Capítulo 15- Dos caminos

964 52 5
                                    

Aisa

Me dirigí al baño intentando no derrumbarme en pleno pasillo, tragándome todo lo que sentía.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez e intensidad que asustaba.

Cuando llegué al baño de mujeres, no tardé mucho en soltar las primeras lágrimas, el corazón me retumba con fuerza y el pecho me dolía como nunca me imaginé que pasaría.

Él... simplemente me dejó.

No se lo pensó dos veces antes de tomar esa decisión.

Pero el que terminase conmigo no me dolió tanto en la forma como lo hizo, es que ni siquiera quiso buscar otra salida, una solución o atajo. Era como si estuviese totalmente convencido

Eso no es algo que se decidiese de un momento a otro. Y eso solo me hizo replantearme:

¿Hace cuanto se habría replanteado esto?

Suponía que mucho o de la otra forma entonces nunca me amó, pero no, él me lo dijo muchas veces. No me mentiría ¿o sí?

Apreté el lavado de manos con mis dedos cuando recordé verlos a los dos hablando.

Estaban conversando tan cerca, tanta conexión para quienes prácticamente no han hecho nada mas que discutir.

Aun no podía quitarme de la cabeza lo de hace un rato, como la defendía, como la miraba y ayudaba. Con tanta delicadeza no propia de él.

"Yo no sé qué haría si descubriese que..."

Conocí una faceta suya que creía no existente.

Y fue con ella, para ella.

¿Tan rápido se le fue el supuesto odio? ¿O tan solo fue una simple fachada?

Escenas se repetían una y otra vez en mi cabeza como si me mente me estuviese obligando a analizarlas una y otra vez, como si quisiese que pensase que todas las veces en donde se miraban con supuesto odio no era más que un acto de ceguedad por mi parte, me empezaba a traicionar con sucesos en donde creía verlos juntos a mis espaldas e intercambiaron miradas cargadas de deseo.

Las veces en donde Cameron me decía que tenia entrenamiento, no eran mas que asquerosas mentiras.

Momentos en donde nos sentábamos juntos en la cafetería y esa se le quedaba mirando mas de lo normal y se sonreían a mis espaldas.

La rabia crecía más y más, pero se veía contenida cuando me recordaba a mí misma que Cameron no seria capaz, no, él era sincero en todo momento.

Es más, yo prefería el hecho de que se mostrase tal y como era, frio y difícil de entender, antes de que ocultase toda su personalidad.

Yo lo conocía y sabia que ni en mil años se fijaría en ella.

Y no era por menospreciarla, pero yo era mucho mejor que ella. En todos los aspectos.

Conocía a Cameron como nadie, teníamos confianza y con ella no se podía ver a menos que fuese para discutir.

—Vaya, sí que la ruptura refleja tu verdadera personalidad —habló alguien a mis espaldas y no hizo falta voltearme ya que podía verla por el espejo—. Te ves horrible.

La escuché soltar una pequeña risa apenas audible.

—¿Qué quieres, Camille? —inquirí tratando de estabilizarme.

Se cruzó de brazos y se acercó a mí.

—Burlarme —respondió con simpleza—. ¿Acaso no es obvio?

¡Sólo tú, imbécil! (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora