Madison
—¡Maddie, se hace tarde cariño!
Una voz bastante familiar se escuchaba afuera de mi dormitorio, pero yo estaba demasiado cansada para poder responderle o prestarle atención.
No pensaba en nada que no sea mi cuerpo aun arropado por las sabanas que me cubrían hasta el cuello.
Dormir era una de las cosas más placenteras que un ser humano podría experimentar. Bueno eso y, por lo que había oído, el sexo también lo era.
Traté de ignorar la voz de aquella mujer que me había traído al mundo, pero era imposible ya que los gritos se hacían más presentes. Y por mucho que no quisiera, sabía que ya era hora de despertar. De repente, mi -no tan adorada ahora mismo- madre, decidió dejar de gritar desde afuera, para hacerlo desde adentro de mi cuarto.
Clara, mi madre, aunque no la estuviera viendo ahora mismo, podría apostar que la felicidad es lo último que sentía en estos momentos.
Maldición.
—¡Madison, despierta ya! —la voz de mi madre sonó tan alto que casi me hacer dar un respingo en mí mismo sitio.
Pero no se la iba a dejar tan fácil, para nada.
Decidí emitir un quejido ante su voz fuerte y demandante. Esto ya era rotativo. Mi madre gritando y yo quejándome por ello.
Mamá, no quedando tranquila con mi casi nula reacción, optó por tirar de las sabanas, haciendo que dejara de sentir el calor de estas para reemplazarlo por el incomodo frío todo mi cuerpo.
—¡Rayos mamá! ¿No podrías ser un poco más sutil al momento de despertarme? Esto ya se te está volviendo costumbre
—Maddie, hoy es tu primer día de clases y no quiero que pase lo mismo del año pasado —advirtió—. Aún me sorprende como no suspendiste alguna materia por siempre llegar tarde a casi todas las primeras clases.
En realidad, yo tampoco lo sabía. Casi había suspendido las materias que tenía a primera hora. Así que no tuve más remedio que esforzarme en los trabajos que dejaban los maestros, para así levantar mi promedio. Aunque toda esa etapa de estrés sucedió en los últimos menos, puesto que, los anteriores había evadido las clases o llegado tarde.
—Lo que pasa, querida madre, es que no me tenías fe.
—¿Ah sí? Bueno, ni la fe te salvara de mi castigo, si no te apresuras. —amenazó—. Así que más te vale estar abajo en cinco minutos.
No sabía cómo había logrado pasar todos los cursos, no con un promedio del que me sienta orgullosa, pero al fin de cuentas lo hice. Casi había suspendido las materias que tenía a primera hora. Así que no tuve más remedio que esforzarme en los trabajos que dejaban los maestros, para así, levantar mi promedio. Aunque toda esa etapa de estrés sucedió en los últimos menos, puesto que, los anteriores había evadido las clases.
Oh sí, me había olvidado de ese pequeño detalle, no soy de esta ciudad. Me mudé a California hace poco. Después de la muerte de mi padre, decidimos comenzar desde cero en una ciudad nueva y sé que es lo mejor, y es que era muy doloroso no poder relacionar cada lugar con un recuerdo de papá.
Era horriblemente insoportable, honestamente no podía con ello.
Así que eso implicaba que hoy era mi primer día de clases y sinceramente no me apetecía en lo absoluto asistir, pero tenía que hacerlo. Mamá no lo hubiera permitido de todas formas.
—Bueno, sinceramente yo tampoco lo sé —soy honesta—. Ahora que ya estoy despierta ¿podrías dejar cambiarme?
Entrecerró los ojos antes de hablar, —Si no estás abajo en cinco minutos entonces prepárate para recibir el castigo de tu vida, señorita.
—No quiero ir —me quejé— ¿Para qué? Los maestros querrán que me presente ante todos. Es ridículo.
—Madison no lo repetiré otra vez. Te quiero abajo en cinco minutos y fin de la discusión- pronunció mi madre casi perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
No había otra manera más que aceptar a regañadientes.
—Bien mamá. Tú ganas, pero déjame decirte que esto es muy cruel de tu parte. Tu hija tendrá traumas psicológicos de por vida, que permanezca en tu conciencia ¿eh? —dramaticé para después levantarme de la cama.
—Créeme, yo ya los tengo. Lidiar contigo no es nada fácil.
—Me ofendes.
—Como sea, dramática. Te espero abajo.
—Ti ispiri ibiji —repetí sus mismas palabras con un tono agudo
—¿Qué has dicho?
—¡Nada! —dije rápidamente y fingí una sonrisita inocente.
A veces ella podía dar miedo.
![](https://img.wattpad.com/cover/166586347-288-k321333.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¡Sólo tú, imbécil! (Editando)
Teen Fiction¿Qué pasaría si dos personas exactamente iguales caen el uno por el otro? Algo tan usual, ocurre casi siempre ¿no? Bueno, sucedió con Madison Johnson y Cameron Jones. Ambos tan obstinados, tan orgullosos, tan vengativos. Quizás tan jóvenes o tan i...