Rude

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Kim SeokJin

Todo fue demasiado rápido a partir de ese momento.
Una voz grave y tranquila se apoderó de la atención de todos y a base de un increíble conocimiento de los puntos débiles dejó a todos los mocosos inmóviles sobre el suelo en cuestión de segundos.
Si bien Jin aún no asimilaba el ruido a cristales rotos, menos aún la locura que acababa de ver en esos últimos tres segundos. Pues el negro mar que contenía la mirada bajo la que había quedado preso hacía al hombre frente a él irreconocible.

—¿Te han hecho daño?

El miedo se apoderó de todo su cuerpo dejándolo congelado sobre el suelo, inconscientemente de qué pasaba a su alrededor. ¿Era posible que el salvador pudiera dar más miedo que los depredadores?
Jin estaba confundido. Sentía un frío diferente al del invierno, pero justo cuando creyó que entraría en un sueño, cayendo en el mar negro, unos brazos calientes lo envolvieron.

No reaccionó, los brazos del extraño no lo soltaban. El vaivén de la respiración que se pegaba a su oído mostraba un extremo miedo desesperado.
Se encogió en sí mismo y trató de apartarse del sofocante abrazo, necesitaba volver a comprobar que todos estaban en el suelo.

—Aparta

Jin no había hecho nada con sus brazos, por lo que había sido un abrazo no correspondido. El contrario lo soltó.

Se quedaron mirándose el uno al otro.

—¿Quién eres?

—Alguien que te pide disculpas

—Desde luego. —Sentenció Jin aún con el pecho acelerado.— Me has asustado...

—También he roto todos tus cristales sin querer.

—Oh diós... ¡Oh dios! — Dió largas zancadas apartándolo de su lado. Paró en encontrarse cara a cara con el desastre. Le iba a dar algo gordo.
Respiró hondo. Sus espejos. Todo hechado a perder. El encanto de Magic Café literalmente por los suelos.

Desvió la mirada y lo volvió a encontrar ahí a su lado. No se había ido.

—Te odio

—Lo siento.. — Elaboró una reverencia.— Te lo pagaré... Todo. De hecho tengo dinero aquí.— sacó dinero, no era lo suficientemente, pero era una buena cantidad.

—Necesito más para arreglar este desastre.

—Lo sé.. considéralo como la primera parte del pago... Puedo volver en otro momento y traer más. De veras que lo siento...

—No. Tampoco es suficiente.— Le indicó que guardase el dinero.— Los sueños rotos no se pueden arreglar con dinero.

— Perdón... —Tenía la cabeza baja.

Entre todo eso Leedo y Hoonjoong salían silenciosamente por la puerta para luego correr

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Entre todo eso Leedo y Hoonjoong salían silenciosamente por la puerta para luego correr. Si el jefe estaba tan intimidado por ese señor no quería imaginar qué les pasaría a ellos que lo habían puesto en peligro.

Mis chicos terrestres (BTS × BTS+tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora