Mis andrajosos favoritos.

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Salí del instituto, Steve suele llevarme a mi casa, pero hoy por la fiesta no creo que tenga tiempo, así que decidí caminar, mi casa no queda cerca, pero necesitaba pensar, si, en Juseb, afortunadamente hoy mi maleta no pesaba mucho, por lo que a los 10 minutos ya estaba en un cuarto de camino, transitaba por una tranquila calle, esperando que fuera el momento para repasar todo lo que había pasado hoy y aclarar una que otra duda, pero oí el ruido de un motor, y de repente una moto paró enfrente mío y otra a un costado, eran Erick y Tom, ellos son gemelos y son increíblemente sensuales, aunque Erick es un poco más alto que Tom, ambos son tremendamente atractivos, ojos azules como el cielo, cabello negro y muy bien cuidado, brazos tan musculosos como perfectos, abdomen marcado con unos profundos y muy bien delineados cuadritos que junto con sus piernas conformaban el príncipe de tus sueños, por los que todas las chicas sean plásticas o no se mueren, y de seguro tú también lo estarías; viven al frente de mi casa, nuestras madres son muy buenas amigas, desde hace mucho tiempo nos reunimos una vez al mes a reír, hablar de anécdotas, jugar, a sentirnos una sola familia, y a pesar de que no tenemos la misma sangre, somos muy unidos, tan unidos como deberían ser todas las familias del mundo, por lo que somos muy buenos amigos, quiero decir, los mejores amigos.

- ¿Que hace nuestra piojosa caminando? ¿Acaso el ego de Steve rompió contigo? - Dijo Tom, acompañado de una carcajada.

-Cálmate Tom, no vez que puedes herir a la piojosita, eh y si esperas que te lleve a casa, ni lo pienses, tengo que desquitarme de alguna forma de la vez que pusiste esa araña en mi maleta, ¿o crees que ya lo olvidé? -dijo Erick mientras recordaba ese día.

-Andrajosos estúpidos, su ego no ha podido conmigo todavía, sólo supuse que tendría que arreglarse, ¿bebe, no te basto con la miel en mi cabello del sábado? -dije con una mueca de desaprobación.

Tom y Erick estaban que se revolcaban de la risa, mi cabello estaba totalmente pegajoso, aunque días después leí que era bueno para nutrir el cabello, así que, estuvo bien.

-Tom llévame, por favor, mira que me debes una, te ayudé con tu madre para que te levantara el castigo, al menos por ésta noche, así que tendrás que devolverme el favor -dije sabiendo que había encontrado la clave para que me llevara.

-De acuerdo, solo por eso, si no te dejaría acá. -dijo y me pico el ojo.

Definitivamente esos muchachos son muy lindos, los amo con mi alma. Llegué a casa, me despedí de ambos con un golpecito en el pecho, abrí la puerta y tiré la maleta en el mesón de la cocina, me acerqué a la nevera para comer algo, y vi pegada una nota, que decía:

-Cassie, tu vestido para esta noche está en la lavandería de la 52 con 26, la de paredes azules, cierran a las 4, suerte en tu noche, que todo salga bien, te amo hija.

Sin duda de mi madre, tomé mi celular, miré la hora, 3:40, jamás llegaría a tiempo, salí deprisa, tomé transporte, todavía no había llegado y ya le estaba pagando al conductor, me baje, 3:58, no creí que lo lograría, allí estaba, paredes color azul rey, entré, y lo vi en el mostrador, lo pedí, me lo dieron, afortunadamente ya estaba pago, porque sólo tenía para el transporte de vuelta a casa, salí de la lavandería iba a tomar transporte cuando en la otra calle lo vi, estaba Juseb, sin duda era él, Jean azul oscuro, camisa negra con el logo de Arctic Monkeys, mi banda favorita, también tenía unos convers negros, se veía guapo, pero ¿qué hacía aquí? ¿Acaso me estaba siguiendo? pues no esperaría por la respuesta, caminé lo más rápido que daban mis piernas y en un parpadeo ya estaba al frente de él, con un vestido de fiesta en mi brazo izquierdo, sabía que me veía ridícula así, pero quería saber que pasaba, aún no sabía que decirle exactamente, así que opté por improvisar.

Su temor, mi mayor deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora