Capítulo 12- Caer

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Madison

De pronto, una sonrisa ya se encontraba danzando en sus labios, sus ojos bajaron de los míos hasta un punto especifico; mi boca.

Su vista subió hacia mis ojos nuevamente. —¿Ves cómo tengo razón?

Reaccioné de inmediato y llevé mis manos hacia su pecho y no dudé en empujarlo.

—Imbécil —mascullé mirándolo con enfado.

—Imbécil o no, me vas a escuchar —me advirtió.

—No.

—Sí porque de otra forma, no te irás de aquí —dijo y no pude evitar bufar—. Y ya te demostré la manera en la que puedo hacer que cierres la boca y me escuches.

Los dientes los apreté con tanta fuerza que me dolió, pero no me importaba, estaba más mentalizada en el enojo hacia él.

—Habla —quería que terminase cuanto antes para así largarme de una vez por todas.

—Qué bueno que nos entendamos.

Me dedicó una sonrisa de suficiencia y arrogancia que solo me incitó en darle un golpe para borrarla.

—Habla, imbécil.

—Bien —se tomó su tiempo—. Quiero que me expliques qué fue lo que sucedió hace unos días.

—¿Qué? ¿Ahora no lo sabes? —ironicé mientras posé tomo mi peso en una pierna.

—Pues por algo te lo pregunto.

—No me jodas.

—No, tú no me jodas a mi ¿bien? —su tono burlón cambió radicalmente—. Me viste, hiciste acusaciones sin tener pruebas y luego te largaste. Necesito al menos un contexto para poder entenderte.

—¿No te quedó claro con la nota que te di? O, mejor dicho, que tú mismo escribiste.

Se relamió los labios y me maldije por distraerme con tal estupidez.

—¿Escribí? ¿De verdad crees que yo hice algo como eso?

Reí, —Me molestas desde que he pisado este instituto, creo que estoy en todo mi derecho a acusarte directamente a ti.

—Ya. Eso quiere decir que yo también puedo acusarte de cada desgracia que me pasa debía al odio mutuo que nos tenemos —remarcó el "mutuo"—. Claro, muy lógico.

Apreté los puños. Maldita sea, diciéndolo así sonaba estúpido, y tan solo percibir que pudiese estar equivocaba me llenaba de una molestia creciente e incontrolable.

—¡Deja de ser idiota y admite que fuiste tú!

—Cariño, no es lo mío acosar. Tengo métodos más eficaces... y más legales ¿sabes? —se burló y dio pasos hacia mi—. Además, tengo novia ¿recuerdas?

Esa vez fui yo quien sonrió.

—Novia que no se merece que estés aquí tratando desesperadamente que te crea —me burlé, ganándome una mirada para nada agradable por su parte—. ¿Tanto te importa que te crea, Cameron?

Era de las pocas veces en las que decía su nombre y se sentía raro.

Eso lo hizo detener sus pasos hacia mí y se tensó.

—Alucinas, Johnson —se relamió los labios—. Solo que no acepto difamaciones de nadie.

—Claro...

—No estoy hablando de eso. —me cortó—. Solo quiero que te quede claro que yo no tengo nada que ver con ello. Puedes acusarme con quien quieras, con Aisa, con el director o con los demás. Al fin de cuentas, yo tengo la conciencia limpia y sé que no he hecho nada malo. Bueno aparte de tirarte ese batido, fue muy gracioso.

¡Sólo tú, imbécil! (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora