Capitulo 6- Punto para Cameron

1.1K 64 9
                                    

Madison

Mientras trataba de taparme con las sábanas de mi cama, escuché un sonido de los pasos afanados de alguien en el umbral de mi puerta, minutos después los pasos se hacían más presentes y certeros en mi habitación.

Escuché el impacto de mi puerta chocando abruptamente contra la pared, el sonido fue tan fuerte que casi hizo que me despertara.

Casi.

—¡Maddie, mamá está furiosa contigo! —me gritó.

—Déjame.

—¡Levanta! —ordenó—. Dice que, si no te levantas, prepárate para que te lluevan zapatos.

Era de esperarse.

—Yo si fuera tú, me levantaría ahora mismo.

—Maldita sea, Taylor. Déjame en paz.

¿Por qué no fui hija única?

—Apresúrate en arreglarte, parece que vives debajo del puente —me criticó—. Tu cabello es un desastre por no decir que es un completo asco.

Casi pude ver la mueca de desagrado en su rostro, pero no lo afirmaba al cien por ciento ya que me rehusaba a verlo, mi cabeza estaba muy a gusto fundida entre las sábanas.

—¿Qué haces? —inquirí con la voz apagada.

No lo miraba, solo escuchaba los sonidos de sus pasos en mi closet

—Buscándote algo decente para hoy.—respondió. Minutos después, resopló cansado—. Olvídalo, eres un caso perdido, sin duda alguna yo soy la esperanza de la familia.

Tan lindo era, me lo comía a besos.

Sarcasmo, obviamente.

Levanté mi cabeza para verlo y le dediqué una falsa sonrisa, —Qué lindo eres, ¿eh, hermanito?

—No me digas lo que ya sé —respondió, presuntuoso.

Le dediqué una mirada furibunda, — Por eso nunca vas a conseguir una novia.

—Para tu información, adorada hermanita, yo sí tengo novia, es muy linda, ella SÍ tiene el cabello perfectamente peinado, no parece que vive en la miseria y se llama Allison —explicó con la mirada aún puesta en mi closet—. Y en el supuesto caso que no la tenga, yo tengo nueve años y tú tienes diecisiete y aún no tienes novio.

Maldad era lo que destilaba su actitud.

Lo miré claramente ofendida.

—¿Quién es la ridícula ahora?

Las verdades duelen, querida.

—¡Largo de mi habitación! —le grité lanzándole mi almohada a lo que el muy maldito la esquivó.

En un movimiento rápido, me levanté de la cama y levanté una zapatilla haciendo como si se la tiraba.

Levantó la mano en un intento de tregua, sin embargo, aún tenía la zapatilla en su dirección.

—¡Eh, míralo por el lado positivo! —trató de tranquilizarme—. Conseguí que te levantaras de la cama. Eso es bueno ¿no?

—¡Fuera!

Le lancé finalmente, esta vez no lo logró esquivar y terminó frotándose el brazo.

—¡Fea! —me gritó antes de salir corriendo de mi cuarto.

Froté mis ojos con ambas manos antes de empezar a alistarme.

Habían pasado unos días después mi primer día en el instituto. Trataba de adaptarme a la nueva vida y construir mi rutina del año, aunque no negaba que ya imploraba por vacaciones.

¡Sólo tú, imbécil! (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora