¿Porqué tenemos que volver a la tierra?
¿Acaso alguien quiere?
Pues sí, Jeon Jungkook, un chico que se cuela en mi vida de vez en cuando quiere, no, lo desea....
Quién diría que por su culpa pueda llegar a aceptar visitar nuestro planeta de origen...
Namjoon estaba muy extraño. Él ya era un tipo peculiar desde antes. Lo empecé a pensar cuando lo vi sentado en el restaurante, él no hacía nada, pero su su mirada me había impactado.
Confirmé que era de lo más peculiar cuando lo vi mirándonos desde el puente. Él debía pensar que no lo vi, pero lo hice. Y luego, para rematar los cristales rotos.
Lo había llevado a casa porque tenía la paranoia de que si lo dejaba volver sólo nunca llegaría. No hacía falta mucho más que observarlo.
Tuvimos suerte, pues la nieve empezó a brotar en el justo momento en el que quedamos resguardados bajo el techo del porche. Solté a Namjoon, el contacto con él me hacía sentir escalofríos. Él no dijo nada.
Entramos a casa, se quedó parado en la entrada a la espera de que le dijera algo. Vaya hombre más raro.
-Anda, siéntate en el sofá antes de que acabes cayendo de culo.
Hizo caso, le serví un té y se lo quedó mirando como un tonto.
-¿A ver ahora qué te pasa? ¿No te lo vas a beber?
Dijo que no con la cabeza, pero no quitaba la vista del vaso.
-Me dijiste que no volviera a tocar los cristales.
Quedé pensativo. ¿De qué me estaba hablando? ¿Se lo había tomado tan enserio? Moví la cabeza a los lados y me senté a su lado.
-Puedes tocar este
-¿Enserio?
-Sí, he cogido el vaso más viejo por si acaso. No tienes remedio.
-¡Muchas muchas gracias! Si es así beberé con gusto.
Pero no lo hizo. El té tocó sus labios y fue apartado como si quemase.
-¿Le has puesto azúcar?
-No. No le he puesto azúcar. ¿Acaso eso importa?
-..No -Se lo bebió con cuidado y me miró a falta de no saber qué hacer. Le sonreí forzado y volví a irme a la cocina. Sinceramente me estaba poniendo nervioso que me mirasen tanto. Tenía algo que me ponía de los nervios, y no era por ser patoso o por seguramente delirar.
Suspiré, era la primera vez que nos quedábamos solos, lo había estado evitando.
"¿Qué puedo hacer? No me para de mirar... Creo que tiene hambre, no come"
Estaba en la cocina, y cada vez que lo miraba de reojo estaba igual, no se movía, no encendía la televisión, sólo se quedaba ahí parado como esperando a que yo hiciera algo.
Empecé a preparar la cena. Una crema de queso y fresas con migas de galletas oreo por encima y unos panqueques con miel.
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