Capitulo 3- Accidente

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Madison

Micaela soltó un resoplido de frustración ante la escena y me dedicó una mirada claramente apenada.

—Incómodo —canturreó Lucas y Alex lo golpeó con el puño.

Micaela lo miró con molestia y él solo se limitó a alzar las manos fingiendo inocencia.

No lo niego. De hecho, fue muy incómodo.

Micaela me indicó que tomara asiento y yo no pude hacer nada más hacer lo que dice, sentándome entre Micaela y Diego, ambos me miraron entre avergonzados y lamentados ante la situación.

Lamento.

Odiaba esa mirada, principalmente porque me traía recuerdos de hace dos años, cuando papá falleció.

"—Pobres niños. ¿Quién los mantendrá? Por lo que escuché, su madre no trabaja.

—Sin padre y con una madre buena para nada. —la señora Susan hablaba bajito, pero no tan bajo como para no escucharla. Me encontraba escondida detrás de la pared de la cocina mientras oía a las voces de aquellas dos vecinas chismosas.

Había escuchado esos tipos de comentarios durante todo el funeral y era horrible tener que lidiar con el dolor de perder a mi padre y al mismo tiempo oír todos los comentarios malintencionados hacia mi familia de parte de aquellas personas que mi madre consideraba sus amigos cercanos. "

Odiaba que las personas me miraran de esa manera, no lo soportaba. No me gustaba que los demás me observaran débil y frágil. Tenían el poder de hacer que tu dolor incrementara y conocer tu talón de Aquiles.

—¿Madison? ¿Nos estas escuchando? —la voz de Micaela me sacó de mis pensamientos.

—¿Eh?

—Nos estábamos disculpando de hacerte pasar por esta situación. —explicó Diego con una sonrisa en el rostro—. ¿En qué planeta estabas? ¿Saturno? ¿Marte? ¿Plutón?

—Diego, deja de ser un grano en el culo —me defendió Annette y su aparente novio, Alex, la apoyó.

—Solo estoy bromeando. —solté una risa.

—Yo... lo siento mucho. Estaba record... Solo, me perdí en mis pensamientos. Lo lamento. —quería que la tierra me tragara. No era la primera vez que me pasaba esto, de hecho, las personas que me conocían sabían perfectamente de que no servía nada hablarme si en el fondo estaba absorta en mis pensamientos e inquietudes.

—No te preocupes. De hecho, perdóname, te hice pasar un momento incomodo y no te lo merecías. —Micaela se disculpó, mostrando una mirada realmente arrepentida.

—No hay problema. Aunque si quisiera saber el porqué de su repentino enfado hacia mí. —pregunté indirectamente.

—No es hacia ti. Bueno sí, tal vez sí, pero no... ¿o sí? —Lucas hacía que mi confusión creciera.

—No estas ayudando, genio. —le reclamó Micaela.

—¡Al menos hago algo! —se defendió.

—¿Qué insinúas?

—¡Que estaba haciendo el intento de explicarle, no como tú!!

—¿Me estás diciendo inútil?

—Dejo en claro que yo nunca dije eso, ella solita se llamó así. —alzó las manos mientras trataba de que la sonrisa de malicia no se le notara.

—Eres un...

—¡Cierren la boca, par de infantiles! —vociferó Diego, harto de la situación—. No sé cómo ustedes dos pueden ser primos. Joder, estoy seguro de que, aunque me pagaran, no iría jamás a una cena familiar con ambos.

¡Sólo tú, imbécil! (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora