Capitulo 5 - Insoportable

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas +18

Cameron

Primer día de clases.

Casi bufé al recordarlo. Afortunadamente, era el último y una pizca de nostalgia se instaló en mi pecho al recordarlo, luego de eso, me convertiría en un universitario.

Era increíble como el tiempo parecía tan corto en las personas, no se detenía. Me gustaba relacionarlo con la ambición, no se detenía, no tenía límites y no había nada por hacer que pudiera detenerlo. Cuando pensaba en ello, me gustaba darle adjetivos a esa palabra, conectarla a muchos significados.

Desayunaba en silencio con mis padres, cada uno en cada extremo de la gran mesa que se situaba en medio del salón.

-¿Hoy empiezas el instituto? -su pregunta sonó más como una afirmación-. Espero que tu promedio sea el mejor de tu clase.

Mark Jones, mi padre, era experto en exigir y presionar. Eso yo lo sabía más que nadie.

-¿Cuándo no lo ha sido? -inquirí suspicaz.

Se llevó un pedazo de fruta a la boca, -Solo te lo recordaba, por si se te ocurre poner otras cosas como prioridad.

Mi madre era otro tema aparte. Jessica Jones vivía ensimismada en su propio mundo, en donde el máximo jerarca era ella, seguramente. Nunca fue de prestarme mucha atención, no al menos desde que tengo memoria. Nunca fue la típica madre amorosa ni cálida, aunque sabía que me quería, a su manera.

-Me voy.

-¿Te llevo? -indagó mi padre.

Se mantenía inexpresivo en todo momento.

Tenía auto propio, de hecho, los tres lo teníamos.

Era muy difícil ver a mis padres en un mismo auto, preferían irse por separado. Lo cierto era que la relación de mis padres era todo un enigma, podría relacionarse fácilmente con la materia oscura, así de indescifrable era.

Su relación era fría, los años si habían pasado entre ellos y no había que ser adivino para saber que los sentimientos se habían deteriorado.

-No, iré con el mío.

Asintió con la cabeza y se fue no sin antes darle un beso en la mejilla de mi madre, que por cierto no pareció percatarse del gesto, estaba muy concentrada en su celular.

Me levante de mi asiento y me acerque a ella, y repetí el mismo gesto que mi padre.

-Te veo luego, mamá.

Levantó su vista de su celular por un momento y me dedicó una sonrisa.

-Nos vemos luego, cariño -me respondió y seguí caminado-. ¡Salúdame a Aisa! -alcancé a escucharla.

Estaba acostumbrado a cruzar con ella solo un par de palabras, eso era suficiente para nosotros ya que, como dije, nuestra relación no estaba fortalecida por el cariño y la calidez, pero si con el respeto y espacio. Eso, cada uno nos dábamos nuestro espacio.

No era que no nos queríamos o había sucedido algo que me hiciera no ser cariñoso con ella. Simplemente no éramos así y ya.

De hecho, yo no era una persona cariñosa.

Lo más cercano a cariño solo me salía con Aisa Robinson, mi novia de hace un par de meses, seis o tal vez siete, era terrible para las fechas. La había conocido desde un par de años atrás, estábamos en la misma escuela, compartíamos algunas clases juntos y debido a que ella participaba en el grupo de básquet femenino, pues concordábamos en algunos entrenamientos y una cosa pasó a la otra, nos acercamos, salió a flote el gusto que teníamos por el otro y aquí estábamos, en una relación formal de no tanto tiempo. Aun así, estaba bien con eso, la quería y ella también a mí.

¡Sólo tú, imbécil! (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora