeza.

—Eres peligrosa y debo estar cerca de ti para que no hagas nada que nos ponga en peligro. Que te ponga en peligro.

SALVAJE (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora